martes, 5 de mayo de 2020

Lugares (55): Edimburgo. Paseando por la ciudad. Cementerio Greyfriars.

No cabe duda de que, tal y como hemos vistos en posts anteriores, hay en Edimburgo muchas posibilidades de disfrutar puertas adentro, pero también puede uno dedicarse simplemente a pasear y deambular por sus calles y jardines sin más objeto que observar la vida de la ciudad y admirar sus sorprendentes edificios.
La Royal Mile y sus cercanías, merecen recorrerse con calma; si le gustan las vistas panorámicas no dude en acercarse a Calton Hill, localizada al este de la ciudad nueva, al final de Princess Street, y desde allí podrá admirar las mejores vistas de la ciudad; los jardines que separan las ciudad nueva de la parte antigua, creados en 1820, se llaman Princes Street Gardens y merece la pena visitarlos. Hay también, para los amantes de las plantas y las flores, un Jardín Botánico.
https://www.edinburgh.gov.uk/
https://edinburgh.org/
https://www.edimburgo.es/festival-de-edimburgo/








El monumento al perro Bobby, enterrado en el cercano cementerio de Greyfriars es una visita obligada para todos aquellos que amamos a los perros.
El monumento se levantó a un perrito que, prodigio de fidelidad, permaneció catorce años junto a la tumba de su amo, hasta que llegó su propia muerte. 

Bobby era un pero de raza Skye Terrier y fue leal amigo del policía o vigilante nocturno John Gray, hasta que éste murió de tuberculosis en 1858. Convivieron tan solo dos años pero, por lo que parece, una vez enterrado su dueño en el cementerio Greyfriars, Bobby no quiso separarse de su tumba nunca más. Los habitantes de la zona, admirados de tanta lealtad, le llevaron alimentos hasta que el pobre perro murió, catorce años después que su amo, 1872. A la muerte de Bobby hubo un verdadero clamor popular para que fuese enterrado cerca de su amo; esto planteó algunos problemas porque al ser tierra consagrada no se podía enterrar en ella animales. Sin embargo el Ayuntamiento, sensible a la demanda popular, consintió que se le enterrase en la entrada, a pocos metros de la tumba de Gray.
Su plato y su collar se conservan en el Museo de Edimburgo, ya que el perro fue reconocido como un héroe de la ciudad
Los admiradores que visitamos su tumba depositamos un palo como reconocimiento a tan increíble mascota.
La estatua a tamaño real en su honor está situada al sur del puente George IV.
Fue la Baronesa Burdett-Coutts quien, en 1872, encargó la escultura a William Brodie,
https://www.youtube.com/watch?v=B29nA5GVvFE&feature=emb_logo
https://www.youtube.com/watch?v=lS5VA5sKtAY


El cementerio de Greyfriars es como un parque, así que pueden retirar sus escrúpulos aquellos que puedan tenerlos. Es, realmente, un lugar  agradable y apacible, repleto de árboles y con un césped muy cuidado.
Se encuentra muy cerca de la ya varias veces mencionada Royal Mile y casi al lado del Museo Nacional de Escocia. A la derecha del mismo se encuentra Victoria Street, una bonita calle llena de tiendas curiosas que podrían visitar con calma antes o después de la visita.
Casi lo primero que se ve al entrar al lugar es la lápida conmemorativa de Bobby,
Esculpida en ella se puede leer: "Let his loyalty & devotion be a lesson to us all".
Seguramente, como he mencionado más arriba, encontrará a los pies de la misma, piedras o palos que le traen en homenaje los incondicionales.
La lápida fue erigida por la Dog Aid Society of Scotland en 1981.


Desde el extremo oeste del cementerio se puede divisar el espléndido edificio del George Herriot´s School (exclusivo y elitista, of course, estudiar allí puede costar hasta 10.000 libras de cuota anual), edificio que, por lo que cuentan, sirvió de inspiración a la famosa J.K. Rowling para imaginar la Escuela de Magia Hogwarts, hogar estudiantil del ínclito Harry Potter (por cierto, también se pueden ver lápidas con el apellido Potter)






Aunque parezca de película y a pesar de la placidez actual, si parece que el lugar tuvo una vida bastante más agitada en el pasado: los robos de cadáveres, para vendérselos a médicos que querían perfeccionar sus conocimientos anatómicos, fueron lamentablemente habituales durante cierto tiempo, especialmente en el primer tercio del siglo XIX. Algunas familias pobres, para evitar tan penosos saqueos, pasaban varios días de guardia en la tumba hasta que tenían la seguridad de que el cuerpo estaba descompuesto y dejaba de tener interés médico. Los ladrones más famosos fueron Burke y Hare, que adictos a su trabajo, llegaron a asesinar a diecisiete personas en menos de un año para cumplir sus "pedidos", antes de ser capturados por la policía.¡Verdaderas leyendas hay sobre ellos en Escocia!.
William Burke acabó siendo ahorcado en 1828 y su cuerpo, como no podía ser menos y en justa reciprocidad, fue a parar a la facultad de medicina de Edimburgo, en donde dieron buena -y científica- cuenta de él.
Despues, de la visita a Greyfiars, deambule por la zona y piérdase un poco.
Merece la pena dejarse llevar y explorar sin un objetivo excesivamente predeterminado.


Texto y fotos: Javier Nebot.

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