lunes, 4 de noviembre de 2019

Momentos de cine (104): El paciente Inglés (1996) .

El Paciente inglés, dirigida en 1996 por Anthony Minghella, fue un exitoso melodrama ambientado en los años treinta y durante la segunda guerra mundial.
El film, recreación de la interesante novela de Michael Ondaatje del mismo nombre, fue interpretado por Ralph Fiennes (Conde Lazlo Almassy), Juliette Binoche (Hana), Kristin Scott-Thomas (Katherine Clifton), William Dafoe (Caravaggio), Naveen Andrews (Kip), Colin Firth (Geoffrey Clifton) y Jurgen Prochnow (oficial alemán).
En su momento, la publicidad se volcó en recalcar la historia de amor entre el caballeroso (y auto-reprimido) arqueólogo Conde Almassy y Katherine Clifton, ama de casa insatisfecha e incomprendida (en similitud argumental con algunos relatos del ínclito Somerset Maugham), pero -lógicamente- hay mucho más, tanto en la novela de Ondaatje como en su puesta en escena cinematográfica.
La película nos cuenta varias historias entre cruzadas. 
Navega con fluidez entre el presente inmediato, marcado por la segunda guerra mundial y protagonizado por Hanna, un quemado -literalmente- Almassy, Kip (un experto desactivador de minas que es capaz de encender el amor de Hanna) y Caravaggio (un personaje pelín forzado, pero que añade un punto de misterio al conjunto) y el pasado, un pasado en el que se fraguó la historia de amor adúltero entre el Conde explorador y Katherine Clifton, deseosa de encontrar en su interior el mismo calor que le abrasa por fuera.
Todo ello en un contexto de entre-guerras y en un ambiente exótico y tórrido (tan tórrido como el deseo de sus protagonistas),  que complicará mucho las consecuencias -dramáticas- del mismo.
Minghella utilizó con inteligencia los flashbacks y demostró, sin duda, bastantes recursos narrativos -algunos de ellos muy bellos- aunque en algunos momentos perdió demasiado tiempo en la explicación de ciertos detalles que no eran esenciales (¡no en vano el film dura casi tres horas!).
La película está -realmente- muy bien ambientada (y eso tiene su mérito, no es algo accidental ni fácil aunque estemos ya acostumbrados a verdaderos alardes en este sentido).
La acción transcurre en diversos y muy diferentes escenarios: el desierto norteafricano (bellísimas dunas, mostradas con sinuosa elegancia), Egipto y la muy verde Toscana (varias escenas fueron rodadas en la plaza de Pienza y en Arezzo, en donde se filmaría el momento en el que Kip enseña a una asombrada Hanna los frescos de Piero della Francesca de la iglesia de San Francisco) y, factor también muy relevante, es acompañada por una espléndida banda sonora de Gabriel Yared, que se convierte en un elemento esencial del film.
 No podemos olvidarnos tampoco de alabar la muy notable fotografía de John Seale.
 Por todo ello, la película se sigue viendo con agrado veinte años después.
Aunque, como he dicho más arriba, es un melodrama, con todos los pros y contras de dicho género.
El paciente ingles obtuvo varios premios: en la Berlinale, en los Premios Bafta y nueve Oscars de la Academia de Hollywood, en 1997

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