Decía Tolstoi en Ana Karenina -con suma sabiduría- que "todas las familias felices se parecen unas a otras, pero cada familia infeliz tiene un motivo especial para sentirse desgraciada".
Robert Redford parece que se inspiró en semejante aserto a la hora de dirigir su primera película, Gente corriente (USA, 1980).
https://www.youtube.com/watch?v=HQKEdiQ79OM
El film nos sitúa en un idílico lugar, el barrio residencial de Lake Forest, a orillas del lago Michigan (Chicago) nos muestra una familia norteamericana de clase alta (corriente, como sugiere el título, lo que que se dice corriente, no lo es precisamente) y, aparentemente, perfecta y feliz......
aparentemente porque, de hecho, un dramático accidente rompió en el pasado reciente su cotidiana felicidad y las cosas nunca volvieron a ser como fueron a pesar de los intentos de férrea negación de la catástrofe por parte de la madre.
Claro que la negación -sin más- rara vez ha servido para cambiar la realidad a nuestro gusto (¡deberían tomar buena nota de ello muchos de nuestros políticos!) y, poco a poco, el mero vivir como si nada hace que se vayan reabriendo los dolores y conflictos que, en el fondo, nunca habían dejado de estar vivos y presentes (soterrar no es lo mismo que aliviar).
Redford nos va mostrando como culpabilidades, miedos, sufrimientos y duelos no resueltos se intermezclan en el complejo crisol familiar y como cada uno de sus miembros los soporta o los sufre a su manera; nos los muestra además bajo la sosegada y melancólica música de fondo del Canon de Pachelbel, una música que parece exigir una tranquilidad y una paz que, evidentemente, no se dan en la historia que nos cuenta, y que apunta, más bien, a la aparente calma que se produce antes de que estalle la tempestad.
Solo, quizás, la figura del terapeuta -el consejero "espiritual" de nuestros días- ofrece un posible camino -una reconciliación- como la mejor solución......pero, en el mundo de las emociones nada es tan milimétrico y previsible como nos gustaría.
Dirección: Robert Redford (1980).
Nacionalidad: Norteamericana.
Guión: Alvin Sargent , basándose en la novela de Judith Guest.
Fotografía: John Baily.
Música: Marvin Hamlisch.
Intérpretes: Donald Sutherland (Calvin Jarret), Mary Tyler Moore (Beth Jarret), Timothy Hutton (Conrad Jarret), Judd Hirsch (doctor Berger), Elizabeth McGovern, Dinah Manoff.
Duración: 124 min.
El argumento de la película gira en torno al hijo de los Jarret, Conrad (interpretado por un excelente y joven Timothy Hutton), que ha pasado una temporada en un psiquiátrico por un intento de suicidio. De vuelta a su casa se reincorpora al colegio y a sus actividades habituales como la natación y el coro, pero a pesar de la apariencia de normalidad, el desequilibrio emocional sigue torturando al joven....y no solo a él, porque de las conversaciones que se nos muestran con su psiquiatra (judío aunque no psicoanalista, que ejerce, más bien, una terapia no directiva a lo Carl Rogers) podemos deducir que el problema no solo reside en él sino también en sus padres (una tesis ya explorada también con -más- éxito en otros films).
El trauma de Conrad (la muerte de su hermano mayor, Bach, cuando practicaban juntos la vela), pone de manifiesto, como bien señalaba Ángel Pérez Gómez en su crítica en Cine para leer, la estructura real de las relaciones familiares. "Nos topamos una vez más con unos padres que nos recuerdan irremediablemente a los de Rebelde sin causa o Esplendor en la hierba: el padre afectivo, bonachón, cercano al hijo, deseoso de comprenderle y ayudarle, sentimentalmente frustrado en sus relaciones conyugales, dispuesto a reconocer su parte de culpa en la situación del hijo, y una madre seca, fría y distante, que adopta la ciega postura del "aquí no ha pasado nada", que se niega a afrontar conscientemente la pérdida del hijo mayor y que pretende que la vida siga como si tal cosa, que se resiste a reconocer su predilección por su hijo Bach y el latente odio que guarda para el "superviviente" Conrad, que se considera "normal" mientras su hijo no lo es y turba con su debilidad psicológica las "reglas".
La película de Redford propone como solución emocional a lo expuesto la sinceridad y la autenticidad personal ante los acontecimientos, también la necesaria aceptación de la realidad dolorosa como bálsamo imprescindible para la elaboración del duelo....pero, siendo premisas sin duda válidas, se quedan cortas, desde mi punto de vista, para resolver la magnitud de los daños que nos muestran (aunque entiendo que el director no quiere mostrarnos un documental sobre psicoterapia).
Redford, en su primer film, tiene al menos el mérito de abordar un tema muy sensible (la dificultad de integrar el sufrimiento y la pérdida en la vida cotidiana occidental y especialmente en la norteamericana) sin caer en sentimentalismos babosos o excesivos y de proponer una posible solución al mismo, solución -la psicologización de muchos aspectos la vida- que parece primar -no sé si con éxito- en nuestra fría sociedad a falta de otros recursos o valores.
Desde luego, la Academia de Hollywood reconoció el valor del film y de sus propuestas otorgándole cuatro Oscars, incluidos los de mejor película y mejor director, aunque vista con la perspectiva de los años "Gente corriente" es un film meritorio, pero no un gran film.
https://www.youtube.com/watch?v=IZS7zpXftHA
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