Ya casi terminando el viaje, visitamos Belén desde Jerusalén.
Antes nos detuvimos para explorar una construcción bastante deteriorada de los tiempos de Herodes el Grande, conocida como Herodión. Se trata de un enclave con un notable interés arqueológico.
Antes nos detuvimos para explorar una construcción bastante deteriorada de los tiempos de Herodes el Grande, conocida como Herodión. Se trata de un enclave con un notable interés arqueológico.
No fue Belén un lugar de mi agrado.
Me pareció que primaba allí un "aire" tenso -por describirlo de alguna manera-, lejos de la espiritualidad (o emocionalidad) de otros sitios (no entro aquí a evaluar los porqués, sin duda diversos y complejos).
Nos encontramos, además, con una masificación ingrata -lo sé: somos muchos y todos queremos lo mismo- y, finalmente, me pareció detectar también un interés desmesurado hacia el turista, pero no por que fuese un visitante con el que compartir y curiosear sino porque se le veía como potencial comprador de mercaderías. (¡penosa mercantilización, no solo de los viajes sino también de las peregrinaciones!!)
La guía oficial de Belén que nos atendió durante la visita nos advirtió desde el principio de que, para evitar conflictos o enfrentamientos con los comerciantes -que por lo visto ya se habían producido con otros grupos de turistas-, si tocábamos algo mejor que lo comprásemos. La mera advertencia ya creo un clima de cierta prevención.
Eso hizo, por lo visto, obligada la visita a una especie de cooperativa oficial para que todos pudiésemos verter allí nuestros "furores" consumistas, gastando el dinero en chuminadas de turisteo y eludiendo la posibilidad de algún desencuentro por un tema tan aparentemente baladí como el comprar un recuerdo.....
En cualquier caso, las visitas también tuvieron su parte de interés e, incluso, en algún momento su punto de sentida emotividad.
El Padre Artemio nos recibió con gran hospitalidad y nos acercó y guió a los santos lugares.
Además tuvo la gentileza de obsequiarme con dos libros publicados por él gracias a las buenas artes de mi amigo Félix Pascual que le puso al tanto de nuestra visita.
Me pareció que primaba allí un "aire" tenso -por describirlo de alguna manera-, lejos de la espiritualidad (o emocionalidad) de otros sitios (no entro aquí a evaluar los porqués, sin duda diversos y complejos).
Nos encontramos, además, con una masificación ingrata -lo sé: somos muchos y todos queremos lo mismo- y, finalmente, me pareció detectar también un interés desmesurado hacia el turista, pero no por que fuese un visitante con el que compartir y curiosear sino porque se le veía como potencial comprador de mercaderías. (¡penosa mercantilización, no solo de los viajes sino también de las peregrinaciones!!)
La guía oficial de Belén que nos atendió durante la visita nos advirtió desde el principio de que, para evitar conflictos o enfrentamientos con los comerciantes -que por lo visto ya se habían producido con otros grupos de turistas-, si tocábamos algo mejor que lo comprásemos. La mera advertencia ya creo un clima de cierta prevención.
Eso hizo, por lo visto, obligada la visita a una especie de cooperativa oficial para que todos pudiésemos verter allí nuestros "furores" consumistas, gastando el dinero en chuminadas de turisteo y eludiendo la posibilidad de algún desencuentro por un tema tan aparentemente baladí como el comprar un recuerdo.....
En cualquier caso, las visitas también tuvieron su parte de interés e, incluso, en algún momento su punto de sentida emotividad.
El Padre Artemio nos recibió con gran hospitalidad y nos acercó y guió a los santos lugares.
Además tuvo la gentileza de obsequiarme con dos libros publicados por él gracias a las buenas artes de mi amigo Félix Pascual que le puso al tanto de nuestra visita.
Ya hemos mencionado en anteriores entradas las espléndidas construcciones llevadas a cabo por el rey Herodes.
En su afán de congraciarse con romanos y con judíos, se encargó de llevar a cabo obras arquitectónicas realmente asombrosas y el Herodión, llamado así en su honor, a tan solo 12 kilómetros de Jerusalén y unos cinco de Belén, fue, sin duda, una de ellas.
El complejo palacial, realmente inusual por su forma y tamaño, fue construido hacia el 20 a. C, con la idea de ser un grandioso mausoleo para el rey tras su muerte pero, a pesar de todos los intentos de búsqueda realizados hasta el momento, no se ha podido encontrar la tumba del monarca.
El edificio esta situado en lo alto de una colina semi-artificial, a unos sesenta metros de altura.
Lo rodean dos murallas circulares concéntricas, de poco más de 60 metros de diámetro.
Tal y como muestran los diversos gráficos que informan a los visitantes, predominaba en la construcción una torre redonda de unos 16 metros de altura a la que acompañaban otras tres torres menores semicirculares que sobresalían de la muralla exterior.
El acceso al recinto se cuidó al máximo siendo posible solo a través de un pasadizo subterráneo abovedado, cuya entrada estaba al pie del montículo.
El interior albergaba suntuosas estancias, un pequeño jardín rodeado de columnas, lujosos baños. Abundaban los mosaicos en los suelos y las pinturas en las paredes.
El agua, factor siempre clave y esencial en esta tierra, provenía de grandes cisternas excavadas en la colina (que recuerdan algo a las de Masada). En la parte baja del Herodión se han descubierto incluso los restos de una piscina. También pasadizos secretos entre diversas cisternas, aunque los historiadores estiman que estos fueron construidos con posteridad al edificio por parte de rebeldes judíos que lucharon contra los romanos (aprox.132 d.C). Posteriormente el edificio fue ocupado por un monasterio bizantino hasta que, a mediados del siglo VII, fue definitivamente abandonado.
El acceso al recinto se cuidó al máximo siendo posible solo a través de un pasadizo subterráneo abovedado, cuya entrada estaba al pie del montículo.
El interior albergaba suntuosas estancias, un pequeño jardín rodeado de columnas, lujosos baños. Abundaban los mosaicos en los suelos y las pinturas en las paredes.
El agua, factor siempre clave y esencial en esta tierra, provenía de grandes cisternas excavadas en la colina (que recuerdan algo a las de Masada). En la parte baja del Herodión se han descubierto incluso los restos de una piscina. También pasadizos secretos entre diversas cisternas, aunque los historiadores estiman que estos fueron construidos con posteridad al edificio por parte de rebeldes judíos que lucharon contra los romanos (aprox.132 d.C). Posteriormente el edificio fue ocupado por un monasterio bizantino hasta que, a mediados del siglo VII, fue definitivamente abandonado.
Las vistas desde lo alto del palacio-tumba herodiano tienen algo -en su sencillez- de intemporales.
Una maqueta de cierto tamaño -expuesta in situ- facilita la reconstrucción imaginativa de lo que pudo ser el palacio en sus mejores tiempos
Terminada la visita del Herodión nos dirigimos a Belén, el lugar en el que según la tradición cristiana, nació Jesús de Nazareth.
Una profecía atribuida a Miqueas (s.VII a.C.) señalaba Belén como el lugar en donde nacería el futuro Mesías de Israel. Por ese motivo Belén es un lugar sagrado para los judíos y, lógicamente, por lo dicho más arriba, todavía más para los cristianos ya que estos consideran que la profecía tuvo su cumplimiento en la figura de Jesús.
Una profecía atribuida a Miqueas (s.VII a.C.) señalaba Belén como el lugar en donde nacería el futuro Mesías de Israel. Por ese motivo Belén es un lugar sagrado para los judíos y, lógicamente, por lo dicho más arriba, todavía más para los cristianos ya que estos consideran que la profecía tuvo su cumplimiento en la figura de Jesús.
http://www.lugaresbiblicos.com/belen/
https://www.visitartierrasanta.com/visitar-la-ciudad-de-belen-que-ver-y-consejos/
https://www.visitartierrasanta.com/visitar-la-ciudad-de-belen-que-ver-y-consejos/
https://www.youtube.com/watch?v=kli8CRxxDgo
https://www.visitartierrasanta.com/iglesia-de-la-natividad/
https://www.visitartierrasanta.com/iglesia-de-la-natividad/
Belén atrae a infinidad de peregrinos, viajeros, turistas y curiosos.
Se pueden ver allí, al igual que en Jerusalén, a personas de todas las razas y nacionalidades.
La cueva de la Natavidad ya era venerada en el siglo II d.C por los primeros cristianos.
El emperador Adriano hizo todo lo posible para reconvertir el lugar consagrándolo al culto de Adonis....pero sus esfuerzos tuvieron más bien el efecto contrario porque con ese intento dejó claro cuál era el sitio en el que, según la tradición, había nacido Jesús.
Cuando años más tarde, en el 325 d.C, la primera peregrina de lujo, la emperatriz Elena, visitó el lugar, no tuvo ningún problema en identificar la cueva, sobre la que mandó construir una primera basílica. En el 590 d.C. el emperador Bizantino Justiniano construyó la Iglesia de la Natividad que se ve actualmente y que está siendo sometida a obras de restauración y mantenimiento.
Se trata de una construcción sin excesivas pretensiones, pero con el encanto de las proporciones adecuadas. Se conservan fragmentos de mosaicos que recuerdan algo a los de Ravenna aunque, lamentablemente, están bastante más deteriorados y diezmados.
Cuentan algunos cronistas que cuando el rey persa Cosroes II invadió Tierra Santa, en la mejor tradición guerrera, no dejó títere con cabeza, pero perdonó esta basílica porque los Reyes Magos representados en la fachada llevaban atuendos persas.
Posteriormente cruzados y musulmanes sometieron el edificio a ciertos expolios pero, con todo, ha logrado sobrevivir hasta nuestros días sin excesivos cambios, siendo una de las iglesias más antiguas del mundo.
El emperador Adriano hizo todo lo posible para reconvertir el lugar consagrándolo al culto de Adonis....pero sus esfuerzos tuvieron más bien el efecto contrario porque con ese intento dejó claro cuál era el sitio en el que, según la tradición, había nacido Jesús.
Cuando años más tarde, en el 325 d.C, la primera peregrina de lujo, la emperatriz Elena, visitó el lugar, no tuvo ningún problema en identificar la cueva, sobre la que mandó construir una primera basílica. En el 590 d.C. el emperador Bizantino Justiniano construyó la Iglesia de la Natividad que se ve actualmente y que está siendo sometida a obras de restauración y mantenimiento.
Se trata de una construcción sin excesivas pretensiones, pero con el encanto de las proporciones adecuadas. Se conservan fragmentos de mosaicos que recuerdan algo a los de Ravenna aunque, lamentablemente, están bastante más deteriorados y diezmados.
Cuentan algunos cronistas que cuando el rey persa Cosroes II invadió Tierra Santa, en la mejor tradición guerrera, no dejó títere con cabeza, pero perdonó esta basílica porque los Reyes Magos representados en la fachada llevaban atuendos persas.
Posteriormente cruzados y musulmanes sometieron el edificio a ciertos expolios pero, con todo, ha logrado sobrevivir hasta nuestros días sin excesivos cambios, siendo una de las iglesias más antiguas del mundo.
Docenas de lámparas y velas votivas iluminan el interior de la iglesia.
Algunos de los mosaicos que se han restaurado son de gran belleza.
Nuestra guía en Belén charla con los compañeros de viaje mientras esperamos a que el Padre Artemio nos acerque a la Capilla del Pesebre.
El Padre Artemio Vítores, toda una institución en Tierra Santa (¡cuarenta años predicando allí!), nos pone en situación.
Iniciando la visita en procesión
Nuestros entregados guías (Javier Alonso y Manolo Cimadevilla), encabezan la comitiva.
Dentro de la Capilla, momento de reflexión y oración.
El muro de la discordia y de la vergüenza.
Todo un símbolo de desencuentro y distancia entre los habitantes del país.
Todo un símbolo de desencuentro y distancia entre los habitantes del país.
Al regresar a Jerusalén entramos por un barrio moderno con curiosas esculturas en sus calles
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