La catedral de Siena es uno de los más bellos exponentes del gótico italiano. Se empezó a construir en 1230 y pronto se convirtió en un modelo de catedral imitado por otras ciudades.
Tanto la fachada inferior románica como las estatuas que adornan las tres puertas (cuyos originales se hayan en la actualidad en el Museo de la Catedral) se deben a Giovanni Pisano (1284).
La parte superior se data hacia finales del Trescientos, como demuestra su estilo que es ya, más bien, de un gótico florido, obra de Giovanni di Cecco, aunque los mosaicos que adornan las tres cúspides no son góticos sino románticos y su autoría la ostenta Augusto Castellani (1877)
Originalmente el proyecto presentaba unas dimensiones extraordinarias pero diversas circunstancias (falta de fondos, peste de 1348 etc) exigieron adecuarse a medidas más comedidas aunque quedan como recuerdo de las ambiciones iniciales algunos muros perimetrales y parte de la nave lateral derecha. La iglesia actual se levanta sobre una base tradicional de cruz latina que forma un hermoso hexágono en el cruce de los brazos.
(El extraordinario púlpito de Nicola Pisano -1266/1268- estaba cubierto por trabajos de reparación)
El interior resulta majestuoso tanto por las proporciones como por la decoración en mármoles blancos y negros que adorna las paredes y los pilares. A lo largo de las naves laterales abundan todo tipo de capillas y en el nicho central se halla una estatua de San Juan Bautista, obra de Donatello, así como unos bellosfrescos que fueron realizados por Pinturicchio entre 1501 y 1504.
Si algo diferencia a esta catedral de otras es la extraordinaria decoración del pavimento de mármol, un pavimiento completamente historiado, esgrafiado e incrustado. Se trata de más de cincuenta cuadros de temas bíblicos e históricos realizados a los largo de doscientos años, entre 1300 y 1500, por diversos artistas entre los que destaca por méritos propios Matteo di Giovanni con su espectacular "Degollación de los inocentes"
La cúpula hexagonal fue construida entre 1259 y 1264 y se sostiene gracias a seis pilares adornados con estatuas doradas de santos que fueron esculpidas por Ventura Turapelli y Bastiano di Francesco.
En definitiva: una visita imprescindible y que bien merece pagar los euros que se cobran y que dan acceso también a otras maravillas como la biblioteca Piccolomini, el baptisterio, y el museo de la Catedral que veremos en una próxima entrada.
Texto y fotos: Javier Nebot
Texto y fotos: Javier Nebot
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