Spoleto es una localidad pequeña (unos 38.000 habitantes aproximadamente) que fue fundada por los umbros. Como todas las ciudades de la zona fue en su momento una importante colonia romana y sufrió posteriormente todos los avatares propios de la caída del Imperio, pasando de mano en mano hasta que, en 1354, fue el Papado quien se apropió de ella.
Se llega allí fácilmente en el tren que va desde Perugia a Roma (unos 10 euros por persona, la ida y la vuelta).
El día de la visita fue sumamente caluroso, superando los treinta grados con largueza lo que propiciaba más el quedarse en una heladería -dando buena cuenta de las excelentes variedades italianas- que transitar entre calles y monumentos, pero -¡el turismo obliga!- finalmente optamos por subir a la fortaleza que existe en lo alto de una de las colinas para ver las panorámicas del pueblo y de los bosques que la circundan.
Lo que parecía que iba a ser un esfuerzo de turistada fue al final un grato paseo porque la mayor parte de la ascensión al castillo está totalmente facilitada por unas escaleras mecánicas cubiertas que hacen que uno pueda llegar en poco tiempo y con total comodidad.
Desde allí las vistas son excelentes.
Puente de la Torre.
Después de disfrutar de las perspectivas que se pueden ver desde alli, bajamos hasta la plaza en forma de abanico en la que se encuentra el Duomo (catedral de Santa Maria de la Asunción) del siglo XIII.
En su interior, remozado y con un predominante estilo barroco, se encuentra un magnifico fresco de Fra Filippo Lippi (1467-1469), recientemente restaurado y luciendo un colorido apabullante.
http://www.comunespoleto.gov.it/la-citta/chiese/cattedrale-di-santa-maria-assunta/
Texto y fotos: Javier Nebot
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