sábado, 5 de mayo de 2018

Momentos de cine (97): Excalibur (1981) •(O Fortuna/ Carl Orff)

Una película emblemática, especialmente para todos los amantes de la historia/leyenda del rey Arturo.
El tiempo se nota, claro: casi cincuenta años "pesan", tanto en su forma estética como en su estructura temática, pero el encanto se mantiene (algo muy importante en estos tiempos de consiguelotododigitalmente)
Las leyendas artúricas (o arturianas) son un tema profundamente arraigado en las tradiciones populares inglesas, francesas o incluso alemanas.
 Desde luego, mucho más en que en nuestro país en donde el impacto sobre las leyendas populares ha sido más bien marginal (por lo que parece nuestra particular cruzada forjó otro tipo de relatos, más en la línea del Campeador y de otros héroes invictos).
Con todo, creo que hoy en día también pueden detectarse aquí a múltiples seguidores de estos temas (especialmente si nos fijamos en su vertiente fílmica).
https://www.youtube.com/watch?v=0JNlOTccdck
Como es lógico, los trazos legendarios y míticos son absolutamente inevitables en un relato tan antiguo y acrisolado por las fuentes más diversas.
Arturo, la Tabla redonda y sus caballeros, aparecieron por primera vez en la historia hacia el siglo VIII de nuestra era, en una Historia Britonum que narraba con vigor los avatares del pueblo inglés, más o menos autóctono, y su lucha contra las primeras invasiones sajonas.
Sin duda eran aquellos tiempos convulsos y la no muy lejana desaparición del Imperio romano de esos lares había dejado el paso libre a innumerables y belicosos pueblos que querían, en buena lógica, hacerse un lugar propio en el mejor lugar posible.
La historia, convertida ya en leyenda, cuajó lo suficiente en su propia época como para ser capaz de traspasar fronteras y reinventarse en tres culturas diferentes.
En Alemania dio vida al Parsifal de Wolfram von Eschenbach, que en el siglo XIX alcanzaría un éxito sin precedentes a través de la impresionante tetralogía wagneriana.
En Francia fue el poema de Chretién de Troyes  Les chevaliers de la charrette (entre 1178 y 1190) el que narró la historia y, por último, en Inglaterra consiguió hacerse la leyenda inmortal gracias a Sir Thomas Malory y su Le morte d´Arthur, publicado por primera vez en 1485 por William Caxton y en el que parece haberse basado fundamentalmente John Boorman para su película.
Además de estas obras referenciales, las aventuras de los caballeros de la famosa mesa generaron infinidad de versiones e historias paralelas.
El poema Lanzalot, del escritor suizo Ulrich von Zatzikhoven (1194), nos cuenta las hazañas del aguerrido caballero del mismo nombre, paladín de Ginebra y poco "escrupuloso" amigo del rey (al menos a la hora de cubrir y dar solaz a su  fogosa esposa).
Robert de Boron, a través de un poema francés del siglo XIII, se encargaría de dotar de peso y magia al mago Merlín (mitad diablo, mitad santo), consejero privilegiado del rey Arturo.
A todo este conglomerado de historias y aventuras no tardaría en añadirse el que se formó con las peripecias caballerescas de todos aquellos que emprendían la heroica búsqueda del Santo Grial con Perceval a la cabeza.
Hay también, como no podía ser menos, otras referencias bastante más recientes que han recontado la historia:
T.H. White, adaptó La muerte del rey Arturo de Malory (The once and the future King) y su versión serviría de inspiración para el argumento de las películas Camelot y El mago Merlín.
Jessie Weston,  hizo lo propio con From ritual to romance
y James Cowper Powys, con Glastonbury Romande
John Steinbeck, nos ofreció su visión en Los hecho del rey Arturo y sus nobles caballeros.
J.R.R. Tolkien revivió en su extraordinaria saga "El Señor de los Anillos", el mundo mítico y legendario de una Edad Media recreada dotándola de tintes de verdadera epopeya.
Bernard Cornwell y su trilogía Crónicas del Señor de la guerra, compuesta por El rey del invierno, El enemigo de Dios y Excalibur, continúo la re-elaboración del mito




La película que nos ocupa fue un proyecto que tenia en mente su director, John Boorman, mucho antes de lograr materializarlo a través de Excalibur. 
De hecho, sus trabajos para una versión de El Señor de los Anillos que no llegó a fructificar (y que pasaría después, también sin éxito, a manos de Kubrick para acabar realizándolo Ralph Bakshi en forma de dibujos animados), le sirvieron -como reconoció posteriormente en una entrevista- de entrenamiento y aprendizaje para enfrentarse finalmente al ansiado film sobre las leyendas artúricas. El film fue producido finalmente por Orion Pictures y se rodó íntegramente con un reparto británico -excelente- (aunque, eso sí, los exteriores fueron prácticamente en su totalidad irlandeses)


Como es bien sabido Excalibur es el nombre de la mitológica espada que Arturo logró arrancar de la piedra en la que estaba inserta después de varias décadas de casi total olvido y después, también, de infructuosos intentos de "desenvainaje" realizados por parte de muy aguerridos y pretenciosos caballeros.
Símbolo fálico por excelencia (el poder que penetra, que consigue pleitesía y que transofrma), el poseer a Excalibur capacitaba a su propietario para realizar hazañas extraordinarias y materializaba de alguna forma las profecías que atribuían a su portador legítimos derechos para reinar. Derechos que bien se encargaba de remarcar sin que hubiese posibilidad de duda -gracias a su poder espiritual y mágico- el mago Merlín. 
Elementos como el agua (presente en el lago en el que reposa la misteriosa Dama, probablemente, una imagen cristalina de la profundidad del inconsciente; en el río,  la vida; y en el mar -que Arturo solo intuye antes de morir- la eternidad), el fuego (siempre muy ligado a Merlín y a su magia, a la transformación del entorno, aparece generalmente en forma de antorcha o en algunos de los momentos clave) y la tierra (sobre la que todo se asienta y por la que siempre se lucha y se muere), se tratan en el film con la carga simbólica que realmente tienen. 
La historia se inicia con el pacto entre Merlín y Uther Pendragon para que éste pueda saciar su infinita pasión por Igraine, esposa del duque de Cornualles, pasando -al menos- una noche con ella. 
El precio del revolcón no es como para olvidarlo: el hijo que nazca de esa unión será entregado a Merlín.
De esta manera Arturo, hermanastro de Morgana, y futuro dueño de Excalibir, será entregado, nada más nacer, a su legítimo "propietario", para cambiar años después la historia y convertirse en rey de los británicos.
La espada, símbolo de poder (y, como no, de lealtades juramentadas) lo será también de amistad sincera, después del duelo que mantienen Arturo y Lancelot en su primer encuentro y en el que se pelearán bravamente por un puente (¡un símbolo más -y no baladí- en una historia llena de ellos!).
Cuando la espada finalmente se rompa algo mucho más importante se habrá fracturado.





La película desarrolla historias circulares o repetitivas.
Lancelot, sintiéndose culpable por su adulterio con Ginebra, desestabiliza a toda la Tabla redonda, destruyendo la unidad del reino de Arturo y provocando la dispersión de sus Caballeros, que se ven obligados a partir en búsqueda de un símbolo de unidad que solo la pureza de Perceval conseguirá.
Merlín volverá a ser intermediario en un amor prohibido e incestuoso, esta vez entre Morgana y Arturo; de ese amor nacerá un hijo, Mordred, que batallará finalmente contra su propio padre, en una tragedia de reminiscencias griegas (y arquetípicas).......




Los planteamientos estéticos de Excalibur sobrepasan los de la ilustración histórica.
No busquen los perfeccionistas en este film rigurosidades y exactitudes en la ambientación o en el atrezzo. Situada en una indeterminada y anacrónica Edad Media se intermezclan características de distintos siglos en un consciente afán de atemporalidad acorde al nivel mítico del relato (en cierto sentido similar al mundo creado por Tolkein en El Señor de los anillos: Un mundo cercano al nuestro, pero paralelo, contiguo, pero diferente).
También los juegos de luz y oscuridad, de exaltación y de depresión, marcan colores y materiales.
La música (sobre todo la de Wagner y Orff) contribuye determinantemente a apoyar el aspecto epopéyico de la historia







Otros films artúricos:
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