No creo ni en "buenas mentiras" ni en falsas responsabilidades, pero -ojalá- esta película igual me sorprende y ahonda en posibilidades imprevistas más allá de las lagrimitas "pequeño-burguesas".
El año pasado tuve en la Universidad de Deusto una profesora que, en su afán activista bienintencionado (sincero), casi exigía esas "pequeñas mentiras": la realidad -desde mi punto de vista- es mucho más compleja y la necesidad de que todas las comunidades/naciones asuman sus propias responsabilidades resulta cada vez más urgente, sin que ello implique necesariamente cegarse hasta el extremo de olvidarse de la solidaridad.
Se puede conseguir movilizar corazones con interpretaciones sesgadas, pero de lo que realmente se
trata es de que en todos los países sus habitantes se comprometan en el cambio a mejor (según crean que sea ese mejor, que generalmente es tan mal entendido).
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