martes, 26 de julio de 2016

Pequeño tour por Italia (12): Florencia (6º de 9). Capillas mediceas.

Capillas mediceas.
San Lorenzo se considera la iglesia de la familia Médici.
Fue levantada sobre un templo romano del año 393 y, lógicamente, experimentó múltiples transformaciones a través de los siglos. Hacia 1420 fue Brunelleschi el responsable de la reconstrucción y el que le dio las características renacentistas que posee (aunque, al día de hoy, todavía esté sin terminar).
En su interior son muchas las cosas dignas de verse, pero podemos considerar las sepulcros de los Médici -esculpidos por Miguel Ángel- como uno de los puntos culminantes de la visita porque esas figuras -guardianes funerarios- que surgieron de sus manos para honrar a Lorenzo y Giuliano de Médici constituyen, sin duda, uno de los ejemplos más preclaros de perfección en la estatuaria occidental.






Lorenzo, duque de Urbino, murió muy joven, a los 27 años, en 1519.
Por lo que parece, su carácter reflexivo propició que entre sus coetáneos se le conociese como "el pensativo".  Esta característica de su temperamento fue muy tenida en cuenta por Miguel Ángel al realizar su estatua, lo que le llevo claramente a crear una imagen idealizada del perfecto guerrero/pensador más que a querer plasmar la fisonomía "verdadera" de Lorenzo.
A sus pies, dos figuras humanas representan, alegóricamente, al alba y al ocaso.
En el sepulcro de Giuliano, duque de Nemours (1479-1516), hijo menor de Lorenzo el Magnífico, Miguel Ángel optó por representar también una figura hermosa y digna, pero haciendo hincapié en su gran fuerza y haciéndole destilar una gran seguridad en sí misma. Para muchas expertos esta escultura materializa el ideal de la vida activa en clara contraposición con la de Lorenzo que ejemplifica la vida contemplativa (de hecho una se encuentra enfrente de la otra).
A sus pies descansan el día y la noche.






Texto y fotos:  Javier Nebot

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