Hay algo en la música melancólica que me atrae profundamente.
No es que yo sea un "triste" ni un romántico equivocado de siglo. No. Se trata, más bien, de experimentar, en algunos momentos, el acompañamiento de melodías que, de alguna misteriosa manera, conectan con sentimientos de nostalgia, de pérdida, de dolor, que todos, sin la menor duda, tenemos.
En vez de huir de esos sentimientos (peligrosamente negativos para los adoradores de la vida en plan sonrisa permanente y mema) yo prefiero ponerles banda sonora, qué quieren que les diga. No se trata de caer en regodeos innecesarios, desde luego, pero si de prestar atención y, de rebote, conseguir drenaje. Porque la que melancolía, la nostalgia, la tristeza, necesitan de drenaje (a veces mucho) y la música, si atina con la vibración interna de cada uno, consigue ese magnifico efecto. Algunos lo consiguen llorando, yo prefiero sintonizar con esos sentimientos a través de determinadas músicas, porque si llorase...¡Ay, si llorase! Crearía ríos, llenaría mares.
Les pongo, pues, algunos temas, por si en algún momento, tienen necesidad de acompañamiento emocional y no quieren dar la chapa a nadie (o que nadie se la de a ustedes).
En la sección de Música Barroca mostré, no hace mucho, un tema, muy bello compuesto por el inglés John Eccles (1668-1735). Un melodía, elegantemente nostálgica.
Ocio Inteligente: para vivir mejor: Música Barroca (42): John Eccles (1668-1735) (ociointeligenteparavivirmejor.blogspot.com)
La versión que más me gusta es esta:
John Eccles: The Mad Lover | MIREN ZEBERIO & EUSKAL BARROK ENSEMBLE (Live) (youtube.com)
Casi un siglo antes, un compatriota suyo, John Dowland, escribió una obra, profundamente melancólica y también elegante, sin estridencias pseudo románticas.
(1504) John Dowland | Lachrimae, or Seven Tears (1605) | Consort Brouillamini - YouTube
Flow, my tears (youtube.com)
Sin ser un tema "triste", Bach consiguió, en el adagio de la sonata para órgano núm. 4, BWV 528, -como en muchas de sus obras, genio absoluto él- plasmar una progresión sonora que navega entre sentimientos diversos: calma, pesadumbre, lucha, sosiego, nuevos horizontes.
Víkingur Ólafsson – Bach: Organ Sonata No. 4, BWV 528: II. Andante [Adagio] (Transcr. Stradal) (youtube.com)
La versión de Vikingur Òlafsson es excelente.
Dando un salto de siglos y de continente, les sugiero el conocidísimo (quizás demasiado, pero es una bella composición), Adagio para cuerdas de Samuel Barber. Al igual que el Canon de Pachelbel, el exceso de audición puede mermar el interés por su escucha pero, si se "meten" dentro de la música, seguro que la disfrutan.
Dando otro salto les llevo a un compositor que toca -y bien- la fibra sensible: Max Richter.
Entre sus muchas obras, destaco aparte de la ya señalada un poco mas arriba, la banda sonora de The Lefttovers, una serie extraña, en donde desapariciones, abandonos y duelos se mezclan de forma hipnóticamente misteriosa y cuya música, ciertamente y en concordancia con lo que se muestra en la serie, es profunda y bellamente melancólica.
Y ya, si nos ponemos a navegar por mundos infinitos y extraños no podemos dejar de hacerlo por los inmensos y solitarios espacios siderales (tan inmensos y solitarios muchas veces como nuestro propio inconsciente). Para ello, escuchar buena parte de la banda sonora de Interstellar, compuesta por Hans Zimmer, puede ser una buena opción.
Para terminar esta breve selección (tampoco quiero que se me depriman y acaben en el divan del psicoanalista, que sale muy caro), les sugiero algún tema de la serie Endeavour. Como sabrán, se trata de un detective, eficaz aunque pelín tortuoso, pero ama la música y la utiliza también para aliviar penas.
Hay muchas otras opciones para aliviar penas, por descontado.
Ya saben aquello de "quien canta, sus penas espanta". O pueden ponerse reggaetón a tope y cauterizar neuronas. Yo es que soy de la vieja escuela y para las "tristezas" o melancolías una música y para las "alegrías" otra, que opciones hay muchas,
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