Josef Gabriel Rheinberger, aunque -como casi todos los
músicos de esta sección- no sea hoy muy conocido, ocupa un lugar singular en la
historia de la música europea del siglo XIX.
No fue lo que se dice un revolucionario de la música, pero sí se convirtió en uno de los grandes artesanos del lenguaje musical germánico, un compositor que supo mantener viva la herencia clásica en una época de profundas transformaciones estéticas.
Su figura encarna, la continuidad entre el clasicismo vienés, el romanticismo moderado
y la música sacra moderna.
Rheinberger nació el 17 de marzo de 1839 en Vaduz, que por aquel entonces era la capital del pequeño Principado de Liechtenstein.
Hijo de un funcionario de la corte
principesca, mostró desde muy pequeño un talento musical excepcional. Aunque parezca
un clásico de la precocidad, a los cinco años ya tocaba el órgano, y a
los siete componía pequeñas piezas, lo que llevó a que su formación
fuese, lógicamente, muy orientada desde la infancia hacia la música. En un entorno cultural limitado, pero
profundamente marcado por la tradición
católica y la música litúrgica, el joven Rheinberger desarrolló un temprano
apego al órgano y a la música sacra,
que nunca lo abandonaría.
En 1848, con apenas nueve años, fue nombrado organista de la iglesia parroquial de Vaduz, un hecho que da medida de su precocidad. Poco después se trasladó a Múnich, ciudad que sería su hogar definitivo, para continuar sus estudios musicales. Allí ingresó en el Conservatorio y recibió una formación sólida en contrapunto, armonía y composición, empapándose del legado de Bach, Mozart y Beethoven, pero también del romanticismo alemán en su vertiente más disciplinada.
Múnich, a mediados del siglo XIX, era una ciudad con una vida cultural nada desdeñable. A nivel musical era, probablemente, más respetuosa de las formas tradicionales que Weimar o Viena y, por eso mismo Rheinberger encajó allí perfectamente. Destacó muy pronto no solo como compositor, sino también como pedagogo, una faceta crucial de su vida.
En 1867 fue nombrado profesor de composición en la Escuela de Música de Múnich, y más tarde ocuparía cargos de gran prestigio, como Kapellmeister de la corte bávara y director del Conservatorio.
Fue un pedagogo riguroso, exigente y profundamente musical, contrario a la superficialidad y al efectismo vacío. Entre sus alumnos se cuentan figuras de gran relevancia, como Engelbert Humperdinck,
Engelbert Humperdinck - Wikipedia, la enciclopedia libre
Wilhelm Furtwängler (en su formación inicial)
Wilhelm Furtwängler - Wikipedia, la enciclopedia libre
o Richard Strauss,
Richard Strauss - Wikipedia, la enciclopedia libre
aunque este último pronto se orientaría hacia caminos bastante más audaces de los que Rheinberger consideraba legítimos.
Josef Rheinberger – Mass in E flat major (Cantus Missae)Rheinberger: Stabat Mater, Op. 138
Estéticamente, Rheinberger se situó deliberadamente
al margen de las grandes polémicas del siglo XIX. Mientras la música
alemana se dividía entre wagnerianos y brahmsianos, él mantuvo una postura
independiente.
Admiraba a Brahms por su respeto a la forma y al
contrapunto, pero no participó
activamente en las guerras estéticas del momento. Tampoco se sintió atraído
por el dramatismo desbordado de Wagner ni por la disolución de la tonalidad
incipiente. Su música se caracteriza por una claridad estructural, una armonía
rica pero contenida, y un profundo sentido de equilibrio.
Su producción es amplia y variada, aunque hoy se le
recuerda sobre todo por dos ámbitos: la música para órgano y la música
sacra coral.
Rheinberger fue uno de los grandes renovadores del repertorio organístico
del siglo XIX, devolviendo al instrumento una dignidad artística que había
quedado algo relegada tras Bach. Sus sonatas para órgano, escritas entre
1875 y 1900, constituyen uno de los ciclos más importantes del repertorio
romántico, combinando técnica contrapuntística, lirismo contenido y un
conocimiento profundo de las posibilidades tímbricas del instrumento.
Josef Rheinberger - Organ Concerto No. 1, Op. 137 (1884)
En el ámbito sacro, su música refleja una
espiritualidad serena, objetiva y profundamente católica, alejada tanto
del sentimentalismo como del ascetismo extremo. Obras como el Stabat Mater,
las misas o los motetes muestran una escritura coral de gran
nobleza, pensada tanto para el culto como para la sala de conciertos.
En sus últimos años, Rheinberger gozó de gran
prestigio institucional, aunque nunca alcanzó la fama popular de otros
compositores contemporáneos. Falleció en Múnich el 25 de noviembre de 1901,
dejando tras de sí una obra vasta y coherente, y una reputación intachable como
músico y maestro.
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Principales obras
Música para órgano
20 Sonatas para órgano, op. 27–193 (núcleo central de su legado; destacan las sonatas n.º 4, 8, 11 y 14)
Rheinberger: Complete 20 Organ Sonatas
Meditaciones, op. 167
Monólogos, op. 162
Seis piezas para órgano, op. 146
Música sacra
Stabat Mater, op. 138
Rheinberger: Stabat Mater, Op. 138
Misa en do mayor, op. 169
Requiem en mi bemol menor, op. 84
Numerosos motetes (Abendlied, op. 69, es el más célebre)
Música orquestal
Sinfonía n.º 1 en re menor, op. 10
Josef Rheinberger – Symphony No.1 in D minor, "Wallenstein"
Sinfonía n.º 2 en fa mayor, op. 20
Josef Rheinberger(1839-1901): Symphony Nº2 in F major,Op.87"Florentine"(1875)
Música de cámara
Tríos con piano, op. 34, op. 112
Piano Trio in A Major, Op. 112: I. Allegro
Cuartetos de cuerda, op. 89 y op. 147
Josef Gabriel Rheinberger: Klavierquartett in Es-Dur, op. 38
Sonatas para violín y piano, op. 13 y op. 70
Lieder y piano
Diversos Lieder sobre textos alemanes
Piezas para piano de carácter lírico y didáctico

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