(Opinión personal-98).
Continuamos este acercamiento a la Edad Media en el cine introduciéndonos en uno de los mitos históricos que más ha calado en el imaginario europeo y que ha tenido gran impacto en la cinematografía occidental: el del rey Arturo, sus caballeros de la tabla o mesa redonda y la búsqueda del Santo Grial.
“Excalibur”, filmada por John Boorman en 1981, trató la historia de Arturo y su corte de caballeros de tal forma que se convirtió, realmente, en una
película emblemática, de culto, sobre todo para los amantes de las leyendas sobre el rey Arturo y por eso le dedicaremos a ella el inició de estos posts sobre el ciclo artúrico. Al verla ahora, el tiempo se nota, por descontado. Más de cuarenta años
"pesan", tanto en su forma estética como en su estructura temática, pero el encanto se
mantiene (algo muy importante en estos tiempos de “consíguelo todo digitalmente”, en
los que los alardes técnicos eclipsan muchas veces la verdadera historia).
La leyenda del rey Arturo y su corte de caballeros es un tema profundamente arraigado
en las tradiciones populares anglosajonas, pero también tuvo especial predicamento en
la cultura francesa o, incluso, en la germánica. El término "populares" hay que matizarlo y entenderlo de una manera muy amplia ya que incluye, aparte de los romances y relatos populares, la literatura caballeresca).
Desde luego, esos relatos cuajaron mucho más en esos países que en el nuestro, en donde el impacto sobre las historias que circulaban en diferentes estratos fue, por motivos muy diversos, más bien marginal. Por lo que parece, nuestra
particular cruzada forjó otro tipo de relatos, más en la línea del Cid Campeador y de
otros héroes invictos y no dio tanta importancia a las historias o leyendas ajenas. Con todo, parece que hoy en día también pueden detectarse aquí a múltiples seguidores de estos temas
(especialmente si nos fijamos en su vertiente fílmica).
(512) Excalibur • O Fortuna/Carmina Burana • Carl Orff - YouTube
Excalibur (1981) - IMDb
Como es lógico, las huellas legendarias y míticas son absolutamente inevitables en un
relato tan antiguo y acrisolado por las fuentes más diversas.
Arturo y sus caballeros, aparecieron por primera vez en la historia hacia el siglo VIII de nuestra era, en una Historia Brittonum que narraba con vigor los
avatares del pueblo británico (britones), más o menos autóctono, y su lucha contra las primeras invasiones sajonas.
Sin duda, aquellos tiempos fueron convulsos.
La desaparición del Imperio
romano de esos lares había dejado el paso libre a innumerables y belicosos pueblos
que querían, en buena lógica, hacerse un espacio propio en el mejor lugar posible.
La historia, fue cuajando lo suficiente en su propia época como para
ser capaz de traspasar fronteras y reinventarse en tres culturas diferentes.
En Alemania dio vida al Parsifal de Wolfram von Eschenbach, que en el siglo XIX alcanzaría un éxito sin precedentes a través de la impresionante tetralogía wagneriana.
En Francia, fue el poema escrito por Chrétien de Troyes, Le chevalier de la charrette (1178 y 1190), el que narró la historia y, por último, en Inglaterra la leyenda consiguió
hacerse inmortal gracias a Sir Thomas Malory y su Le morte d´Arthur, publicado por
primera vez en 1485 por William Caxton y en el que parece haberse basado fundamentalmente John Boorman para su película.
Además de estas obras referenciales, las aventuras de los caballeros de la famosa mesa
generaron infinidad de versiones e historias paralelas.
La leyenda de
Lanzelot o Lanzarote no aparecía en la tradición galesa original y fue incorporada a los relatos artúricos, en 1160, por el ya mencionado
Chrétien de Troyes y poco años después por el escritor suizo
Ulrich von Zatzikhoven (1) que terminó su poema
Lanzelet, en 1194 y nos
contó en él las hazañas del aguerrido caballero del mismo nombre, paladín de Ginebra
y poco "
escrupuloso" amigo del rey, al menos a la hora de dar solaz a su, por lo que cuentan, fogosa esposa.
La Mesa o Tabla Redonda tampoco estaba presente en la tradición original galesa e hizo
aparición, también, a mediados del siglo XII, en la versión francesa de “Historia Regum Britanniae”.
A partir de ese texto se generaron numerosas historias y
su simbolismo fue cambiando a través del tiempo, adquiriendo matices más cristianos.
Robert de Boron (2), a través de un poema francés del siglo XIII, se encargaría de dotar de peso y magia al mago Merlín, una figura mitad diablo, mitad santo y consejero
privilegiado del rey Arturo.
A todo este conglomerado de historias y aventuras no tardaría en sumarse el que se formó con las peripecias caballerescas de todos aquellos que
emprendían la heroica búsqueda del Santo Grial con Perceval a la cabeza (3).
La película que nos ocupa fue un proyecto que tenía en mente su director, John Boorman, mucho antes de lograr materializarlo a través de Excalibur.
De hecho, sus trabajos para una versión de El Señor de los Anillos que no llegó a fructificar (y que pasaría
después, también sin éxito, a manos de Kubrick para acabar realizando la película Ralph Bakshi en forma de dibujos animados), le sirvieron -como reconoció posteriormente en una entrevista- de entrenamiento y aprendizaje para enfrentarse, finalmente, al
ansiado film sobre las leyendas artúricas. Éste fue producido finalmente por Orion Pictures y se rodó íntegramente con un reparto británico excelente, aunque eso sí, los
exteriores fueron prácticamente en su totalidad irlandeses.
-continuará-
Notas
(1). Ulrich von Zatzikhoven.
(2). Robert de Boron.
(3). La búsqueda del Santo Grial se ha convertido en un clásico de la psicología arquetípica y ha sido muy estudiado por intelectuales muy solventes. Emma Jung y Marie Louise Von Franz profundizaron en el mito en su libro “La leyenda del Grial.
Desde una perspectiva psicológica” (Ed. Kairós, 2019). También Joseph Campbell en
su libro “La historia del Grial” (Ed. Atalanta).
Ediciones Siruela ("
Historia del caballero cobarde y otros relatos artúricos". Victoria Cirlot).
Próxima entrada: 16 de mayo 2022.
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