Agata Nowicka —también conocida bajo
el seudónimo de Endo— nació en 1976 en la
ciudad portuaria de Gdańsk (Polonia). Ha
logrado destacar como ilustradora, historietista y artista gráfica, moviéndose entre la agudeza del comentario
social y la sensibilidad íntima del autorretrato.
Su obra, ciertamente, muestra la fuerza de una generación que creció entre los estertores del comunismo y la promesa digital de un nuevo milenio; su trazo —limpio, incisivo, a menudo irónico— se ha convertido en una voz reconocible dentro y fuera de Polonia.
GoSee presenta a Agata Endo - Grafitat
Agata 'Endo' Nowicka - Biography | Artist | Culture.pl
Inicialmente, se formó en el Liceo de Artes Plásticas de Gdynia. Muy pronto se decidió a explorar los márgenes menos ortodoxos del arte gráfico. Más allá de los límites del aula, fue en el universo en expansión de Internet en donde encontró su primer campo de experimentación.
En 2001, cuando el mundo aún tanteaba los rudimentos de los blogs, Nowicka se convirtió en una de las pioneras del cómic digital en Polonia al fundar komix.blog.pl, un espacio que se convertiría en laboratorio de ideas, diario ilustrado y espejo público de su alter ego: Endo.
No se puede hacer arte con la felicidad - Agata ENDO Nowicka - entrevista - PROwincja
En esas primeras viñetas —realizadas con un estilo deliberadamente rudimentario, en MS Paint— se entrevé ya la esencia de su estilo: una mirada afilada sobre la vida doméstica, las relaciones humanas, el cuerpo femenino y las tensiones de lo contemporáneo.
Las protagonistas de sus cómics son mujeres que dudan, se contradicen, se exponen, se enojan y se ríen de sí mismas.
Con el tiempo, su trabajo evolucionó
desde el cómic digital hacia formas más elaboradas de narración visual. En 2006
publicó Projekt Człowiek ("Proyecto
Humano"), una novela gráfica profundamente personal en la que documenta su
embarazo. En ese libro reflexiona sobre
el cuerpo como territorio cambiante y la maternidad como experiencia liminal
entre el yo y el otro. Su estilo, aunque más depurado, conserva el pulso
confesional y la claridad narrativa de sus inicios.