Kennneth Branagh y Shakespeare.
Con este director acabamos la tríada de genios.
Welles, desde pequeño diferente y seguro de sus talentos. Repelente incluso, según nos narra Javier Marías en uno de los apasionantes artículos escritos en su libro Donde todo ha sucedido (1). Olivier, destacando desde muy joven en sus aficiones escénicas y llevando a sus espaldas una carrera teatral impresionante y una no menos portentosa carrera cinematográfica.
Y Kenneth Branagh, al que vamos a referenciar ahora, que es para muchos el reemplazo necesario, el nuevo y genial innovador que conseguirá afrontar -con algo más que habilidad- nuevas visiones shakesperianas haciéndolas llegar a públicos todavía más amplios que sus venerables antecesores (y lo de venerables lo digo sin coña, con sincera admiración)
Con su primera película, Enrique V (1989) (2), Branagh demostró sus ambiciones y también sus grandes posibilidades ya que se presentó en el film como director, adaptador y protagonista;
por ese motivo fueron muchos los que vieron como inevitable y pertinente la comparación con su más inmediato antecesor, Laurence Olivier.
por ese motivo fueron muchos los que vieron como inevitable y pertinente la comparación con su más inmediato antecesor, Laurence Olivier.
En cualquier caso, Branagh responde a parámetros de otra generación y tiene sus propios y particulares méritos que van, evidentemente, mucho más allá de la común pasión por Shakespeare y por su teatro.
Enrique V, filmada en 1989, presenta una visión cinematográfica muy diferente a las anteriores adaptaciones de este obra. En ese sentido esta película me parece, precisamente, la más cinematográfica de todas las adaptaciones hechas hasta el momento de este drama histórico: su montaje, la forma en la que la pantalla "habla", más allá de lo que se dice en los diálogos, es claramente fílmica. Branagh llegó incluso al extremo de gastarse buena parte del presupuesto que tenía en rodar un impresionante travelling de más de tres minutos de la batalla de Agincourt para mostrarnos en la pantalla el desolador desastre de la misma.
Es verdad que las escenas de interior huyen hasta cierto punto del realismo de las que fueron rodadas en exteriores pero eso no va en detrimento de lo que se cuenta, sino que logra otorgar al film el adecuado – y difícil- equilibrio entre lo teatral y lo cinematográfico.
Como en el caso de otros de directores de películas ya comentados en anteriores entradas de este blog, hay que reconocerle a Branagh una gran capacidad para rodearse de actores capaces de dar a su lado el "do de pecho" escénico, una virtud en absoluto desdeñable y que influye drásticamente en el éxito o fracaso de la empresa acometida.
En Enrique V (pero también en las películas que luego veremos), Branagh elige bien: Derek Jacobi ejerce de coro informativo, Brian Blessed de Duque de Exeter, Ian Holm (el hobbit adulto) interpreta al capitán Fluellen, la siempre excelente Judi Dench da vida a una mesonera y un joven Christian Bale hace de paje.
Tampoco defrauda este actor/director en su actuación asumiendo el papel protagonista de Enrique V y, de hecho, hay momentos estelares, como el famoso discurso de San Crispín, que se convierten en cruciales para la película.
Enrique V es, pues, un largometraje de recomendable visión y que significó el inicio por parte de Kenneth Branagh (3) de una carrera como director más que notable y en la que nos deparará varios títulos dedicados a obras de Shakespeare.
De hecho el siguiente encuentro con una obra del bardo inglés no tardó mucho en producirse.
Mucho ruido y pocas nueces (4) (Much ado about nothing) fue la adaptación correspondiente a la obra del mismo nombre y que forma parte de la llamada trilogía romántica de grandes comedias, junto con Como gustéis y Noche de Reyes.
La película, divertida, luminosa y lejos de las densidades emocionales a los que nos tiene acostumbrados Shakespeare –aunque no por ello es una obra frívola- resulta un entretenido divertimento. Antonio José Navarro en su interesante artículo publicado en la revista Dirigido por. Nº 220 señala algo que, por obvio, no deja de ser importante cuando hablamos de una adaptación cinematográfica: “Mucho ruido y pocas nueces ha sido planteada y resuelta en términos absolutamente cinematográficos, siguiendo un criterio no muy alejado de Enrique V –vestuario, decorados, composición del encuadre, la luz, el color, los movimientos de los personajes dentro del cuadro….- trabajar a fondo los caracteres en estrecha colaboración con un cuidado elenco de actores, y no pulir los aspectos menos presentables de la obra teatral en beneficio de un dudoso “maquillaje” cultural –el exceso, la grosería, la violencia o el lirismo, son elementos tan shakesperianos como la crueldad, la ironía o la música- ….son elementos que están en los films de Branagh” (5).
Algunos críticos cinematográficos cuestionaron en su momento si los planteamientos de Branagh en sus adaptaciones eran realmente tan absolutamente innovadores y propios de reflexiones personales o, más bien, producto de una asimilación de ideas ajenas.
La pregunta –que creo que es aplicable a prácticamente todo aquel que se enfrente a un proceso creador- no tiene fácil respuesta porque, lejos de adanismos utópicos, todos los que inician algo creativo asumen mucho de lo ya hecho, lo degluten y lo “vomitan” después de digerirlo en su interior. El resultado –salvo que se tratase de flagrante plagio- siempre es una suma de originalidad, maduración, absorción de lo hecho anteriormente y posterior destilación. En este sentido me perece que Branagh, se inspire en dónde se inspire, se alimente de lo que se alimente, ofrece una visión indiscutible y característicamente personal.
Las posibles similitudes entre Branagh y Zeffirelli (que dirigió también obras en el Old Vic, incluido un montaje de Much ado about nothing), me parecen circunstanciales, al menos si tenemos en cuenta la totalidad de la obra de uno y otro, e incluso aunque le reconozcamos algún parecido estético (lejano). Independientemente de posibles parecidos Mucho ruido y pocas nueces es un film divertido, rebosante de buen humor y de luz exultante. Hay enredos pero también júbilo, lucha entre sexos pero también amores rendidos. Claro que opiniones hay para todos los gustos y algunas –que no comparto- fueron tan duras como la del crítico francés Jacques Morice que señalaba en el número 467 (Julio-Agosto 1003) de Cahiers du Cinéma que la película era “un triste espectáculo…una panoplia de efectos……vulgar vodevil…ralentis paquidérmicos, movimientos de cámara pleonásticos (sic)….farsa enfática….de los actores” (6).
Tres años después Branagh se atrevería –al igual que hizo antes Olivier- con Hamlet (1996) (7), pero en esta ocasión el actor/director acometió por primera vez en la historia del cine, el texto íntegro, lo que suponía un film de prácticamente cuatro horas de duración; empresa, por tanto, ambiciosa y arriesgada, y en la que Branagh obtuvo bastante éxito: nada de lo hecho anteriormente podía compararse con el nuevo Hamlet.
Como bien indica el ya mencionado critico Mark Robbins: “Tales comparaciones resultan, vistos los resultados, ridículas. La versión de Olivier parece una tétrica película gótica, repleta de angustia y fatalidad, mientras que la versión de Branagh, pletórica de luz y color, es casi un sórdido melodrama existencial. Y siguiendo en el capítulo de las comparaciones, el Hamlet de Branagh tampoco tiene mucho en común con el concebido por Zeffirelli. En primer lugar, y como es lógico desde una perspectiva cinematográfica, éste no dispuso de la ocasión de adaptar el texto completo. Aparte, curiosamente, Zeffirelli eludió cualquier tratamiento operístico de la puesta en escena, al contrario que el director de Enrique V, quien ha logrado una exuberancia plástica casi wagneriana” (8).
La particular megalomanía de Branagh encuentra en su Hamlet el perfecto decorado: no cabe duda de que la puesta en escena es realmente espectacular (ubicada en esta ocasión en unos indeterminados años del siglo XIX). Iluminación, vestuario, música, actores…todo está perfectamente coordinado por Branagh para conseguir un Hamlet fuera de lo común y que hace imposible cualquier vinculación con films previos y mucho menos con aquellos que ya olían a naftalina incluso en el momento de su estreno. La narración mantiene un ritmo creciente que favorece mucho a un film que, con una duración tan extrema, podría haberse convertido fácilmente en un pestiño; quizás el hándicap –puestos a encontrar alguno- podría estar en los alardes del propio Branagh que, en su afán de demostrar su virtuosismo actoral, acaba resultando pelín histriónico (al menos para mí). Uno entiende que esté encantado de conocerse, pero en pantalla -quizás- debería disimularlo un poco. El resto del elenco de actores apoyan sin fisuras la obra: en esto hay que reconocerle al director, al igual que ha demostrado en otros films, y tal y como he señalado antes, un ojo clínico verdaderamente envidiable.
Derek Jacobi y Julie Christie constituyen una turbadora pareja. Kate Winslet interpreta adecuadamente a Ofelia y un sinfín de actores conocidos realizan papeles independientemente de la importancia de los mismos: Jack Lemon, Charlton Heston, Billy Cristal, Gerard Depardieu, Robin Williams…….
Cuatro años tardó en dirigir de nuevo Branagh y su nueva película fue, también, una adaptación shakesperiana: Trabajos de amor perdidos (9), pero en esta ocasión sorprendió a tirios y a troyanos con un insólito acercamiento a ella ya que, rompiendo moldes, convirtió a la obra en un inesperado y poderoso musical aunque la trama permanece bastante fiel a la historia original: el rey de Navarra y sus jóvenes camaradas juran renunciar a los placeres femeninos durante los tres año en los que se van dedicar de manera exclusiva a sus estudios. Pero –siempre tiene que haber un pero- la llegada de la princesa de Francia y sus amigas ponen a prueba tan encomiable juramento desatando la típica batalla de sexos, aunque al final prevalecerán los buenos sentimientos y la concordia.
Historia amable que debió despertar en Branagh las ganas de experimentar con nuevas posibilidades.
Esteve Rimbau señala, en I love Shakespeare, artículo que publicó en la revista Dirigido (10), que no es casual que este proyecto se gestase mientras Branagh interpretaba un papel en la película Celebrity a la orden de Woody Allen: “El cineasta de Manhattan no sólo contagió a su colega britanico –y alter ego en su película- su pasión por Gershwin o por Irving Berling sino también algunas de sus claves más celebradas en películas como Todos dicen I love you o Zelig.
De la primera Branagh extrae la facilidad con la que los personajes abandonan actitudes cotidianas para expresarse con la música y el baile e incluso rinde un explícito homenaje a su escena favorita en aquella película –el baile de Goldie Hawn con el propio Allen en los muelles del Sena- cuando hace que los personajes de la suya vuelan literalmente hacia un cielo de cartón piedra mientras lo invocan al interpretar la canción “Cheek to cheek”. Gracias a las lecciones que Allen impartía en Zelig sobre cómo manipular la realidad con falsos noticiarios, Trabajos de amor perdidos ubica su acción en vísperas de la segunda guerra mundial”.
No cabe duda de que la película rompe moldes. Son muchas las adaptaciones que optan por cambiar época y vestuarios pero muy pocas las que se atreven a vincular obras o textos clásicos con otros de diferentes nivel y, mucho menos, hacerlo, como lo hace Branagh, con canciones de compositores de Brodway, que no desentonan –nunca mejor dicho- lo más mínimo (siempre que uno no abomine de los musicales, claro). Ni la crítica ni el público fueron muy favorables con el experimento pero me parece que el paso del tiempo ha favorecido la percepción del film y es fácil encontrar motivos para disfrutar de su visionado tanto si uno es amante de Shakespeare como si lo es del cine. Branagh se rodeó también en esta ocasión de buenos actores aunque ninguno especializado en el musical obteniendo, sin embargo, en todos ellos, unos resultados inesperadamente buenos porque, sin ser desde luego Fred Astaire ni Ginger Rogers, hay que reconocer que los momentos de baile -e incluso cuando cantan- están a un nivel más que aceptable.
Desconozco la última adaptación shakesperiana realizada por Branagh, Como gustéis (2006), con la que cerraría la trilogía de comedias mencionada anteriormente. Sitúa la acción
en el Japón del siglo XIX, lo que parece confirmar las ganas de jugar del director….que no fueron muy bien vistas por la crítica.
En cualquier caso, con éxitos y con fracasos, jugando, experimentando, redescubriendo y reinventando Shakespeare parece ser para Branagh y para muchos directores y creadores antes que él y después de él, fuente permanente de imaginación e inspiración cinematográfica.
Conclusiones.
Como hemos visto en estas seis entradas del blog, Shakespeare da mucho juego en un mundo como el cinematográfico que necesita nutrirse constantemente de buenas historias. Es posible que alimentarse del teatro no sea la mejor solución para el cine –desde luego nunca será la única ya que el cine (y la televisión) dan muestras de un vigor propio- pero hay obras inmortales que siempre serán un buen reclamo para espectadores que no pueden verlas representadas en vivo y que el cine puede mostrar con un lenguaje diferente pero complementario.
Obviamente ver cine no implica no ver teatro o viceversa.
No cabe duda de que la buena relación teatro/cine puede tener, a veces, sus pegas e inconvenientes pero también –así lo han demostrado los directores que hemos analizado- posibilidades de equilibrio y buen entendimiento que llevan, en las mejores ocasiones, a relecturas de clásicos con un valor propio y renovado.
Es de desear que en el futuro aparezcan nuevas figuras dotadas de genio como las vistas en estos posts. Simplemente con repasar los vídeos y películas que he ido referenciando en las notas se puede llegar a la conclusión de que la magia shakespeariana no sólo no decrece sino que supone un reto que aceptan con gusto muchos jóvenes actores lo que hace pensar que algunos buenos deseos son, en verdad, realidades.
La capacidad de Shakespeare de retratar el alma humana en toda su compleja gama es algo que difícilmente dejará de ser valorado por las siguientes generaciones porque más allá de tecnologías y de los tiempos líquidos en los que vivimos, el ser humano necesita sentirse reflejado y disfruta reconociéndose en historias y personajes independientemente de cuál sea la forma o el medio con que se le muestre. De ahí el valor de los clásicos. De ahí el valor de Shakespeare.
Autor: Javier Nebot, Noviembre 2015.
https://www.safecreative.org/user/JavierNC
Todas las imágenes y/o vídeos que se muestran corresponden creador o creadores referenciados.
Todas las imágenes y/o vídeos que se muestran corresponden creador o creadores referenciados.
Su exposición en este blog pretende ser un homenaje y una contribución a la difusión de obras dignas de reconocimiento cultural, sin ninguna merma a los derechos que correspondan a sus legítimos propietarios.
En ningún caso hay en este blog interés económico directo ni indirecto.Notas.
(1) Marías, J. Donde todo ha
sucedido, DEBOLSILLO, Barcelona, 2009. P.84 y ss.
(2) Sobre el Enrique V de
Branagh:
(3) Sobre Kenneth Branagh, Ver
links nota (18) y:
De donde extraigo la siguiente
filmografía como director:
Cinderella (2015) Jack Ryan: Shadow Recruit (2013) Thor (2011) La huella (Sleuth)
(2007) La flauta mágica (2006) Como gustéis (2006) Listening (2003) Trabajos de amor perdidos (2000) Hamlet (1996) En lo más crudo del crudo invierno (1995) Frankenstein (Mary
Shelley's Frankenstein, 1994) Mucho ruido y pocas nueces (Much Ado About Nothing, 1993) Los amigos de Peter (Peter's Friends, 1992) Morir todavía (Dead
Again, 1991) Enrique V (Henry
V, 1989)
(4) Sobre Mucho ruido y
pocas nueces de Branagh:
(5) Articulo en Dirigido por
nº 220. Enero 1994.
(6) Citado el estudio sobre
Branagh, publicado en la revista Dirigido nº 232/ feb-95
(7) Sobre el Hamlet de
Branagh:
(8) Robbins, M. La
actualidad de los clásicos. Dirigido por nº 254. P. 12 y ss.
(9) Sobre Trabajos de amor
perdidos de Branagh:
(10) Artículo escrito en la
revista Dirigido por nº 254.La actualidad de los clásicos. P. 12 y ss.
BIBLIOGRAFIA.
-Balló, J., y Pérez, X., La semilla inmortal. Los argumentos universales en el cine, Ana-grama, Barcelona 2010.
-Gubern, R., Historia del cine, Anagrama Compendium, Barcelona, 2014.
-López, José L., Diccionario de actores, Ediciones JC, Madrid 1993.
-Marías, J., Donde todo ha sucedido. Al salir del cine, DEBOLSILLO, Barcelona, 2009.
-Schneider, Steven J., 501 Directores de cine, Grijalbo, Barcelona, 2008.
-Torres, A. M., Diccionario de directores de cine, Alianza/Ediciones del Prado, Madrid, 1994.
-VVAA (Equipo Reseña), Cine para leer 1994, Mensajero, Bilbao, 1995.
-VVAA (Equipo Reseña), Cine para leer 1995, Mensajero, Bilbao, 1996.
-VVAA (Equipo Reseña), Cine para leer 1996, Mensajero, Bilbao, 1997.
-VVAA (Equipo Reseña), Cine para leer 1997, Mensajero, Bilbao, 1998.
-VVAA (Equipo Reseña), Cine para leer 1998, Mensajero, Bilbao, 1999.
-VVAA, revista Dirigido por nº 220. Enero 1994. Dirigido por S.L. Barcelona.
-VVAA, revista Dirigido por nº 232. Febrero 1995. Dirigido por S.L. Barcelona.
-VVAA, revista Dirigido por nº 254. Febrero 1997. Dirigido por S.L. Barcelona.
-VVAA, revista Dirigido por nº 276. Febrero 1999. Dirigido por S.L. Barcelona.
-VVAA, revista Dirigido por nº 283. Octubre 1999. Dirigido por S.L. Barcelona.
-VVAA, revista Dirigido por nº 288. Marzo 2000. Dirigido por S.L. Barcelona.
-VVAA, revista Imágenes de Actualidad nº 318. Noviembre 2011. Dirigido por S.L. Barcelona
<a href="http://www.safecreative.org/work/1511015691422-shakespeare-en-el-cine-algunas-reflexiones" target="_blank">
<span>Shakespeare en el cine. Algunas reflexiones</span> -
<span>(c)</span> -
<span>J.Javier Nebot Cervantes</span>
</a>
<span>Shakespeare en el cine. Algunas reflexiones</span> -
<span>(c)</span> -
<span>J.Javier Nebot Cervantes</span>
</a>
No hay comentarios:
Publicar un comentario