sábado, 18 de diciembre de 2021

Cine (22): Cine y música clásica (8). "Remando al viento" (España, 1988).


A la película "Remando al viento", dirigida por Gonzalo Suárez en 1988, le debo el haber descubierto una obra del compositor inglés Vaughan Williams, bellísima, profundamente melancólica, que, hasta ese momento, desconocía completamente: la Fantasía sobre un tema de Thomas Tallis.


Making Of - Remando al Viento (1988) - YouTube

https://www.rtve.es/play/videos/version-espanola/version-espanola-remando-viento/1897187/

Sin duda, "Remando al viento" fue una película muy valiosa en su época (y posteriormente) porque rompió en muchos aspectos con el tono de cine "costumbrista" que se hacia en España por aquel entonces y exploró temas y latitudes (espaciales y temporales) muy diferentes a los habituales.

No tardó mucho en convertirse en una película de culto dentro de la cinematografía española. 

De hecho, en la entrevista que le realizaron en Televisión Española (ver el link un poco más arriba), su director se quejaba de la capacidad de "fagotización" de su película ya que, desde que la realizó, acaparó preguntas e intereses cinematográficos y periodísticos, hasta tal punto, que parecía ser la única obra realizada por su autor (de carrera dilatada e interesante en muchos aspectos).













Como he mencionado al principio de esta entrada, descubrí  en "Remando al viento", por primera vez, la romántica Fantasía compuesta por Ralph Vaughan Williams, y me dejó totalmente deslumbrado.
Su autor desarrolló esta Fantasía basándose en un tema del compositor renacentista, también inglés, Thomas Tallis (1505-1585). 

Su melodía acompaña a la perfección algunos momentos del film, especialmente aquellos en los que los desasosiegos y temores de sus protagonistas requieren de un marco musical a la altura de las circunstancias (de alta intensidad emocional).

Como tendremos oportunidad ver en un futuro post, esta obra formó parte también de la banda sonora de una película bastante posterior en el tiempo y situada en un contexto argumental muy diferente, "Master & Commander". Desde luego, no es la primera vez que una obra clásica se escucha en películas de lo más diverso, lo cuál demuestra, de alguna manera, la capacidad que tiene la buena música para acompañar contextos y situaciones muy diferentes.



El argumento de "Remando al viento" gira en torno a dos escritores ingleses, Mary Shelley y Lord Byron, que se ven obligados a salir precipitadamente de Inglaterra, por motivos no excesivamente honorables.  Alrededor de ellos revolotean varios de sus amigos, amigos con los que comparten inquietudes e intereses. 
Entre otras cosas, se rememora la famosa reunión que tuvieron, una noche de noviembre de 1816, en Suiza, varios de ellos. En ella sus participantes fueron capaces de fraguar historias increíbles, todo a partir de un reto personal entre ellos, y también, por descontado, gracias a su activa y poderosa imaginación.
 De todo lo que surgió en ese encuentro, fue el relato escrito por la muy joven Mary Shelley el que causó más huella y el que ha perdurado (con todas las variantes que se quiera) hasta nuestros días: El monstruo de Frankenstein. 
Claro que Suárez, en su largometraje, nos propone ir más allá y nos muestra cómo el invocar miedos profundos y acercarse a abismos emocionales desconocidos puede generar ansiedades y temores desmedidos... Cuando no crear realidades inesperadas.





Volviendo al tema principal que nos ocupa, la Fantasia sobre un tema de Tallis, decir que fue escrita por su autor en 1910. No es, ciertamente, la única música clásica que se escucha en el film, pero sí es la principal y, desde luego, la más evocadora dado el perfil de la historia que se nos narra.
Por lo que parece, mientras trabajaba en "The English Hymnal",  Vaughan Williams redescubrió los himnos y la obra sacra de Thomas Tallis, compositor que, como ya he mencionado antes, estuvo activo en pleno renacimiento ingles, en la época Tudor. De uno de esos pequeños himnos, surgió la inspiración para la obra que ahora consideramos.





La canción de Tallis es, sin duda, muy bella, pero está bastante lejos de la grandiosidad expansiva que transmite la obra de Vaughan Williams (época, estilo y recursos musicales visceralmente diferentes).
El desarrollo que este autor efectúa de la melodía, el tipo de sonoridad que consigue al utilizar solo el cuarteto y la orquesta de cuerda, el duelo que establece en algunos momentos entre violas, violines y chelos, hace que su composición gane enormemente en expresividad y belleza. 
Tanto que, a veces, resulta identificar el tema que la inspira aunque éste esté claramente presente en toda la obra.





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