jueves, 14 de julio de 2016

Pequeño Tour por Italia (10): Florencia (4º de 9). Sta. Mª Novella,

Visitas imprescindibles.
Sta. María Novella, se empezó a construir en 1279. El cardenal dominico Latino Malabranca fue el encargado de depositar la tradicional "primera piedra" (además de mediar entre los güelfos y los gibelinos que estaban como si fuesen montescos y capuletos: a la greña). También fue quién encargó a Arnolfo di Cambio la construcción de la catedral, en sustitución de la iglesia que existía desde el siglo X (aunque hay fuentes que atribuyen el proyecto a desconocidos arquitectos dominicos).
Desde luego, en su construcción colaboraron muchos arquitectos de la orden dominica: fray Albertino Mazzante, fray Borguese, fray Mazzetto, fray Giovanni di Campi etc.
El siete de septiembre de 1420, el papa Martín V consagró la nueva iglesia. 
En 1287, un decreto de la república Florentina  ordenó la remodelación de la plaza en donde si sitúa la entrada y ya en la segunda mitad del siglo XV el edificio fue ampliado con un pórtico con columnas de piedra. 
La parte inferior de la fachada fue revestida con mármoles bicolores, al estilo italiano de la época (1350). El resto de la fachada fue realizado entre 1458 y 1470, según un diseño efectuado por Leon Battista Alberti y financiado gracias a los generosos donativos de Giovanni di Paolo Rucellai (al mecenazgo debemos muchas de las grandes obras de arte, en tiempos en los que difícilmente podría ser de otra forma).


El interior es de tres naves con planta de cruz latina. El interior da una enorme sensación de amplitud al estar prácticamente libre de bancos (al menos en el momento de la vista) y también, lógicamente, a que su medidas no son pequeñas: 99,20 m. de largo por 28,20 m. de ancho. El transepto es de 61,54 m. La distancia existente entre los pilares no regular y de hecho va descendiendo desde la fachada hasta el crucero con lo que se acentúa la sensación de profundidad. 
En 1567 Giorgio Vasari inició una reformas por orden de Cosme I y las antiguas ventanas góticas se sustituyeron por otras de estilo renacentista. Pero como las modas, como bien sabemos, van y vienen, a mediados del siglo XIX ,y bajo la influencia del espíritu tardoromántico que idealizó lo medieval, el arquitecto Enrico Romoli devolvió los ventanales a su estilo gótico original (aunque con vidrieras de Guiseppe Fattori).
El interior contiene excelentes muestras de pintura medieval,renacentista y barroca.


Crucifijo de Giotto. (1312, restaurado en 1980).
La Trinidad de Tommaso Guidi, Masaccio. Este fresco estuvo oculto durante mucho tiempo detrás de un altar con una tabla de la Virgen del Rosario de Vasari. Al efectuar los trabajos de remodelación de 1860 fue descubierto y traslado a otro lugar de la iglesia. Posteriormente, en 1952, fue restaurado y colocado en su lugar original. ¡Un milagro el que se haya conservado con tanto trasiego! 




Adoración de los Reyes Magos, Nacimiento, Bautismo de Jesús de Pietro Miniato.
Anunciación de Santi di Tito
Capilla Mayor, dedicada a la Asunción de la Virgen, repleta de frescos de Domenico Bigordi, Ghirlandaio (pintor por el que tengo una profunda predilección aunque no sea uno de los "grandes"
 hermanos David y Benedetto (entre otros).




Capilla Strozzi, con magníficos frescos de Filippino Lippi.





Claustro de Sta. María Novella.

Natividad y Cruxifición, atribuidas a los hermanos Orcagna.
Descenso al limbo, de Andrea Buonaiuto (fresco pintado entre 1365 y 1367)
Fragmento de Iglesia militante e Iglesia triunfante de Andrea Buonaiuto.

Fragmente de Triunfo de la doctrina católica, y La barca de Pedro de Andrea Buonaiuto.
Evidentemente, una iglesia como la referenciada tiene en su interior muchas más cosas dignas de verse, pero exponerlas todas en una entrada de blog sería imposible -so pena de cansancio extremo para el que lo mira- y además, por desgracia, las condiciones para sacar fotos en este tipo de lugares nunca son las idóneas -salvo para los profesionales que si pueden acceder a ellas- por lo que el testimonio gráfico de un no profesional como el que escribe podría desmerecer lo visto. Confío, en  cualquier caso, haber introducido el gusanillo de la visita a todos aquellos que no hayan estado ya. Quizás, para aquellos que no sean muy aficionados al arte, un exceso de obras religiosas les pueda cansar, pero estoy seguro de que si hacen el mínimo esfuerzo de olvidar según que hartazgos y prejuicios y miran con ojos atentos, descubrirán entre las figuras, los colores, las perspectivas, los retratos, los ambientes, ese algo especial que tiene toda obra de arte y que consigue hacernos ver una realidad distinta (y muchas veces mejor). Como diría J.A. Marina, el arte -y las buenas expresiones culturales- produce una anábasis del espíritu: uno tiene la sensación de ver más, entender más, captar más....todo lo contrario que viendo la televisión.
Texto y fotos:  Javier Nebot

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