Uno de los atractivos de las noches invernales de cualquier ciudad es la iluminación navideña, que siempre despierta recuerdos infantiles y ensoñaciones mágicas.
Madrid engalana muchas de sus calles aunque, lógicamente, se llevan la palma en este sentido aquellas que son más frecuentadas y populares.
Como decía en el post anterior, callejear por barrios como Malasaña tiene mucho atractivo porque se nota el afán por recuperar un barrio con gente joven y como ésta aporta "vidilla", nuevas ideas y comercio original y atractivo. Además no está tan masificado como todo el entorno que rodea a Sol,
y se respira un aire más "real" y no tan enfocado al turista.
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