La belleza del cuerpo humano es -sin la menor duda- uno de los leit motiv más habituales (e importantes) de cualquier pintor que se precie; sin embargo no se pueden desdeñar otros motivos. Imposible olvidar la magia de algunos paisajes, la imaginación desbordante de algunos enfoques, incluso en las llamadas "naturalezas muertas" o en "los bodegones" y, por descontado, los animales. Estos son también un reto clave para cualquier creador porque -como todo lo vivo- deben respirar vida.
Martin Wittfooth (Toronto 1981), pintor que vive y trabaja en New York, consigue plenamente esto último: sitúe como sitúe a sus animales estos viven en un peculiar mundo onírico e imaginativo, a la vez que nos muestran -en muchas ocasiones- una velada critica a comportamientos o actuaciones humanas.
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Javier
Nebot
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