Me siento deprimido. No es una novedad. Ya comenté en algún artículo anterior mi tendencia al desencanto y a vivir en cierta melancolía. No es que yo sea un agonías ni un jeremías, no. Tampoco un cansino Calimero.
Sé, en la mayoría de las ocasiones, disfrutar como el que más. Se trata más bien en mi caso, según atisbo en mis reflexiones, de una extraña necesidad de sentir la decepciones y sobre todo las pérdidas como una derrota personal y eso -lamentablemente- hace que me cueste encajar bien el hecho de que la vida simplemente es así. Me guste o no, me crispe o no. Sin duda, lo de la aceptación -elemento clave de la resiliencia- es un asunto difícil, en el cual no creo, por diversos motivos que estemos todos igualmente dotados. Más o menos como la belleza: Dios repartió sus gracias bastante al azar (probablemente, aunque lo hubiese hecho de otra manera tampoco me quedaría contento).
Sé, en la mayoría de las ocasiones, disfrutar como el que más. Se trata más bien en mi caso, según atisbo en mis reflexiones, de una extraña necesidad de sentir la decepciones y sobre todo las pérdidas como una derrota personal y eso -lamentablemente- hace que me cueste encajar bien el hecho de que la vida simplemente es así. Me guste o no, me crispe o no. Sin duda, lo de la aceptación -elemento clave de la resiliencia- es un asunto difícil, en el cual no creo, por diversos motivos que estemos todos igualmente dotados. Más o menos como la belleza: Dios repartió sus gracias bastante al azar (probablemente, aunque lo hubiese hecho de otra manera tampoco me quedaría contento).
El famoso chiste de psicólogos en el que uno le dice a otro que un psicótico es el que cree que dos más dos son cinco y un neurótico el que sabe que dos más dos son cuatro pero no le gusta...se me puede aplicar -con cierta generalidad y generosidad- a mí. En mi neurosis hay muchas cosas de la vida que no me gustan. Que me duelen demasiado. Que no soy capaz de aceptar: simplemente me las trago. Ni psicoanálisis ni leches: debe ser la "pasta" de la que estoy hecho.
Uno de los pocos poemas que he sido capaz de memorizar, de Yorgos Seferis, lo recuerdo porque en pocas palabras atinó de pleno sobre lo que siento (increíble virtud de la poesía):
"Allí donde se posa -la toques-, la memoria duele".
Supongo que la memoria (mala) hará su trabajo y, más pronto de lo que probablemente uno quisiera y más tarde de lo que seria conveniente, los recuerdos se irán diluyendo.
"Allí donde se posa -la toques-, la memoria duele".
Supongo que la memoria (mala) hará su trabajo y, más pronto de lo que probablemente uno quisiera y más tarde de lo que seria conveniente, los recuerdos se irán diluyendo.
Llama la atención el que uno de los pocos bienes que un dios compasivo introdujo en la caja de Pandora fue el Olvido (aunque lo hizo pensando que era un mal). Sus razones tenía y, además, no quería someter a los humanos a la implacabilidad del constante recuerdo......pero hay algo muy triste en el olvido.
Lo que ahora son imágenes nítidas con el tiempo serán sombras cada vez más grises y, finalmente, un simple recuerdo intelectualizado o nada.
Sentir la pérdida, sentir la ausencia del ser amado, palpar el hueco de quien falta, hace que uno perciba casi como real al que se va.
Lo que ahora son imágenes nítidas con el tiempo serán sombras cada vez más grises y, finalmente, un simple recuerdo intelectualizado o nada.
Sentir la pérdida, sentir la ausencia del ser amado, palpar el hueco de quien falta, hace que uno perciba casi como real al que se va.
Es un triste consuelo, pero si es consuelo.
Supongo que por eso se me enquistan los duelos, que por eso me aferro a recuerdos y a dolores.
Dicen -los bienintencionados- que mejor "soltar", dejar ir.
Es posible que tengan razón pero, sinceramente: Nunca he sido capaz.
Soy consciente de que ese eternizar el dolor le quiebra a uno, pero de nada me valen según que creencias ni según qué vanas esperanzas que a otros parece que si les ofrecen paz y consuelo efectivo.
Soy consciente de que ese eternizar el dolor le quiebra a uno, pero de nada me valen según que creencias ni según qué vanas esperanzas que a otros parece que si les ofrecen paz y consuelo efectivo.
Los que se van DESAPARECEN.
Solo permanecen en los recuerdos de unos pocos, en la tristeza y la añoranza de los que les quisieron. En esto tenía mucha razón Proust cuando afirmaba que "los muertos solo viven en la memoria de los vivos", cita que tomó casi literalmente de Cicerón.
Y, por descontado, me da igual que se trate de personas que de animales (y no pretendo ponerlos al mismo nivel, si no constatar el indeleble impacto emocional que pueden dejar tanto unos como otros). Si hay "huella" es porque hubo amor y existió un vínculo especial.
Solo permanecen en los recuerdos de unos pocos, en la tristeza y la añoranza de los que les quisieron. En esto tenía mucha razón Proust cuando afirmaba que "los muertos solo viven en la memoria de los vivos", cita que tomó casi literalmente de Cicerón.
Y, por descontado, me da igual que se trate de personas que de animales (y no pretendo ponerlos al mismo nivel, si no constatar el indeleble impacto emocional que pueden dejar tanto unos como otros). Si hay "huella" es porque hubo amor y existió un vínculo especial.
Si no la hay es porque no se dio la conexión suficiente, la amalgama de afectos necesaria como para experimentar que la ausencia implica un cierto tipo de desgarro.
Conozco personas que se despiden de sus seres "queridos" como quien envía un paquete a la Maldivas, vía Seur o Correos: ¡Adiós! ¡Vaya usted con dios....!
En muy poco tiempo se enfría el recuerdo, aparece la sombra que se va tragando totalmente la imagen, la esencia, la huella.....y todo parece que pasa a un extraño territorio de bruma en donde es difícil saber que hay de verdad, de ensoñación, de memoria, de idealización, de negación.
"El tiempo todo lo cura"; "No hay mal que cien años dure" frases amables que intentan mitigar el dolor etc. Podemos encontrar mil frases y refranes que constatan la poca perdurabilidad de nuestras percepciones, sean cuales sean.
Una especie de panta-rei aplicado al andar por casa.
Una especie de panta-rei aplicado al andar por casa.
No voy a cuestionar la sabiduría popular -no tengo fuerzas y suele ser un esfuerzo baldío ya que casi todos caemos incluso cuando no queremos en sesgos de confirmación-, pero sí quisiera mencionar que, como en todas las cuestiones humanas, el grado tiene su importancia.
Hay gente -bendita sea- que es capaz de disfrutar (por poner un ejemplo) con las cosas más simples, como si fuesen setas al sol, hay otros, en cambio, que necesitamos mayores complejidades. No es necesariamente una crítica, solamente una constatación.
Hay personas que tienen claro que su principal prioridad es su propio bienestar, otros, sin embargo, estamos más conectados (o atrapados) por otras personas, animales o circunstancias.
No sé que es mejor o peor; ni siquiera creo que se pueda aplicar en estos temas de sensibilidades y apreciaciones, criterios morales. Cada uno lo vive de una manera y es de su propia responsabilidad asumir las posibles consecuencias, pero ¿no vivimos en un sociedad en la que sentir demasiado solo está bien visto si es viendo una película o jaleando en el fútbol?
¿no estamos construyendo una cultura tan tele-dirigida que a veces no sabemos por qué sentimos según que cosas, o nos sentimos mal cuando nos expresamos de manera diferente a como lo hace la mayoría?
No sé que es mejor o peor; ni siquiera creo que se pueda aplicar en estos temas de sensibilidades y apreciaciones, criterios morales. Cada uno lo vive de una manera y es de su propia responsabilidad asumir las posibles consecuencias, pero ¿no vivimos en un sociedad en la que sentir demasiado solo está bien visto si es viendo una película o jaleando en el fútbol?
¿no estamos construyendo una cultura tan tele-dirigida que a veces no sabemos por qué sentimos según que cosas, o nos sentimos mal cuando nos expresamos de manera diferente a como lo hace la mayoría?
No sé. En mis artículos anteriores sobre las ongs y otras caritativas acciones dejaba clara mi incertidumbre ante muchas cosas en este sentido y, también, lo difícil que resulta encontrar autenticidad a nivel personal cuando parece que la turboaceleración en la que vivimos llega a tal extremo que algunos superan sus duelos antes siquiera de haber enterrado al muerto.
¡Tiempos difíciles.!
Todas las imágenes y/o vídeos que se muestran corresponden al artista o artistas referenciados.
Su exposición en este blog pretende ser un homenaje y una contribución a la difusión de obras dignas de reconocimiento cultural, sin ninguna merma a los derechos que correspondan a sus legítimos propietarios.
En ningún caso hay en este blog interés económico directo ni indirecto.
Texto: Javier Nebot
(Artículo revisado y actualizado el 30 de enero del 2019).
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