Si la música barroca francesa, con Lully a la cabeza, es una buena muestra de la Grandeur, no lo es menos la que cultivaban en Gran Bretaña, patria de la pompa y la circunstancia.
Zadok the Priest de Handel -alemán admirador de los ingleses- ayuda a poner banda sonora a muchos momentos estelares de la monarquía inglesa, e incluso, consigue que a uno le entren frívolas tentaciones de adhesión monárquica: ¡pocas cosas tan seductoras como el boato elegante!
Es una suerte que según qué marchas no suenen a zafarrancho (como, lamentablemente, sucede a menudo en nuestro país).
Entrada revisada y actualizada a 27-06-2020.
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Javier
Nebot
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