Hablaba no hace mucho con una amiga que es profesora de historia sobre algunas de las características o claves consustanciales a la llamada (más o menos confusamente) "Edad Media".
Al tratarse de casi mil años de historia resulta realmente complicado (cuando no superfluo) encontrar pautas inequívocas y esenciales que caractericen todo el periodo, más todavía si nos salimos de los límites del "solar europeo" en un intento -tan en boga entre los historiadores actuales- de no ser tendenciosamente "eurocentristas".
Con todo, sin ningún afán reduccionista y conscientes de que cualquier clasificación o "lista" solo puede ser una herramienta más de ayuda al estudio (nada más patético que esos intentos actuales de reducir la realidad ¡a un titular!), coincidimos en destacar el papel institucional y configurador de la sociedad que tuvo la Iglesia en la sociedad europea desde la lenta desaparición del Imperio romano hasta 1492, año en el que el descubrimiento de América cambio sustancialmente el paradigma vigente hasta entonces. La Iglesia, les guste o no a muchos, desarrolló, en general, pero también con concreciones de mucha relevancia (y desde luego con sus luces y con sus sombras), lo que se podría podría considerar como "arquitectura" central de la cultura europea en el sentido de que es casi imposible comprender la sociedad y la realidad europea de la Edad Media excluyendo del análisis la vivencia social del cristianismo y su institucionalización (de evidente raigambre romana).
Dentro de esa historia la existencia y evolución del monacato resultó crucial, realmente decisiva.
Esa importancia ha tenido un tratamiento más bien escaso o tangencial en el cine.
¡Por lo que parece da más réditos económicos y de audiencia incidir en una historia maquiavélica y oscurantista de la iglesia, propia de las leyendas negras más tendenciosas, que mostrar algunas de sus luces!...pero algunas películas hay que, sin ser una loa bienintencionada ni tampoco un regodeo en las sombras (que eran de toda una sociedad no solo de la iglesia), reflejan algo de esa compleja realidad.
La película que hoy nos ocupa se posiciona en un lugar que podríamos considerar intermedio aunque enlaza en su temática más con el género policíaco que con el histórico. En cualquier caso, sería difícil no reconocer en ella y en la historia que nos narra aspectos fundamentales de la vida medieval y ciertos "entresijos" (aquí muy determinados por la trama detectivesca) de la vida monacal del momento.
El nombre de la rosa, la novela de Umberto Eco, no es un libro de historia, es -obviedad- una novela, aunque sin duda la cultura y talento de su autor consigue trasladarnos a la vivencia de un momento histórico concreto perfectamente descrito (a años luz de fantasías del tipo El código da Vinci).
Se trata de una novela sagaz e inteligente, entretenida (si el lector disfruta con las recreaciones históricas) y que mezcla historia y una sugerente trama policíaca en un particular homenaje al ínclito Sherlock Holmes,
La adaptación de la novela a la gran pantalla corrió a manos del director francés Jean-Jacques Annaud (que ya había llevado con bastante éxito a la pantalla la novela En busca del fuego).
El reto -siempre complejo y pocas veces exitoso- de "traducir" el lenguaje literario al cinematográfico fue superado notablemente por este director y su equipo de guionistas y el film obtuvo en su momento un gran éxito de taquilla.
Título: El nombre de la rosa/ Der name der rose.
Director: Jean Jacques Annnaud.
Intérpretes: Sean Conery (Guillermo de Baskerville), Christian Slater (Adso de Melk), F. Murray Abraham (Bernardo de Guy), Michael Lonsdale (Abad), Valentina Vargas, Feodor Chaliapin (Jorge de Burgos), Michael Habeck (Berengario), Ron Perlman (Salvatore), William Hickey (Ubertino de Casale), Andrew Birkin (Bonograzia)
Guión: Andrew Birkin, Gérad Brach, Howard Franklin, Alain Godard, basándose en la novela del mismo titulo de Umberto Eco.
Música: James Horner.
Asesor histórico: Jacques Le Goff.
Asesor policíaco: Michel Lebrun.
Director de fotografía: Tonino Delli Colli.
Diseño de vestuario: Gabriella Pescucci.
Montaje: Jane Seitz.
Duración: 131 minutos.
Producción: Neue Constantin Filmproduktion, Munich.
Productor: Bernd Eichinger.
Jefe de Produccción: Thomas Schuhly.
Co-productor: Franco Cristaldi.
La revista Fotogramas contaba en su momento como para estar a la altura Annaud se leyó toda la bibliografía que empleó Eco para documentar su historia lo que contribuyó a su fascinación por la época y por el tema: "He hecho la película por amor, por respeto, por fascinación hacia el libro....
la película no es la adaptación exacta del libro.....muestra lo que he visto y he amado en el libro"
El argumento es ya bastante conocido: La acción se sitúa en el norte de Italia, a finales de 1372.
Dos monjes pertenecientes a la orden de los franciscanos, el reconocido sabio Guillermo de Baskerville y su joven discípulo Adso de Melk, se dirigen hacia un monasterio de la zona regido por los benedictinos.
Ambas órdenes religiosas (franciscanos y benedictinos) se encuentran enfrentadas en diversas cuestiones teológicas y en el monasterio al que acuden se pretende mantener un debate sobre algunas de ellas.
Guillermo y su pupilo son sorprendidos al llegar con la confesión por parte del Abad del monasterio acerca de la misteriosa muerte de uno de los monjes, un joven encargado de ilustrar libros miniados.
El Abad requiere a Baskerville para que le ayude a aclarar los hechos, pero antes de que éste empiece a aclarar nada se suceden otras muertes igualmente sorprendentes y misteriosas.
Poco a poco, Guillermo, con la ayuda del joven Adso, intuye que el centro neurálgico de la intriga se sitúa en la biblioteca, lugar que es custodiado celosamente por un monje ciego, Jorge de Burgos.
Entre indagación e indagación, Adso, joven despierto que no pierde el tiempo, va descubriendo no solo los rigores de la vida monástica sino los placeres que puede deparar la carne ya que una joven y atractiva campesina le instruye -siquiera sea brevemente- en las diversas alegrías que también se pueden encontrar en la tierra.
La llegada de Bernardo de Gui, el gran inquisidor, es preludiada por la repentina prohibición de las investigaciones criminales por parte del Abad. Como era de prever, la curiosidad innata de Baskerville hace caso omiso de dicha prohibición y continua discretamente con sus indagaciones, llegando a descubrir un complicado laberinto oculto detrás de las paredes de la biblioteca: Es un lugar secreto en donde se esconden libros que se pensaban que estaban totalmente perdidos y que, como estaban en contra de la ortodoxia reinante, habían sido ocultados allí.
Mientras tanto, Gui y sus hombres detienen a la campesina y a dos monjes algo frikis -el estúpido Salvatore y el bodeguero Remigio- acusándoles a todos de realizar actos satánicos.
Guillermo, antiguo adversario del inquisidor, no puede hacer nada por el momento.
Las muertes se van sucediendo. Bajo tortura, los acusados confiesan todo lo que se les pide y Bernardo de Gui, crecido ante la eficacia de sus métodos, acusa a Baskerville de herejía como quién no quiere la cosa. Incidentalmente, Guillermo y Adso consiguen volver a la biblioteca y descubren la verdad que se encierra entre sus muros. El misterio se esclarece pero el fuego acaba con la biblioteca, el monasterio.....y el culpable.
Contaba Eco, no sin cierta sorna, que la idea de escribir una intriga criminal en un monasterio le vino de las ganas que tenía de envenenar a un monje, después de los largos años de estudio que dedicó a la Edad media. Por suerte para todos, esa energía "asesina" se sublimó mediante la redacción de la novela que nos ocupa y que inspiró la película de Annaud.
(Eco, preguntado sobre que le parecían los cambios introducidos por Annaud y su equipo, prespondió: "Yo escribí mi novela, Annaud ha hecho su película"
No quisiera finalizar este post sin incidir en que Jacques Le Goff, uno de los más reputados especialistas en historia medieval de Francia, junto con Michel Lebrun, un reconocido especialista en novela policíaca, trabajaron junto con el director y el equipo de guionistas, para conseguir dotar al film de verosimilitud y autenticidad, tanto a la hora de desarrollar los acontecimientos de la historia como a la hora de recrear el ambiente en el que se suceden los hechos que se nos narran.
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