Muy cerca de los Jardines de Luxemburgo, en Montparnasse, se encuentra el Museo Zadkine.
Poco conocido, merece la pena visitarlo. Se trata de un museo pequeño, muy bien cuidado y gratuito que muestra, en una buena selección, las obras escultóricas de Ossip Zadkine (1890-1967).
Ossip Zadkine nació en 1890, en la ciudad de Vítebsk
(en la actualidad Bielorrusia), en el seno de una familia de origen ruso y judío.
Su infancia transcurrió entre las extensiones frías
del Imperio ruso, pero con el calor de
una educación artística temprana ya que su padre era profesor de latín y
griego, y su madre, de ascendencia escocesa, le inculcó la sensibilidad hacia
la música y las artes.
Atraído por la vanguardia europea, se trasladó en 1909 a París. Allí se instalaría definitivamente y tanto su vida como su arte fueron cobrando forma.
La capital francesa, verdaderamente en plena ebullición artística, era
en ese momento un crisol de estilos y nacionalidades: en Montparnasse, Zadkine
compartió cafés y talleres con Modigliani, Picasso, Chagall o Brancusi. De
hecho, este último influyó poderosamente en su comprensión del volumen y la
materia, aunque Zadkine muy pronto encontró un lenguaje propio, marcado por la
tensión entre el clasicismo y la descomposición cubista.
Durante la década de 1910, el escultor exploró el cubismo desde la escultura, trasladando al espacio tridimensional las geometrías fragmentadas que Picasso y Braque habían desarrollado en la pintura.
Sus figuras de madera y piedra, reducidas a planos oblicuos y ritmos angulosos, parecen instrumentos musicales desarmados, cuerpos que se convierten en arquitectura. A diferencia de la rigidez que a veces se asocia al cubismo, en Zadkine hay siempre un pulso vital, un lirismo subyacente que recuerda sus raíces eslavas. Su Homme à la guitare (1918), una de sus obras tempranas más conocidas, combina la abstracción geométrica con un sentido orgánico del movimiento que preludia su evolución posterior.
La Segunda Guerra Mundial lo obligó nuevamente al exilio.
Como judío y extranjero, Zadkine abandonó Francia en 1941 y se refugió en Estados Unidos. Allí impartió clases en Nueva York y entró en contacto con el ambiente artístico americano, pero nunca dejó de sentirse profundamente europeo. En 1945, con el final del conflicto, regresó a París y encontró su estudio saqueado. Sin embargo, de la destrucción nacería su obra más célebre: La Ville détruite (La ciudad destruida, 1953).
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