La primera no tenia especial interés fotográfico, aunque su producción de whisky era realmente meritoria y digna de tenerse en cuenta; el segundo, un gran castillo renacentista, merecía cumplida muestra gráfica así que me puse a ello, aunque el día gris y lluvioso no permitió excesivos lucimientos o alardes.
El castillo se construyó sobre una masa volcánica de 75 metros de altura que hizo del mismo una fortaleza casi inexpugnable, constituyendo su conquista todo un reto para los que intentaron invadirlo. Durante mucho tiempo fue la residencia favorita de los Estuardo y, desde el punto de vista arquitectónico, está considerado como un excelente exponente del renacentismo escocés.
En 1296 fue entregado a los ingleses, pero el intrépido William Wallace lo reconquistó después de la batalla de Stirling Bridge. Se convirtió en un icono de la resistencia escocesa contra el dominio inglés, lo que no evitó que volviese a caer en manos de estos durante diez años, aunque otro intrépido y valiente patriota, Robert Bruce (cuya estatua podemos ver en los jardines del castillo), lo recuperó para Escocia en la batalla de Bannockburn, en 1314.
Como ya he mencionado más arriba, los Estuardo hicieron de este castillo su residencia. Allí nacieron Jacobo II y Jacobo V. Allí coronaron, como reina de los escoceses, a María I (que reinó desde el 14 de diciembre de 1542 hasta el 24 de julio de 1567, momento en que fue obligada a abdicar en su hijo Jacobo, de un año de edad). A partir de ahí, la dama tuvo una vida bastante complicada por diversos motivos y se pasó casi veinte años confinada en castillos-prisión.
Como es bien sabido, la pobre tuvo un triste final -su cabeza acabó rodando por el cadalso-, tanto por complejos imperativos políticos como por coincidir en el tiempo con una reina de Inglaterra tan de armas tomar como fue Isabel I, que siempre vio a la escocesa como una amenaza a eliminar.
Una historia tan jugosa, ha tenido -como no podía ser menos- diversas versiones cinematográficas, la última muy recientemente (2019).
El castillo está actualmente muy cuidado y bien restaurado y es un monumento declarado como de interés turístico. Hay tallas y tracería que han sido reconstruidas hace muy pocos años.
Está bien, claro, pero da al lugar una sensación de cierta artificialidad, al menos en determinados aposentos.
En algunas salas podemos encontrarnos, como parte integrante de la decoración, con actores o figurantes ataviados a la vieja usanza, me imagino que con objeto de facilitar una recreación histórica y, también, para hacer la visita algo más lúdica a un determinado publico, que -quizás- se sienta más cercano -por no decir adicto- a los parques temáticos, tan en boga hoy en día, vaya uno donde vaya.
Los paisajes que se divisan desde el castillo son de un espléndido verde.
Hay, en algunas estancias, hermosos tapices de inspiración francesa,
con el tema del unicornio como eje central.
Encontrar niños en un museo o un castillo es algo -al menos para mí- realmente estimulante.
Son ellos los que deben aprender el sentido y valor de estos lugares (algunos adultos también, desde luego).
Desde esa perspectiva y teniendo en cuenta, además, la importancia de que los chavales disfruten in situ, la escenificación teatral o la narración de historias a la vieja usanza, adquiere un sentido más cabal y justificado.
https://www.stirlingcastle.scot/discover/
https://www.stirlingcastle.scot/learn/
A los pies del castillo, se extiende la actual población de Stirling.
Dejamos el castillo atrás y continuamos nuestro periplo hasta Edimburgo,
a donde llegamos a hacia mitad tarde.
La ventaja de llegar a esta ciudad sin haber hecho los "deberes", es que nos sorprendió muy agradablemente. No teníamos en la cabeza ninguna idea predeterminada. Tampoco un deseo concreto de ver o encontrar algo especifico. Esa actitud, algo aventurada -y que la mayoría de las veces suele salir fatal- fue en esta ocasión, afortunadamente, una forma de descubrir la ciudad con mirada nueva y con afán indagador. ¡Había que dejarse llevar por la magia del lugar!
El gris es el color que predomina en Edimburgo.
Gris en el cielo, gris en las piedras de sus fachadas y monumentos.
De cuando en cuando alguna puerta, o alguna tienda, se atreven a destacar con colores brillantes y llamativos, pero -en general- la seriedad del gris, su formalidad, su discreción, su elegancia georgiana, es lo que empapa al visitante (entre otras cosas).
No se sabe con exactitud la antigüedad de Edimburgo, aunque se estima que sus primeros habitantes habitaron el enclave hará unos cinco mil años. La roca sobre la que se asienta el castillo de la ciudad fue objeto del deseo, durante generaciones, de los pueblos más diversos: pictos, vofadinis (britónicos), anglos, escoceses..... Finalmente estos últimos, procedentes de Irlanda, se hicieron con el lugar, aunque no sería hasta el siglo XI cuando Edimburgo se convirtió en capital de Escocia.
Actualmente, Edimburgo, 482.000 habitantes, es la segunda ciudad más grande de Escocia, detrás de Glasgow (que ya vimos en un post anterior).
A través de los siglos, Edimburgo ha dado al mundo figuras muy notables en los diferentes ámbitos de la cultura, entre ellas podemos mencionar a John Napier, David Hume, Alexander Graham Bell, Tony Balir, Robert L. Stevenson, Walter Scott, y Arthur Conan Doyle, creador del inmortal Sherlock Holmes.
Sede del Royal Bank of Scotland.
Los edificios decimonónicos, de gran porte y monumentalidad, abundan en Edimburgo.
En la Royal Mile, se encuentra la casa medieval en donde vivió John Knox, un predicador que se convirtió en el líder de la Reforma Escocesa y en padre del prebiterianismo.
https://www.lavanguardia.com/cine/20200212/473492676899/the-french-dispatch-trailer-wes-anderson-primeras-imagenes-poster.html
https://www.youtube.com/watch?v=JGZdBI-CaLY
https://www.europapress.es/cultura/cine-00128/noticia-the-french-dispatch-nuevo-wes-anderson-ya-tiene-sinopsis-reparto-fecha-estreno-20200130160736.html
