Como apuntábamos en el post anterior, las leyendas sobre Arturo y sus caballeros han dado mucho de sí en el cine. Refiero aquí algunas de las versiones más conocidas.
-1953. “Los caballeros del rey Arturo”. Richard Thorpe (1). Película que vista hoy
en día resulta, digamos, un poco marmórea aunque, históricamente, es consecuencia
clara del gran éxito que tuvo su director con su anterior película, “Ivanhoe” (1952).
Este
largometraje supuso subir al altar de la pantalla la famosa novela de Walter Scott, escrita en
1819, y la consagró, para una gran mayoría de lectores, como prototipo perfecto de lo que pudo ser la vida en el Medievo.
Las ideas
de este novelista sobre una Edad Media heroica, repleta de caballeros que realizaban
proezas insólitas y que se regían por severos códigos de honor, cuajaron profundamente en las mentes decimonónicas de sus coetáneos. Sin duda, influyeron en otros relatos y con ellos, posteriormente, en diversos films.
Tal es el caso de la historia artúrica filmada por R. Thorpe, una historia que fue protagonizada por Mel Ferrer como el ínclito rey, por Ava Gardner, que prestó
su siempre deslumbrante belleza a una improbable reina Ginebra y por Robert Taylor, que no desaprovechó su éxito anterior para volver a salir en esta película con aspecto y
modales idénticos a los de Ivanhoe.
Como señalan Juan Vicente García y Áurea Ortiz
en su libro “Del castillo al plató. 50 miradas de cine sobre la Edad Media”: “Las películas
de Thorpe tienen lugar en el terreno del código caballeresco y del honor, lo que les confiere un tono más solemne y menos desenfadado”.
Y tienen razón: no hay aquí la ligereza de “Robin de los bosques” (1938) o de “El halcón y la flecha” (1950). Historia y
estética resultan algo rígidas, aunque en el momento de su estreno la película fue del
agrado del público y cosechó bastante éxito.
Por descontado, hubo licencias respecto a
algunos aspectos de la "crónica" artúrica (tanto en su versión galesa como en la francesa) y anacronismo
total en ambientación y el look de los protagonistas, todo más propio del siglo XV, que de unos campamentos tribales del siglo VI, pero ya sabemos que el cine de los cincuenta veía la historia con las gafas del tecnicolor y de la rentabilidad en la taquilla.
-1954. “El príncipe Valiente”, fue dirigida por Henry Hathaway. La historia de esta película está basada en el inmortal cómic de Harold Foster (2), pero su realización cinematográfica fue bastante penosa y el resultado final decepcionó mucho a los seguidores
del famoso caballero creado por Foster, aunque ahora algunos nostálgicos la reivindiquen.
Este largometraje constituye otro perfecto ejemplo de la concepción hollywoodense de la Edad
Media durante los años cuarenta y cincuenta del pasado siglo y de su total dependencia
estilística y argumental de la visión decimonónica de este periodo de la historia.
La idealización del Medievo insiste en convertir a éste en un mundo más cercano al cuento o al
relato de aventuras que a lo que realmente pudo ser.
No se atisban todavía, en absoluto, nuevas posibilidades en este sentido.
Se opta casi siempre por la espectacularidad, ya que tanto el tecnicolor como el cinemascope se inventaron para ello y con objeto de atraer
a las pantallas a públicos que, en algunos países, empezaban a pegarse sólidamente
al sofá de casa debido al auge de la televisión.
No faltan, siguiendo la tradición de la época, armaduras, caballeros, villanos, enfrentamientos y luchas entre unos y otros, mujeres que suspiran por sus adorados caballeros
y que tenían como principal deseo vital el ser un trofeo a conquistar.
Por no faltar no faltan ni los vikingos con sus tradicionales (y falsos) cascos con cuernos y un rey Arturo
que, como menciona algún crítico, tiene más pinta de un “rey de bastos” que de un líder
creador de un mundo nuevo y legendario. Posteriormente, se rodó, en 1991 una miniserie de dibujos para la televisión y en 1997 otra versión cinematográfica de estos cómics
dirigida por Anthony Hickox pero, lamentablemente, ninguna de las dos estuvo a la altura
de las expectativas.
-1975. “Los caballeros de la mesa cuadrada y sus locos seguidores”, fue dirigida
por Terry Gilliam y Terry Jones. Película de humor británico y estrambótico, en la que el
famoso grupo inglés Monty Python realizaba una divertida parodia del mito en la que
no faltaban grandes dosis de sarcasmo y burla con las que desacralizaban la leyenda
artúrica y, también, ya puestos, se realizaban críticas y sornas sobre la sociedad británica de los setenta.
Sin duda, el mejor valor de la película, es su humor atrevido, incorrecto e irreverente y eso, en estos tiempos de castradora corrección política resulta algo
catártico y digno de alabanza, aunque no aporte gran cosa a la visión de lo que fue la
Edad Media, salvo, quizás, la posibilidad de alguna crítica a tópicos manidos.
-1978. “Perceval, el galés”, curiosa película dirigida por Éric Rohmer, en la que el director francés se acercó al mito artúrico adaptando el poema de Chrétien de Troyes de
tal forma que reprodujese en imágenes cinematográficas el espíritu y la estética de
aquella época.
Se apoyó de forma bastante rigurosa en las ilustraciones y miniaturas
medievales, renunciando al efectismo de la pintura decimonónica y eso, desde luego, resultó novedoso y original aunque hizo (ya hace) del film algo a disfrutar con esfuerzo por el espectador actual, acostumbrado a otro tipo de cánones más realistas, deslumbrantes y, sobre todo, dinámicos.
Para terminar esta aproximación al ciclo artúrico (3) quisiera mencionar un acercamiento más realista a lo que pudo haber sido la realidad histórica y, por lo tanto, alejado
de los planteamientos míticos y legendarios predominantes, como es el que realiza Antoine Fuqua en su película “El rey Arturo”, (2004).
Aquí se retoma la especulación, probable no segura pero bastante probable, de que al caer Roma y empezar a desmembrarse el Imperio, algunos señores o líderes locales de Inglaterra se
vieron en la necesidad de asumir el poder militar y defender su territorio de los invasores
sajones.
Acuerdos con las diversas poblaciones originales bretonas y entre los britano-romanos
que se quedaron en la isla hicieron surgir diversos y pequeños reinos en lo que antes
fue una provincia más del Imperio Romano.
La película mejora mucho, comparándola
con sus antecesoras, la ambientación, la recreación histórica.
Se luce en ocasiones en
las escenas de lucha…pero no logra despertar en la pantalla ni entre los espectadores
esa aureola mítica que eleve la realidad sobre sí misma y convierta los hechos en leyenda y motivo de recuerdo durante siglos algo que, por lo que podemos constatar en la
historia europea, ha sido un factor imprescindible para la cohesión social y la evolución
de la construcción nacional (4).
De ese factor clave de construcción nacional, un factor que superaría las lealtades personales para forjar otras más amplias que configurarían los estados de la Edad Moderna, hablaremos en los siguientes posts.
Próxima entrada: 21 de junio - 2022.
Notas:
1). Richard Thorpe fue durante muchos años uno de los directores favoritos de la Metro Goldwyn Mayer gracias a su capacidad para abordar todo tipo de géneros. Su filmografía es sumamente extensa y, como es lógico, hay films de todo tipo, algunos claramente filmados para salir del paso, pero tiene, también, algunas obras reseñables y que
en su momento sobre todo gozaron de gran éxito y reconocimiento. Destacan especialmente los films de aventuras realizados entre 1952 y 1955: El prisionero de Zenda
(1952), Ivanhoe (1953), Todos los hermanos eran valientes (1953), Los caballeros del
rey Arturo (1954) y Las aventuras de Quintin Durward (1955). Son películas de interés
bastante desigual, pero las tres referidas a la Edad Media contribuyeron a una determinada imagen de ésta en el imaginario popular y son, pues, referencia inevitable a la hora
de estudiar el cine dedicado a esta época. Desde mi punto de vista y a pesar de haber
leído glosas bastante positivas de las mismas las tres me parecen, por diversos motivos,
bastante mediocres pero, insisto, de alguna manera crearon escuela y tuvieron cierta
repercusión en el momento de su estreno.
2). El cómic de Hal Foster “El príncipe Valiente” es, realmente, una obra de arte del
género. Fue publicado por primera vez el 13 de febrero de 1937 y Foster siguió dibujando en solitario la serie hasta principios de la década de los sesenta, cuando empezó a
contar con la colaboración de su hijo Arthur, de Wayne Boring, uno de los dibujantes de
“Superman” y de Hugh Donnell, aunque dicha colaboración se limitó al trabajo mecánico
y él siguió responsabilizándose en solitario de los guiones. 1971, John Cullen Murphy
se hizo cargo del cómic aunque el nombre de Foster siguió figurando hasta 1984. La
obra de Foster, aparte de unos dibujos absolutamente maravillosos, contó con un gran
guion capaz de mostrar la evolución caracterológica de los personajes y un gran esfuerzo de documentación histórica (aunque también se puedan encontrar inconsistencias
en este terreno). Foster, con tino, sitúo la acción hacia la primera mitad del siglo V, pero
tanto el famoso príncipe -de insufrible corte de pelo a lo tazón-, como los demás caballeros que le acompañan aparecen con una panoplia más propia de nobles de una muy
avanzada Edad Media. Hay también, a lo largo del desarrollo de los diversos tomos del
cómic, algunos anacronismos históricos y algunos errores geográficos, pero no debemos olvidar que, a fin de cuentas es un cómic, más o menos riguroso en muchos aspectos con lo que narra, pero no es un libro de historia y, en cualquier caso, la labor y el
compromiso de Foster con la historia medieval estuvo muy por encima del que
demostraron la mayoría de los guionistas cinematográficos de su época (incluidos los
que hicieron la versión cinematográfica de su obra.
3). El tema de Arturo y sus caballeros en el cine daría para varios libros. Imposible
referir en un blog de este tipo todas las versiones/variaciones y series que se han
filmado con estos temas como motivo argumental principal. Quizás, y para dar un poco
de hilo a posibles rastreos futuros habría que tener también en cuenta:
-“Un yanqui en la corte del rey Arturo”. Basada en la muy divertida novela de Mark
Twain.
-“Merlín el encantador” Versión en dibujos animados de Walt Disney que ha hecho las
delicias de muchos críos durante décadas.
-“Lancelot du lac” de Robert Bresson.
-“Las brumas de Avalon”, miniserie televisiva.
-“Camelot”, serie de televisión.
-“Arturo y Merlín: Caballeros de Camelot”.
4). Si el mito artúrico y las leyendas sobre Carlomagno fueron elementos esenciales
de configuración en el ámbito anglosajón y en el franco, también lo fueron en el ámbito
germánico Los Nibelungos o Tristán e Isolda, ambos con tratamiento cinematográfico
interesante.
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