3ª parte: Vampiresas de cine.
Si
el origen de la mujer “devoradora” tiene, como hemos podido ver en los post anteriores, una acrisolada
historia, el de la “mujer fatal” se remonta tan sólo a un par de siglos ya que
fue en el romanticismo donde su figura se recreó adoptando los parámetros con los que ha llegado hasta
nosotros.
La dolorosa sensación de fracaso o de la triste imposibilidad del amor, tan propia de ese periodo, fue el germen de donde nació un tipo de mujer que, poco a poco, fue adquiriendo el carácter sinuoso y sofisticado con que el cine de los 30 y los 40 revistió a las “vamp”.
El calificativo de vampiresa nació en el cine basado en el poema de Kipling “The vampire”, que fue llevado a la pantalla en los primeros años del cine mudo. Desde entonces la cinematografía ha ido mostrando sugerentes variaciones hasta la magnífica eclosión que se produjo con la proliferación del cine negro de los años cuarenta del pasado siglo. En los vertiginosos inicios del cine se recurrió de forma constante a beber de las pautas teatrales y literarias de la época. Del melodrama del XIX se tomaron prototipos muy definidos que facilitaban la identificación por parte del incipiente público cinematográfico.
En el caso de los estereotipos femeninos la polarización fue obvia: La jovencita de aspecto angelical y puro, inocente, siempre cándida (y presumiblemente virgen), verdadero dechado de virtudes (y, con los ojos actuales, algo más que ñoña) frente a “la mala”: la mujer fatal, la que es capaz de arrastrar al hombre al mal camino, a la perdición.
Hermosa, muchas veces perversa, siempre pecadora y lasciva, i-n-s-a-c-i-a-b-l-e, era capaz de arrebatar a la dulce novia o a la fiel y candorosa esposa “su hombre” (ya se sabe que en la guerra y en el amor todo vale y aquí la solidaridad de género suele obviarse: la pasión manda).
La dolorosa sensación de fracaso o de la triste imposibilidad del amor, tan propia de ese periodo, fue el germen de donde nació un tipo de mujer que, poco a poco, fue adquiriendo el carácter sinuoso y sofisticado con que el cine de los 30 y los 40 revistió a las “vamp”.
El calificativo de vampiresa nació en el cine basado en el poema de Kipling “The vampire”, que fue llevado a la pantalla en los primeros años del cine mudo. Desde entonces la cinematografía ha ido mostrando sugerentes variaciones hasta la magnífica eclosión que se produjo con la proliferación del cine negro de los años cuarenta del pasado siglo. En los vertiginosos inicios del cine se recurrió de forma constante a beber de las pautas teatrales y literarias de la época. Del melodrama del XIX se tomaron prototipos muy definidos que facilitaban la identificación por parte del incipiente público cinematográfico.
En el caso de los estereotipos femeninos la polarización fue obvia: La jovencita de aspecto angelical y puro, inocente, siempre cándida (y presumiblemente virgen), verdadero dechado de virtudes (y, con los ojos actuales, algo más que ñoña) frente a “la mala”: la mujer fatal, la que es capaz de arrastrar al hombre al mal camino, a la perdición.
Hermosa, muchas veces perversa, siempre pecadora y lasciva, i-n-s-a-c-i-a-b-l-e, era capaz de arrebatar a la dulce novia o a la fiel y candorosa esposa “su hombre” (ya se sabe que en la guerra y en el amor todo vale y aquí la solidaridad de género suele obviarse: la pasión manda).
Si
en los inicios del cine la “devoradora
de hombres” tuvo gran éxito, con el paso del tiempo y la maduración de los
personajes se impusieron cambios que
ampliaron el registro de las “malas mujeres” dando lugar a toda una galería de
seductoras que, si bien mantenían la fascinación de lo prohibido y muchas veces
arrebatan el “héroe” a la sacrificada y fiel “heroína” (reencarnaciones -aburridas- de Penélope), casi siempre pagaban por
ello cuando no se sometían a una particular catarsis que las reciclaba hacia el
buen camino.
La “mujer fatal” solía irrumpir en la vida de hombres inocentes o débiles y trastocaba todo su entorno. Encuentros casuales, incluso a veces involuntarios, daban pie para tejer la red que les convertiría en víctimas de la dama. Miradas cautivadoras, sensualidad, muchas dosis de sofisticación, constituían los hilos con que serían atrapados hacia un paraíso que en ocasiones incluso era solo intuido (aunque casi siempre carnal y viciosillo).
Son muchas las películas que han contribuido a inmortalizar el mito de la mujer fatal y ello implica, necesariamente, que tengamos que hacer una escueta selección.
Entre las actrices paradigmáticas he seleccionado a: Theda Bara, Margaret Livingston, Louise Brooks, Marlene Dietrich, Bárbara Stanwick, Mary Astor, Ava Gadner, Lana Turner, Rita Hayworth, siendo penosamente consciente de omisiones memorables....pero ¡¡un blog, es un blog!! y, por definición, necesariamente limitado.
Entre las películas emblemáticas: “Cleopatra", “Amanecer”, “La caja de Pandora”, “El ángel azul”, “Perdición”, “El halcón maltés”, ”Forajidos”, “El cartero siempre llama dos veces”, “Gilda”.......
La “mujer fatal” solía irrumpir en la vida de hombres inocentes o débiles y trastocaba todo su entorno. Encuentros casuales, incluso a veces involuntarios, daban pie para tejer la red que les convertiría en víctimas de la dama. Miradas cautivadoras, sensualidad, muchas dosis de sofisticación, constituían los hilos con que serían atrapados hacia un paraíso que en ocasiones incluso era solo intuido (aunque casi siempre carnal y viciosillo).
Son muchas las películas que han contribuido a inmortalizar el mito de la mujer fatal y ello implica, necesariamente, que tengamos que hacer una escueta selección.
Entre las actrices paradigmáticas he seleccionado a: Theda Bara, Margaret Livingston, Louise Brooks, Marlene Dietrich, Bárbara Stanwick, Mary Astor, Ava Gadner, Lana Turner, Rita Hayworth, siendo penosamente consciente de omisiones memorables....pero ¡¡un blog, es un blog!! y, por definición, necesariamente limitado.
Entre las películas emblemáticas: “Cleopatra", “Amanecer”, “La caja de Pandora”, “El ángel azul”, “Perdición”, “El halcón maltés”, ”Forajidos”, “El cartero siempre llama dos veces”, “Gilda”.......
Los inicios: Theda Bara, Margaret Livingston y Louise Brooks.
Theda Bara, verdadero arquetipo de
mujer fatal cultivó -muy conscientemente- una imagen propia coincidente con los personajes que
interpretaba en la pantalla.
Los propagandistas de la época la llamaron “la mujer más perversa del mundo”, “el ángel del mal”.
Los propagandistas de la época la llamaron “la mujer más perversa del mundo”, “el ángel del mal”.
En la pantalla muda dio vida a todo
tipo de mujeres fuertes: Cleopatra, Safo, Salomé, Carmen, Margarita Gautier:
todas grandes “pecadoras”, paradigmas de lascivia y sensualidad y con cierto
grado de la “perversidad” que le dio fama.
Theodosia Burr Goodmann nació a mediados de la década de 1880. Empezó relativamente tarde en el cine ya que su primer papel como extra fue en 1914 (The Stain, estrenada en 1915). El triunfo le llego con la película de Frank Powell “A fool there was” (1915).
A partir de ahí se inició el proceso de convertir a Theo en una gran estrella que sería rebautizada como Theda Bara creándole toda una biografía espectacular que hizo furor en los aficionados de la época (hija de una concubina egipcia y su amante, un artista francés, que incluso tenía algunos poderes mágicos con los que con sólo mirar a los ojos a un hombre este caía rendido a sus pies).
Theodosia Burr Goodmann nació a mediados de la década de 1880. Empezó relativamente tarde en el cine ya que su primer papel como extra fue en 1914 (The Stain, estrenada en 1915). El triunfo le llego con la película de Frank Powell “A fool there was” (1915).
A partir de ahí se inició el proceso de convertir a Theo en una gran estrella que sería rebautizada como Theda Bara creándole toda una biografía espectacular que hizo furor en los aficionados de la época (hija de una concubina egipcia y su amante, un artista francés, que incluso tenía algunos poderes mágicos con los que con sólo mirar a los ojos a un hombre este caía rendido a sus pies).
La película que la catapultaría a la
fama absoluta fue “Cleopatra"
Theda Bara realizó infinidad de
películas con personajes que escenificaban diferentes tipos de mujeres fatales
hasta que su productora consideró que el filón estaba agotado y la despidió en
1919. Dos años después se retiro
definitivamente del mundo del cine. Murió en 1955, a los 65 años de edad,
en Los Ángeles de un cáncer abdominal.
Sin duda Theda Bara, a pesar de la brevedad de su paso por el cine, fue la base en la que se inspiraron innumerables actrices posteriores.
Si las “vamp” mostraban parte de su seducción hablando, las “devoradoras” del cine mudo lo hacían a través de la acción. Algunos estudiosos del cine consideran que la "mujer de ciudad" de la gran película de Murnau “Sunrise” ( Amanecer, 1927) fue uno de los ejemplos más relevantes de verdadera “vampiresa” dentro del cine de la época, en el que florecían las grandes ingenuas.
Sin duda Theda Bara, a pesar de la brevedad de su paso por el cine, fue la base en la que se inspiraron innumerables actrices posteriores.
Si las “vamp” mostraban parte de su seducción hablando, las “devoradoras” del cine mudo lo hacían a través de la acción. Algunos estudiosos del cine consideran que la "mujer de ciudad" de la gran película de Murnau “Sunrise” ( Amanecer, 1927) fue uno de los ejemplos más relevantes de verdadera “vampiresa” dentro del cine de la época, en el que florecían las grandes ingenuas.
La protagonista “malvada”, Margaret Livingston, competía con la
“buena esposa”(Janet Gaynor), en un
duelo magistral.
Con esta película Murnau iniciaba su bautismo de fuego en Hollywood. El entusiasmo de William Fox por el trabajo previo de este director fue tal que le permitió un grado de libertad artística raras veces visto en el cine. Desde luego Murnau no desaprovechó la oportunidad y consiguió, con su resultado, la ovación prácticamente unánime de la crítica del momento (y posterior). Con la ayuda de Carl Meyer –su guionista favorito- adaptó la novela “Pasaporte a Tilsit” (popular en su momento) dando más importancia a los trazos psicológicos de los personajes que al desarrollo de la trama. El matrimonio protagonista fue encarnado por George O'Brien y Janet Gaynor.
El primero se manejaba bien mostrando una amplia gama de emociones que iban desde la pasión más exaltada por la “mujer de la ciudad” a la pena y el arrepentimiento más absoluto por haber intentado matar a su mujer y la Gaynor bordaba su papel de perfecta esposa, mujer abnegada y comprensiva, dechado de virtudes domésticas.
En el lado opuesto estaba Margaret Livingston quien seducía y arrastraba al marido hasta el extremo de convencerle de que asesine a su mujer (meta final de muchas “fatales”: deshacerse de su pareja a través del amante o convencer a este que se deshaga de la suya, como en este caso).
El virtuosismo de Murnau con la cámara fue y es asombroso, utilizando muchos travellings innovadores para la época e incluyendo alguno que anticipaba el uso de la cámara subjetiva mostrando a través de ésta la visión del personaje.
La película fue recompensada con un Oscar a la Mejor Calidad Artística.
También Janet Gaynor y los directores de fotografía obtuvieron un merecido galardón.
Con esta película Murnau iniciaba su bautismo de fuego en Hollywood. El entusiasmo de William Fox por el trabajo previo de este director fue tal que le permitió un grado de libertad artística raras veces visto en el cine. Desde luego Murnau no desaprovechó la oportunidad y consiguió, con su resultado, la ovación prácticamente unánime de la crítica del momento (y posterior). Con la ayuda de Carl Meyer –su guionista favorito- adaptó la novela “Pasaporte a Tilsit” (popular en su momento) dando más importancia a los trazos psicológicos de los personajes que al desarrollo de la trama. El matrimonio protagonista fue encarnado por George O'Brien y Janet Gaynor.
El primero se manejaba bien mostrando una amplia gama de emociones que iban desde la pasión más exaltada por la “mujer de la ciudad” a la pena y el arrepentimiento más absoluto por haber intentado matar a su mujer y la Gaynor bordaba su papel de perfecta esposa, mujer abnegada y comprensiva, dechado de virtudes domésticas.
En el lado opuesto estaba Margaret Livingston quien seducía y arrastraba al marido hasta el extremo de convencerle de que asesine a su mujer (meta final de muchas “fatales”: deshacerse de su pareja a través del amante o convencer a este que se deshaga de la suya, como en este caso).
El virtuosismo de Murnau con la cámara fue y es asombroso, utilizando muchos travellings innovadores para la época e incluyendo alguno que anticipaba el uso de la cámara subjetiva mostrando a través de ésta la visión del personaje.
La película fue recompensada con un Oscar a la Mejor Calidad Artística.
También Janet Gaynor y los directores de fotografía obtuvieron un merecido galardón.
Margaret Livingston hizo su debut en el cine en 1916. Su
carrera fue bastante prolongada ya que sobrevivió a la criba que se produjo
con los inicios del sonoro en 1927.
Durante la época muda participo en una cincuentena de películas y ya con el sonoro actuó en alrededor de veinte más, retirándose en 1934 (Su última participación fue en “Social Register”).
Durante la época muda participo en una cincuentena de películas y ya con el sonoro actuó en alrededor de veinte más, retirándose en 1934 (Su última participación fue en “Social Register”).
De
vez en cuando doblaba voces para otras actrices, entre ellas Louise Brooks.
Murió en 1984, con 89 años.
Louis
Brooks, nacida en
1906, y en sus inicios bailarina (llegó a trabajar con Martha Graham y en el Ziegfeld Follies), fue una de las caras más populares del cine
mudo, aunque su carrera se prolongó hasta casi el final de los años treinta. Siendo actriz norteamericana llama la atención que su fama se deba fundamentalmente
a tres películas rodadas en Europa: Dos en Alemania bajo la dirección de Georg Whilhem Pabst (“La caja de Pandora” (1928) y
“Tres páginas de un diario” (1929)) y una en Francia (“Prix de Beaute” (1930),
dirigida por Augusto Genina).
Las tres películas pasaron hasta cierto punto desapercibidas para el gran público debido a que en ese momento el cine sonoro empezaba a hacer su irrupción y a que fueron fuertemente censuradas debido al tratamiento demasiado explícito de la sexualidad (incluida, entre otras cosas, alguna insinuación lesbiana).
Para muchos la Brooks fue la “mujer fatal” por excelencia, precisamente por resultar la menos siniestra y amanerada. Aunque en "La caja de Pandora" convierte en víctimas suyas a todos los hombres con los que se relaciona, no lo hace con juego sucio o de manera taimada, como sí harán muchas de las sinuosas “vamp” de los cuarenta.
Murió en 1984, con 89 años.
Las tres películas pasaron hasta cierto punto desapercibidas para el gran público debido a que en ese momento el cine sonoro empezaba a hacer su irrupción y a que fueron fuertemente censuradas debido al tratamiento demasiado explícito de la sexualidad (incluida, entre otras cosas, alguna insinuación lesbiana).
Para muchos la Brooks fue la “mujer fatal” por excelencia, precisamente por resultar la menos siniestra y amanerada. Aunque en "La caja de Pandora" convierte en víctimas suyas a todos los hombres con los que se relaciona, no lo hace con juego sucio o de manera taimada, como sí harán muchas de las sinuosas “vamp” de los cuarenta.
El argumento narra las peripecias de Lulú, chica de “espíritu libre” que trabaja de artista y que vive a costa de los hombres que caen bajo su embrujo; de hecho, mantiene una relación con el Dr.Schön, con el que se casa, y juguetea también con su hijo.
En una discusión por celos mata a su marido y huye de la justicia ayudada por un antiguo chulo y el hijo de Dr. Schön que sigue enamorado de ella. Como no podía ser menos en la lógica de la época, su incontenible sensualidad sólo puede llevarla a la destrucción y después de diversas peripecias muere asesinada (por Jack el destripador, ¡sin duda una muerte con clase!).
Su retorno a Hollywood después del periplo europeo, a comienzos de los años treinta, no pudo revitalizar su carrera y tras algunas películas (entre ellas un western al lado de un joven John Wayne que fue su último papel cinematográfico) se retiró definitivamente de la pantalla en 1938 para fundar -sin éxito- una escuela de baile.
Con posterioridad se dedicó a escribir y publicó una autobiografía titulada "Lulú en Hollywood".
Su figura y labor fue reconocida posteriormente con el “redescubrimiento” de los cinéfilos franceses que la proclamaron un verdadero icono del cine mudo.
Louise Brooks, que tuvo problemas con el alcohol durante toda su vida, murió el 8 de Agosto de 1985, de un ataque al corazón.
Todas las imágenes y/o vídeos que se muestran corresponden al artista o artistas referenciados.
Su exposición en este blog pretende ser un homenaje y una contribución a la difusión de obras dignas de reconocimiento cultural, sin ninguna merma a los derechos que correspondan a sus legítimos propietarios.
En ningún caso hay en este blog interés económico directo ni indirecto.
Texto: Javier Nebot (Junio 2013)
Revisado el 5 de enero del 2019.
-continuará-
Muy interesante el artículo.
ResponderEliminarMi humilde opinión es que tienes que escribir otro, porque nos ha sabido a poco.