martes, 22 de septiembre de 2015

Opinión personal (47): Vampiresas de cine (5º).

   La plenitud de los años cuarenta: las “vamp” del cine negro. 

Como bien señala  la “Historia universal de cine(1) en su capítulo dedicado a las “vamp”, la Dietrich creada por Sternberg “resultaba demasiado cínica y refinada para la América de los treinta. La inmensa mayoría de las mujeres de la pantalla aspiraban al amor tal y como lo habían codificado los mercaderes del cine. Había, evidentemente, “mujeres malas” (casi siempre interpretadas por Bette Davis) pero al final recibían su castigo y solían quedarse sin el hombre que amaban, reservado para una ingenua. La Scarlett O´hara de Vivien Leigh fue el paradigma de la bella caprichosa e intrigante que se encontraba finalmente con la horma de su zapato. Hubo que esperar a la década de los cuarenta para que “la mujer fatal” encontrase en Hollywood el puesto que se merecía como pivote sobre el que giraban historias pesimistas y sombrías sobre hombres que perdían la cabeza, y a veces, la vida por ella. ¿A qué se debió este fenómeno? ¿A la pérdida de confianza acumulada durante la década de los treinta? ¿A la difícil situación provocada por la guerra, en la que vivían los hombres que peleaban lejos de sus hogares y se preguntaban qué estarían haciendo sus mujeres mientras tanto, soñando con traiciones que luego resultarían ser sólo sospechas infundadas? ¿O era un reflejo de fisuras más profundas en las relaciones sexuales de los norteamericanos? Esta posibilidad parece estar sólidamente fundamentada, sobre todo si se piensa en la auto-compasión crónica que sufren las “mujeres fatales” del cine, y en que los primeros signos de independencia femenina que llegan a las pantallas americanas son casi siempre actos de doblez y traición(p.57. T.VI) 
La importancia de los relatos policíacos de algunos autores de la década de los treinta es clave ya que a través de ellos (y de su éxito en la época) se configuró el estándar de mujer fatal. Cain, Chandler y Hammett traslucen cierta misoginia y muchos recelos frente a la mujer, bastante más que los que se dejan ver en las adaptaciones de sus novelas al cine. He elegido para este artículo algunas películas que me parecen paradigmáticas de todo lo dicho: “El halcón maltés” (1941) de John Huston, “Perdición” (1944) de Billy Wilder, “Forajidos” de Robert Siodmack (1946), “El cartero siempre llama dos veces (1946) de Tay Garnett y  Gilda” (1946) de Charles Vidor. 
1946, se ha convertido en un involuntario fetiche de las producciones de una década que fue extraordinariamente fructífera en la creación de personajes femeninos que iluminaban espectacularmente un tipo de cine considerado “negro”. 

Los autores del libro “Cine negro” de Taschen (2) señalan con acierto “El elemento más subversivo de la mayoría de filmes del cine negro es el personaje femenino, a menudo una mujer fatal. En décadas recientes, la critica feminista, por ejemplo Camille Paglia en ”Vamps and tramps” (1994) y un estudio que ha hecho época, “Women in Film noir” (1978), ha rescatado a la mujer fatal, la viuda negra, la mujer araña, de la percepción masculina, que las veía como brujas malvadas y castradoras. En su lugar, en estos estudios se ha visto a un buen número de personajes poderosos y seductores que proporcionan una posible alternativa al rebelde masculino. La critica feminista ha encontrado a mujeres muy fuertes atrapadas en un universo dominado por los hombres, dispuestas a utilizar el arma que sea necesaria, incluida su propia sexualidad, para nivelar de alguna manera el campo de juego (p.16). No puedo por menos que estar de acuerdo – al menos básicamente- con este planteamiento. 


La película “El halcón maltés” fue dirigida en 1941 por John Huston
Para muchos cinéfilos la fecha de 3 de octubre de 1941 (fecha de la première de la película en New York)  marca el inicio del llamado “cine negro”, o “film noir” por los franceses, ya que con esta película –debut en la dirección de Huston- se produjo el nacimiento de Bogart como mito (hasta entonces solo había interpretado papeles de matón o de gánster sin especial relevancia) a la vez que se iniciaba una nueva manera de contar las historias de detectives. 
Antes de la versión de Huston el relato de Dashiell Hammet fue llevado al cine en 1931 por Roy De Ruth  (Dangerous female) y poco después, en 1936, por Warrens William (Satan met a lady, con Bette Davis) en la que algunos críticos consideran perfecta muestra de un guión delirante. 
Cuando le llegó el turno a Huston este decidió dibujar todos los planos para tener clara la concepción visual que quería aunque, por lo que parece, el método del story board  -que había sido implantado con éxito en Hollywood por A. Hitchcook- no lo volvió a utilizar posteriormente. 
El halcón maltes” proporcionó a Huston un tema que habría de reaparecer frecuentemente en su obra posterior: el de un grupo de personajes que buscan apasionadamente un tesoro que al final demuestra ser ilusorio. 
 El papel protagonista de Sam Spade se le había ofrecido en principio a George Raft pero  -como suele ser habitual- este actor no estaba dispuesto a poner en peligro su popularidad en manos de un director novato por lo que el papel cayó en manos de Bogart dándole a éste la oportunidad de mostrarse en un papel a su medida: un sardónico a la vez que romántico detective privado que logra zafarse de todos los “malos” de la película incluida una sibilina y casi indefensa mujer fatal: Brigid O´Shaughnessy. 
Mary Astor encarnó con inteligencia a esta particular mezcla de vamp e ingenua que intenta manipular al protagonista para conseguir su objetivo sin conseguirlo finalmente. 
En “El halcón maltés” se introduce la figura del detective privado –Sam Spade- que procura mantenerse fiel a su particular código de valores y certezas a pesar de las posibles tentaciones que recibe desde distintos frentes incluido el femenino. 
El personaje de Mary Astor, Mary O´Shaughnessy, no encarna en la pantalla lo que se podría considerar como un  "tradicional" mujer fatal - la que despliega sus encantos sin fin- si no que, más bien, recrea a un personaje sutilmente manipulador que requiere constantemente  de la ayuda del protagonista: cara triste, frágil, haciéndose la pobre víctima, disimulando sus verdaderas intenciones para intentar llegar a la codiciada estatuilla que todos buscan. 
Aún siendo bella no es la “vamp” rutilante de los años treinta: habla para convencer, miente para conseguir lo que quiere, su arte está más en la manipulación que en la seducción.
 No le importa seducir y fingir amor pero Sam Spade es un detective  demasiado astuto como para caer fácilmente en sus redes: “Si fueras tan inocente como pretendes ser nunca llegaríamos a ningún lado”. 
A lo largo del film se va viendo cómo caen las diferentes capas de este personaje y se desvela su plan para apoderarse de la estatuilla antes que los hombres que también la persiguen. 
Como casi  todas las mujeres  en este tipo de películas no  solo no consigue su objetivo si no que es arrestada y la escena final muestra una metáfora del futuro que la espera ya que el ascensor en el que se la lleva un policía se cierra con rejas. La irónica promesa de Spade de esperarla no parece aliviar la frustración de la dama. 

La influencia de este personaje en las siguientes mujeres fatales parece ser clave ya que a través de ella se incorporan al arquetipo algunas de las más relevantes y sinuosas características que las diferencian de sus predecesoras
La plenitud de un género en alza contribuye a que los personajes adquieran muchos más matices y empiecen a indagar en diferentes direcciones no solamente utilizando el engaño para manipular si no incluso enamorándose de verdad de sus víctimas. 
En 1946 Robert Siodmack dirigió otro título esencial: “Forajidos”. 
El argumento nos narra cómo, una vez acabada la segunda guerra mundial, un soldado veterano y boxeador en declive encuentra dificultades para reincorporarse en la vida civil y acaba colaborando con el hampa. Un día conoce a una irresistible mujer, Kitty Collins, amante de un gánster (deslumbrante Ava Gardner), que le propone unirse a la banda para cometer un atraco y apoderarse del botín. 
Esta película fue la primera de las dos basadas en el relato del mismo título de Ernest Hemingway, publicado en 1927 (la segunda fue dirigida en 1964 por Don Siegel). 


La narrativa de “Forajidos” se estructura alrededor de la investigación de un agente de seguros que indaga sobre la muerte de Swede, “el sueco”. A través de diversos flash- backs que interrogan a diferentes personajes se reconstruye la historia que pierde relativamente el suspense al saberse desde el principio que el protagonista masculino acabará asesinado (Burt Lancaster, el “sueco”). 


Lo que se nos va explicando son las razones de su muerte “con lo que el público tiene la sensación de estar contemplando un juego complicado pero decidido de antemano, como ocurre en “Retorno del pasado” de Jacques Torneur, en la que el pasado influye tan fuertemente en el presente que llega a anularlo. Swede es un personaje literalmente condenado desde el primer momento. La investigación de Reardon carece en realidad de sentido pues a la compañía no le interesa un caso tan trivial y desea abandonarlo al igual que otros modernos héroes existenciales(3).  
Quizás involuntariamente, pero esta película contribuyó, en opinión de algunos estudiosos, a minar la visión fundamentalmente optimista del cine de la época oponiéndole otra visión de corte más existencialista y desencantada. 
Desde mi punto de vista Ava Gardner nos ofrece en esta película una mujer fatal de increíble presencia física. Enamora desde su primera aparición tanto al protagonista como al espectador. 
Su presencia en el film no es cuantitativamente alta pero en las pocas veces que sale en pantalla logra seducirnos  y hacernos comprender por qué el “sueco” se enamoró instantáneamente de ella. 

Sólo al final nos enteraremos de que éste ha sido engañado y utilizado para  arrebatarle el botín. 
El personaje interpretado por Burt Lancaster no quiso oír el consejo que le dio un amigo en la cárcel (¿Quieres un consejo sueco? deja de escuchar ese arpa dorada, te traerá muchos problemas”; el sueco guardaba celosamente un pañuelo irlandés que era de su dama.) y finalmente es traicionado por Kitty pero ésta acaba con sus huesos en la cárcel y reconociendo: “Soy veneno para mí y para los que me rodean”. 
Ava Gardner (1922-1990) fue un mito erótico durante casi toda su carrera (“el animal más bello del mundo”) aunque supo ampliar registro y participó en películas que hoy gozan de reconocido prestigio en la historia del cine. “Mogambo”, “La condesa descalza”, “La noche de la Iguana”, “La hora final” o “55 días en Pekín” son sólo unos ejemplos de una carrera que tuvo sus principales éxitos en la década de los cincuenta (4). 


-continuará-
Autor: Javier Nebot, Sept. 2015.

Notas:
(1) “Historia Universal del cine “. Editorial Planeta. Madrid 1982.  
(2) “Cine negro” Editorial Taschen. Autores Alain Silver, James Ursini y Paul Duncan.   
(3) “Historia Universal del cine” .Planeta, Madrid 1982. Tomo 6 pág. 50.  
(4) Sobre Ava Gardner (al igual que para las otras actrices–mito que relacionamos en este trabajo) la enciclopedia “Las estrellas. Historia del cine en sus mitos” (Madrid, 1981) ofrece una interesante bio-filmografía.

2 comentarios:

  1. Una disección muy completa y documentada sobre el tema de las vampiresas de cine. Acabo de entrar por primera vez en tu blog y veo que hay "materia" más que interesante, así que iré poniéndome al día. Reconforta comprobar que hay quien practica el ocio inteligente para vivir mejor, compartimos ese punto de vista. Y también el interés por el cine... y la arquitectura, temas que también suelo tocar en mi blog personal.
    Y gracias por tu apoyo en la difusión de nuestras actividades.

    Saludos,

    Bernardo I. García de la Torre

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  2. Muchas gracias Bernardo. Apoyar la difusión de actividades culturales de interés es mi pequeña "cruzada" personal!
    Abrazos
    Javier

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