Las Variaciones Goldberg son, sin duda, una de las obras más fascinantes de toda la música clásica.
Uno de los primeros biógrafos de Bach cuenta que un día de otoño de 1740 apareció en casa del compositor, en visita sorpresa, el diplomático ruso Conde Karl von Keyserling.
Le acompañaba un joven de catorce años, tecladista, llamado Johann G. Goldberg, a quien Keyserling quería dejar instalado en la casa de Bach para que éste fuese su maestro.
Goldberg, que vivía normalmente en la casa del Conde, se dedicaba a tocar música para su patrono cuando éste se desvelaba por el insomnio crónico que padecía. El aristócrata dejó entrever a Bach que le vendrían de maravilla unas variaciones que le ayudasen a conciliar el sueño y aliviar las noches en vela. Éste aceptó el encargo y escribió la obra que nos ocupa, para satisfacción del Conde (que pagó muy generosamente la composición a su autor: una copa de oro repleta de Luises de oro, 100 exactamente) y de la nuestra.
Goldberg tocó, noche tras noche, sus Variaciones a Keyserling y éste, por lo que cuentan, parece que no se cansó nunca de ellas.
Como muchas obras de Bach, esta partitura también fue olvidada durante mucho tiempo y, a Dios gracias, fue posteriormente redescubierta y valorada.
En 1933, la clavecinista polaca Wanda Landowska tocó por primera vez en tiempos modernos esta obra.
A partir de entonces las interpretaciones y versiones han sido innumerables y algunas de ellas, como las realizadas por Glenn Gould en 1955 y 1981, memorables.
Yuan Sheng, piano.
Dan Tepfer, piano.
Thomas Enhco. Piano.
Iñaki Salvador & Alexis Delgado (pianistas).
Variaciones con dos pianos.
Variaciones con saxofón
Versión para trío de cuerdas,
Aitzol Iturriagagoitia, Violín; H. Armas, viola, David Apellaniz, violonchelo
NES Chamber orchestra.
Versión jazz.
Trompeta
Otras interpretaciones y versiones:
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