Hace unos días, en uno de los foros en los que colaboro actualmente, se me pidió (en ese afán pseudo-terapéutico que tanto abunda hoy en día en demasiados ámbitos) que expresase cómo me sentía y que definiese alguna virtud y algún defecto personal. Virtudes, probablemente, pocas. Defectos, sin duda varios, pero señalé como más incordiante -al menos para mí- mi impaciencia.
Llevo cierto tiempo notándome "a la que salta" por estímulos o circunstancias que antaño me eran indiferentes o, incluso, me hacían cierta gracia. Ahora río menos y en mi rictus facial se nota, ciertamente. A veces, esa irritación, que surge de lo más profundo de los higadillos, se traduce en una ingrata ansiedad, especialmente cuando tengo la sensación -penosa- de pérdida de tiempo.
No es que sea demasiado impaciente con personas concretas, no (aunque a veces te tropiezas con alguna a la que con gusto la enviarías de un bufido a las antípodas). Se trata de algo más general que me costaba definir. Y digo "me costaba" porque -casualidad de casualidades- en una clase de literatura en la que participo, la profesora nos presentó, a través de una compañera, un texto, una poesía, de un autor brasileño para mí absolutamente desconocido: Mario Andrade (Sao Paolo, Brasil, 1893-1945).
La lectura de ese poema me impactó porque reflejaba, frase por frase, la mayor parte de los sentimientos que yo experimento cada vez en más ocasiones (lamentablemente) y que se traducen en una ansiedad existencial, en una i-m-p-a-c-i-e-n-c-i-a de muy difícil gestión (aunque, claro, lo reconozco, habrá que aprender a "gestionarla", -palabrita empresarial que se ha instalado en la psicología-) .
El poema se titula "Mi alma tiene prisa" y lo transcribo a continuación.
Conté mis años y descubrí, que tengo menos tiempo para
vivir de aquí en adelante, que el que viví hasta ahora.
Me siento como aquel niño que ganó un paquete de dulces:
los primeros los comió con agrado, pero, cuando percibió
que quedaban pocos, comenzó a saborearlos profundamente.
Ya no tengo tiempo para reuniones interminables, donde
se discuten estatutos, normas, procedimientos y reglamentos internos,
sabiendo que no se va a lograr nada.
Ya no tengo tiempo para soportar a personas absurdas que,
a pesar de su edad cronológica, no han crecido.
Ya no tengo tiempo para lidiar con mediocridades.
No quiero estar en reuniones donde desfilan egos inflados.
No tolero a manipuladores y oportunistas.
Me molestan los envidiosos, que tratan de desacreditar a los más capaces,
para apropiarse de sus lugares, talentos y logros.
Las personas no discuten contenidos, apenas los títulos.
Mi tiempo es escaso como para discutir títulos.
Quiero la esencia, mi alma tiene prisa...
Sin muchos dulces en el paquete.....
Quiero vivir al lado de gente humana, muy humana.
Que sepa reír de sus errores.
Que no se envanezca, con sus triunfos.
Que no se considere electa, antes de hora.
Que no huya de sus responsabilidades.
Que defienda la dignidad humana.
Y que desee tan sólo andar del lado de la verdad y la honradez.
Lo esencial es lo que hace que la vida valga la pena.
Quiero rodearme de gente que sepa tocar el corazón de las personas....
Gente a quien los golpes duros de la vida le enseñaron a crecer con toques suaves en el alma.
Si....tengo prisa...por vivir con la intensidad que sólo la madurez puede dar.
Pretendo no desperdiciar parte alguna de los dulces que me quedan....
Estoy seguro de que serán más exquisitos que los que hasta ahora he comido.
Mi meta es llegar al final satisfecho y en paz con mis seres queridos y con mi conciencia.
Tenemos dos vidas y la segunda comienza cuando te das cuenta que sólo tienes una.
https://www.fundacionhugozarate.com/mi-alma-tiene-prisa/
No puedo por menos que suscribir todas y cada una de sus palabras.
https://www.escritores.org/biografias/181-mario-de-andrade
https://www.epdlp.com/escritor.php?id=1389
MI ALMA TIENE PRISA, poema de Mario de Andrade - Bing video
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