Casi al término de nuestro pequeño tour por Italia, decidimos acercarnos hasta Cortona, más por cierto fetichismo cinematográfico (esta pequeña localidad fue la base de una película menor, pero entretenida: Bajo el sol de la Toscana; todo un canto al amor idealizado por esa región y por lo que significa para muchos) que por otros motivos más respetables, aunque tengo que reconocer que la presencia de un excelente Fra Angelico en su Museo Diocesano, bien justificaría por si sola una visita a esta villa.
Cortona, al igual que otras muchas poblaciones de la zona, fue fundada por los etruscos.
Se trata pues, de un enclave muy antiguo y sumamente cargado de historia. También, inevitablemente y por ello mismo, de turistas aunque supongo que eso es ya un mal que hay que asumir hoy en día con toda la elegancia y paciencia posible (y con un deseo profundo de no caer uno en los comportamientos típicos y tópicos de esa particular tribu urbana: subanbajenfotocomprenvuealvanasubiryadios).
Cortona no llegó a tener el poderío -ni el desarrollo- de Siena o Arezzo, pero en la Edad Media tuvo la suficiente fuerza y el peso necesario como para hacer frente a la presión de estas dos ciudades.
Hoy, al recorrer sus laberínticas calles, es posible respirar parte de ese encanto medieval de antaño, a pesar de los lógicos signos de modernización y de los ya comentados y omnipresentes turistas.
Palazzo Comunale, en la plaza principal de Cortona. En esta plaza y sus calles colindantes se filmaron varias escenas de Bajo el sol de la Toscana.
Iglesia de Santa María Nuova.
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