lunes, 10 de diciembre de 2018

Micro-desahogos (7): Hacia la estupidez ¿rampante? (2).

Todos tenemos momentos en los que, lejos de demostrar inteligencia, nos comportamos estúpidamente, o en los que en vez de decir algo sabio y prudente lanzamos alguna que otra sinsorguez. 
Pero, a pesar de ello, no deja de sorprenderme, de llamarme poderosamente la atención, el ahínco con que algunos (y algunas que, vuelvo a insistir, en esto si hay verdadera paridad) insisten en hacer gala y ostentación de un grado de estupidez supino.
Es como si su meta existencial estribase en superar con creces los niveles de necedad que Dios, en su magnanimidad, tuvo a bien concederles.
Ante esos casos -cada vez más penosamente abundantes- no hay mucha salvación posible: si no quiere sufrir las consecuencias lo mejor que puede hacer (si puede, claro) es poner toda la distancia posible por medio y huir con la mayor celeridad posible. Olvídese de si es decoroso o no (a fin de cuentas pocos conocen ya el significado de esa palabra) o de si su imagen puede verse minusvalorada por su teórica "cobardía" porque difícil será -si permanece cerca- que no acabe pagando infortunios que no le corresponden, viéndose envuelto en alguna reyerta pseudo-ideológica o contrayendo una jaqueca monumental por el esfuerzo de auto-control. 
La estupidez es en muchas ocasiones como la gripe: si te agarra, te arrasa. 
Parece poca cosa, pero acaba dejándote, valga la redundancia, para el arrastre.
Y como en la gripe no hay vacuna realmente eficaz, más bien conatos de inoculación para intentar aumentar la resistencia a la misma..... que suelen resultar, tristemente, muy poco efectivos.
Lo dicho. Hay toxicidades de las que mejor huir.
Apaguen pues la televisión como primera medida de salud si quiere evitar el contagio (habrá excepciones, pero como norma el grado de memeces que hay que escuchar y ver en tal medio exige tener un ojo crítico muy, pero que muy entrenado, para que no le meten a uno un "gol").
Rodéese de personas sobre las que tenga la certeza que no estén irreparablemente contaminadas (y en caso de duda evite mencionar o sacar a relucir según que temas, hable del tiempo o de cualquier tópico lo más aséptico posible y así se evitará disgustos). Atrinchérese con esos libros de confianza que le hayan ayudado en reiteradas ocasiones a contener, a poner diques, a la diarrea verbal y mental con la que algunos -en expansivo uso de su estupidez- abruman a todo el que pueden.

Sé que suena a discurso agorero y rancio. Apocalíptico. 
Sin embargo nada más lejos de la realidad.
En los acelerados tiempos del turbo-consumo en los que vivimos parece que prima en demasiados ámbitos -y el de los medios de comunicación es uno de ellos, clave y determinante- un ansía sin límite por el esperpento, por la necedad graciosa (sic), o por la memez provocona y extrema.
¿En dónde está la reflexión? 
¿En dónde la crítica constructiva que ayude a comprender -o a encajar- la realidad?
¿En dónde la alternativa razonable al comentario grosero o descalificador?
 Y si en los medios que informan y educan (de nuevo sic) se opta por la manipulación y los clichés.....¿cómo podremos evitar "contagiarnos" de la estupidez ambiental?
Con todo, confío en la fuerza de quienes NO quieren tragar con las consignas mediáticas; en el valor de las personas que realmente quieren construir algo bueno más allá de "buenismos" chocholos y emocionalidades de "pan de azúcar".
Difícil, pero hay que tener esperanza en que la luz volverá, en que la omnipresente posverdad acabará generando un verdadero ansia de pensamiento crítico y sensato.
¡O eso quiero creer!
Todas las imágenes y/o vídeos que se muestran  corresponden al artista o artistas referenciados.
Su exposición en este blog pretende ser un homenaje y una contribución a la difusión de obras dignas de reconocimiento cultural, sin ninguna merma a los derechos que correspondan a sus legítimos propietarios.
En ningún caso hay en este blog interés económico directo ni indirecto.
Texto: Javier Nebot

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