La ciudad de Praga tiene varias zonas claramente identificables y "acotables" cara a una visita: la ciudad vieja (Stáre mésto), la ciudad nueva (Nove mésto), el barrio judío (Josejov), Mala strana y el Castillo.
Todas tienen sus centros de interés y son de imprescindible visita.
Muchas de las fachadas del Josejov rezuman detalles interesantes.
El barrio judío está a rebosar de edificios elegantes de finales del XIX y principios del XX.
Las grandes firmas comerciales se han hecho con casi todos los locales de los edificios más elegantes y todo aquel que quiera someter a prueba la resistencia de su tarjeta de crédito no tendrá nada más que recorrer algunas de sus tiendas, especialmente las dedicadas a antigüedades (en las que sin duda hay cosas interesantes pero a precios bastante desorbitados).
Monumento a Kafka.
Interior de la Sinagoga española.
Las rehabilitación de fachadas ha eliminado los colores grises propios de la época comunista para optar por tonos mucho más luminosos y cercanos a los originales.
Interior de la Iglesia de San Nicolás en Mala Strana.
El puente de San Carlos desde la otra orilla.
Subir a la Torre del reloj merece la pena porque las panorámicas de la ciudad son excelentes.
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