Si en la entrada anterior de esta sección pudimos ver algunos de los "nacimientos" de Venus y de sus recreaciones más modernas (Ocio Inteligente: para vivir mejor: Opinión personal (107): Acercamiento a la imagen del mito en el arte de ayer y de hoy (4). (ociointeligenteparavivirmejor.blogspot.com) , ahora tendremos oportunidad de solazarnos con las versiones reclinadas o sedentes de la diosa.
Las imágenes reclinadas de Afrodita se estima que surgieron hacia el siglo V a.C.
(Afrodita Olimpias y la figura que reposa sobre el regazo de Diana en el frontón del
Partenón), pero su éxito como tradición iconográfica surgió, sobre todo, en el siglo XVI a partir del cuadro de Giorgione que terminó Ticiano, “La Venus dormida” y de la “Venus de
Urbino” de este último pintor.
El éxito de las representaciones reclinadas de Afrodita estribó, en buena medida, en la
libertad creativa existente ya en Europa, casi olvidados los tiempos oscuros de la Edad
Media, y –también- en el erotismo, más o menos justificado, más o menos permitido,
que se destilaba de las imágenes, en general magnificas recreaciones de la belleza de la mujer.
Todas estas creaciones artisticas se aceptaban como prueba del buen gusto de Dios o como certificación de todo
lo contrario: de que de algunas mujeres, que hacían ostentación de su lujuria y de sus
poderes de seducción, lo mejor era alejarse o, como mucho, verlas en pintura.
Los
cuadros daban fe de en qué no había que caer (con poco éxito, sin duda).
Pecaminosas o no, la iconografía de la Venus reclinada ha sido, desde luego, tanto o incluso más representada que la de su nacimiento.
Alguna fuerza poderosa debe tener, ciertamente, su imagen cuando tantas mujeres (y algunos hombres) no se han resistido a posar, con mayor
o menor gallardía, de la misma manera, como si fueran réplicas de la diosa.
La sensualidad de las imágenes se fue adaptando al gusto de cada época.
Y el factor
provocación era, en algunas ocasiones, explícito y deseado (¡no había internet!)
La Venus de Alexandre Cabanel, pintada en 1863, fue motivo de
admiración y alabanza por parte de Napoleón III, en un momento en el que el arte francés estaba dando vigorosas muestras de adentrarse en las innovaciones más atrevidas. De hecho, Édouard Manet rompió esquemas y provocó verdaderos escándalos con su Olimpia, presentada en
ese mismo año (1863): una obra que ha tenido un éxito replicador asombroso hasta nuestros días.
Para finalizar este acercamiento somero a uno de los arquetipos más relevantes de la
iconografía occidental (el de la mujer en sus diferentes facetas) tenemos que referirnos,
necesariamente, a la diosa sentada, asimilada y reconvertida por la tradición occidental
cristiana en la “diosa de los cielos”.
La cuasi divinización de la Virgen María, Madre del
Cristo Redentor, fue aceptada casi sin contestación durante siglos por muchos pueblos
porque, de alguna forma muy profunda, vinculaba la figura de la Madre de Cristo con la
de la Gran Madre Tierra.
Como en los casos anteriores los orígenes de tal veneración
podrían retrotraerse a siglos de distancia, pero estos post no pretenden ahondar en antropología ni en teología.
Baste señalar que son numerosas y remotas las tradiciones en las que se funda dicha adoración al principio femenino y, con él, a la fertilidad y “maternidad” de la
Madre Tierra, acompañada de todas las fuerzas femeninas que cuidan y alientan la reproducción, la fecundidad, la maternidad y, en última instancia, la abundancia y la supervivencia.
Tan alta dignidad suele venir representada, desde tiempos inmemoriales, con
figuras sentadas, entronizadas.
La idea de realeza o nobleza sin vincularon muy pronto
con el derecho a permanecer sentado cuando los demás debían estar de pie, arrodillados o postrados.
Casi todas las culturas han manifestado esta curiosa forma de respeto y, lógicamente, tal pose se ha inmortalizado en esculturas y pinturas (1).
A medida que la sociedad se fue desacralizando y volviéndose algo más democrática,
surgieron en abundancia retratos y figuras de personas de no tan alto nivel (aristócratas menores y burgueses) que querían dejar constancia de su posición social “a la manera antigua”, sentados con cierta aureola de superioridad y, en general, rodeados
de símbolos de su poder o de su alta condición social.
Uno de los retratos sedentes más
adorados de la historia, la Monalisa de Leonardo da Vinci, ha tenido la oportunidad
de convertirse, por diversos motivos (entre ellos, uno tan banal como la fama que adquirió cuando fue robada en 1913) en un verdadero icono actual, reproducido hasta la saciedad de miles y miles de formas, según la situación del momento, convirtiéndose por
méritos propios en uno de los memes por excelencia (no el único, desde luego).
Y de hecho la entrada de este blog mas visitada, literalmente miles de visitas, es la que dedique a las diferentes versiones de este inmortal retrato.
En el siguiente post reflejaremos algunas de las imágenes más conocidas de las diosas sentadas.
Notas:
(1) En la historia de Afrodita confluyen varias historias y su figura se superpone a otras
ya existentes. Su figura simboliza la belleza y con ella el atractivo erótico y el deseo sexual. Se le ha venerado también como diosa de la fertilidad y, en este sentido, compite
con Hera, esposa de Júpiter y diosa del matrimonio. En cualquier caso, el arco de acción
de Afrodita es mucho más amplio que el de Hera y va desde la prostitución (que en
muchos lugares y épocas tuvo carácter sagrado) hasta el “amor verdadero” que algunos
creen experimentar, y que es un alivio para las rigideces y obligaciones del matrimonio.
Hay en sus artes e influencia la benefactora presencia de lo lúdico (Ares desfogaba sus
ardores guerreros en sus brazos) y la embriaguez de lo erótico. Sus origines se podrían
rastrear hasta el Paleolítico y, como he mencionado antes, funden diversas tradiciones
que cargan en unos u otros aspectos de su poder o importancia. Lo que parece claro es
que una de las tradiciones es con toda probabilidad indoeuropea y la otra procede de
oriente, probablemente la Astarté fenicia, que se adoraba en Chipre y que a su vez
parece que estaba vinculada con la diosa Ishtar mesopotámica que podríamos considerar prima hermana de Lilith. Su nacimiento, muy representado como hemos podido ver en las
imágenes previas, está engarzado con un mito interesante: Afrodita/Venus habría nacido de los genitales de Urano que fueron arrojados al mar cuando Cronos (Saturno) se
los cortó. Al mezclarse con la espuma da las olas (aphrón) nació, pletórica de energía y
belleza, la diosa del amor y de la belleza física.
Todas las imágenes y/o vídeos que se muestran corresponden al artista o artistas referenciados.
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