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jueves, 31 de julio de 2025

Micro-desahogos (25): Izquierda ¿puritana?.

 Antaño, pero no un "antaño" excesivamente lejano puesto que yo lo recuerdo, la "izquierda",  la política, social e intelectual procuraba con ahínco y, a veces, incluso con talento, "ofender al burgués". Se trataba de ridiculizar sus valores, de escandalizarlo. "Burgués" se escupía con el mismo entusiasmo que hoy se hace con "fascista".


Muestras de ello miles y durante décadas. Se procuraba mostrar lo que, desde una perspectiva critico/revolucionaría, era un mundo vacío, ramplón, sin verdaderos "valores" y ensimismado en sus pequeñeces y miserias. Y desde luego, siempre desde su óptica, un mundo digno de ser pisoteado o demolido sin contemplaciones (como de hecho así se hizo en muchos lugares sembrándolos de horror, muerte y miseria) .

En aquellos países en donde los "adelantados" de la anti burguesía no pudieron imponerse, se optó, como ya he mencionado más arriba, por la ridiculización, por la crítica -a veces sabia, a veces simplemente estúpida- y por la provocación (también, en muchos países europeos con terrorismo, pero esa es otra historia). 
Había un interés y un afán por ofender que hoy resultaría inaudito a muchas almas cándidas predispuestas a molestarse/ofenderse por cualquier nimiedad que les incomode

Se recurría en muchas ocasiones a puestas en escena, hoy performances, que no sé si en estos tiempos neo-puritanos escandalizarían o no (probablemente hoy serían simplemente una carnaza más de la que viven y viven tantos medios de comunicación, con cierto punto naif), pero en aquellos años más de uno y una estuvieron a punto del soponcio o pensando que el mundo se hundiría bajo sus pies ante tanto ataque "al orden" o a las "buenas costumbres". 
La gama era variopinta: Desde practicar sexo en público y correr en pelotas por donde más se les pudiese ver (acuérdense del éxito que tuvo el streaking)



a mostrarse libre de prejuicios y restricciones de todo tipo en espectáculos o lugares de movedizas y, a veces, turbias y profundas pasiones. En las pantallas de cine directores como Pasolini, Buñuel, Fasbindder o Almodóvar criticaban, mostraban o se reían de los límites burgueses. En TVE una señora de armas tomar e inteligencia aguda como Paloma Chamorro hacia lo propio.
Ciertamente, y más en nuestro particular país, se "rasgarían las vestiduras" (supongo, es una especulación) los más rancios. Además, mejor  o olvidarlo, se prohibieron y censuraron demasiadas cosas...pero -creíamos- eran modos y actitudes propias de lo que ahora -de forma algo patética y ramplona- se denomina la "fachosfera".


Hoy, inimaginablemente, la izquierda, aburguesada hasta el tuétano e incapaz de ofrecer un verdadero modelo social y económico alternativo que resulte interesante, sugestivo e ilusionante a una mayoría de la ciudadanía, ha optado por abrazar extremos y excentricidades minoritarias imponiéndolas a una mayoría que ve atónita cambios impensables tanto solo hace quince o veinte años. 

Para ello no le ha importado lo más mínimo utilizar las mismas censuras (hoy cancelaciones o delitos de odio) y juicios sumarísimos que antes parecían ser comportamientos exclusivos de la "derechona".
Asombra ver que la mutación de la izquierda ha pasado por adoptar, a pesar de la fanfarria verbal de tolerancia y diversidad que esgrime siempre que puede, un puritanismo y unos aspavientos censores que dejan muy cortos a los que antes parecían ser comportamientos exclusivos de burgueses y "fachas"

Viviendo como se vive hoy en Occidente -al menos por ahora- chocan según que gestos, tanto sentimiento ofendido, tanto hipersensibilidad enfermiza e inmadura, tanta criminalización de opiniones contrarias al paradigma que para mal o para bien, todavía hoy, triunfa por estos lares. 

Se ha instalado en determinada progresía (quiero pensar que quedan rescoldos de verdera izquierda en algún sitio) un tufillo rancio a hoguera de inquisición, un afán revanchista revestido de palabrerías empáticas, pero que destila un profundo odio a quienes ni piensan ni viven como ellos quieren pensar y vivir.


Se convierte en "delitos de odio"  algunas cosas que -sin duda- lo son, pero también se introducen en la misma tipificación otras que son poco más que sinsentidos, vulgaridades o desatinos mentales (todo ello cosas muy abundantes, por desgracia, en nuestro país). 

Se fuerza la polarización ideológica extrema y se convence al acólito de que debe considerar al adversario un enemigo a abatir...y luego, algunos y algunas, se escandalizan porque haya alguien que entre al trapo de tanto "calor" ideológico. 

Sinceramente, siempre había pensado encontrar en la izquierda -al menos en cierta izquierda- más capacidad de imaginar modelos nuevos, de ofrecer alternativas reales pensadas para la mayoría, de seducir por la justicia de los planteamientos y su deseo de mejorar al mundo, pero -lamentablemente- veo patrones viejos. 
En vez de análisis y pensamiento, eslóganes pesados, aburridos y reiterativos como si fuesen un anuncio del Lobato; resentimientos nunca superados y criminalizaciones lapidarias; cancelaciones y juicios sumarísimos muchas veces si motivo ni pruebas, en un "todo vale" por la causa

En fin, cosas veremos...y retrocesos experimentaremos (aunque ahora lo llamen "progreso").

Todas las imágenes y/o vídeos que se muestran  corresponden al artista o artistas referenciados.
Su exposición en este blog pretende ser un homenaje y una contribución a la difusión de obras dignas de reconocimiento cultural, sin ninguna merma a los derechos que correspondan a sus legítimos propietarios.
En ningún caso hay en este blog interés económico directo ni indirecto.
 Texto: Javier Nebot

viernes, 27 de junio de 2025

Micro-desahogos (24): ¡Tiempos!

 "Años de educación mediocre han creado un gran número de personas incapaces de realizar un argumento coherente. 

Solo expresan emociones, cuestionan los motivos de otros, hacen afirmaciones sin sentido y repiten eslóganes políticos. Usan cualquier cosa, excepto la razón"


✍Thomas Sowell


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Texto: Javier Nebot

viernes, 22 de noviembre de 2024

Micro-desahogos (23): Veneraciones laicas: psico-análisis (entre otras cosas).

 Conozco personas que por la devoción cuasi religiosa que profesan al psico-análisis deberían emprender una entregada peregrinación a Maresfield Gardens (Hampstead), la casa londinense en la que Freud vivió su ultimo año, y postrarse ante ella en reverente inclinación.


No cabe duda de que el psico-análisis, con todo su ritual (casi litúrgico), la perseverancia, la dedicación y el coste que supone, impone a sus acólitos un cierto carácter. 
Hay que asistir a sesiones dos o más veces por semana, durante años, mirando al techo para, a veces con mucho esfuerzo, verbalizar lo que se intuye pero no se sabe del todo a pesar de querer saberlo. 
Eso, sin la menor duda, es algo que deja una particular "huella" (en muchos sentidos) en quien se somete a tales menesteres. 
Lo que ya no sé es si tanta parafernalia garantiza el ansiado bienestar (mantra incuestionable que justifica todo hoy en día), porque -y hablo por experiencia- la toma de conciencia de según qué cosas no implica, por desgracia, la automática liberación de las mismas. 


Aficionado como soy a todo tipo de introspecciones y análisis personales no quiero escribir aquí -¡Dios me libre!- una diatriba contra el psicoanálisis ya que, de hechosupuso un cambio de paradigma muy significativo e importante en su momento. 
Tampoco, desde luego, lo voy a hacer en contra de ningún otro tipo de terapias, ya que expertos para pros y contras de las mismas hay muchos y los que quieran posicionarse en un sentido u otro encontrarán fácilmente guías cualificados.  
Personalmente, he estudiado y he practicado en diferentes épocas de mi vida, psicoanálisis, terapia analítica, análisis transaccional, bioenergética, Gestalt y he llegado a la conclusión de que cada una de ellas pueden ser válidas para diferentes tipos de personas, situaciones o momentos vitales.

Lo que puede valerle a una persona en un determinado momento, puede resultarle inútil o estéril a otra.

Pero una conclusión, en principio tan elemental, resulta anatema para algunos adeptos de determinadas iglesias, perdón, escuelas psicológicas.
Sin embargo y sin excesivo ánimo de polemizar, no puedo por menos que sonreír -irónicamente, algunas veces; tristemente, otras- cuando observo a mi alrededor algunas almas, quiero pensar que cándidas o seráficas, que parecen haber descubierto en la terapias y más concretamente en el psicoanálisis poco menos que el sentido profundo de la (su) vida. 
Y ese descubrimiento, supongo que trascendental, cuando lo realiza alguien con mentalidad de converso o con propensión a fes fundamentalistas puede ser muy, muy pesado... especialmente para los demás.


En esos casos creo que es mejor, mucho mejor, visto lo visto en muchas ocasiones, evitar cualquier comentario o cuestionamiento sobre la "nueva fe" porque la reacción defensiva de quien se siente así cuestionado suele ser muchas veces estentórea, desproporcionada e -incluso- agresiva y eso, ciertamente, puede hacer peligrar la relación o la amistad.


Para mí es un fenómeno muy parecido a cuando se trata de hablar de política o religión: si, por lo que sea, la ideología y la "fe" es tan intensa que impide pensar, pronto se recurre a la visceralidad y al enconamiento más perverso. 

Sé que todos sin excepción tenemos temas "sensibles" (aquellos por los que con facilidad podemos sentirnos atacados en lo más profundo de nuestro ser), pero no deja de llamarme la atención tal polarización extrema cuando, se supone, hablamos de herramientas de mejora personal o social
Y cuando, en cualquier caso, solo se pretende intercambiar visiones o experiencias personales, no catequizar a machamartillo o entablar batallas (verbales/emocionales) para exterminar al que piensa diferente (al menos en la gran mayoría de los casos, porque cuando hay por medio dos o tres copas de vino todo puede suceder: lo de in vino veritas, suele ser demoledor).

Supongo, quiero pensar, que el temor o la inseguridad personal influyen en el hecho de experimentar como ataque lo que en muchas ocasiones no lo es en absoluto (prefiero pensar eso a creer que el otro es simplemente necio o ciego). También, lógicamente, el carácter y la educación de la persona.
Es lamentable, en cualquier caso, ver cómo por disentir de lo que para otro es válido, pero que, por lógica o emociones, no lo es para uno, se produzcan confrontaciones que en algunos casos no se limitan a gestos o mohines de desacuerdo o de desprecio, si no que llegan a  ser ataques inmisericordes o descalificaciones sin fin...solo para mantenerse en lo que en ese momento parece ser lo fundamental. 

Encontrar a alguien interesado en estos temas vitales (psicoanálisis/terapias, política, religión...¡fútbol!) que esté dispuesto a conversar razonablemente (argumentando) y que quiera entender las posiciones del discrepante parece ser, hoy en día, un imposible ontológico

Es como si instintivamente se tuviese un miedo interior, poderoso, a que el otro pudiese desmoronar nuestras ideas o a que nos contagiase alguna especie de peligroso virus mental que pudiese mermar nuestra fe o convencimiento. Ante esa brumosa posibilidad parece mejor gesticular, ofenderse, demonizar al otro, sentirse atacado y actuar como si se hubiese obrado con terrible mala fe.
Todo un cuadro.


Por descontado, NO se tiene por qué profundizar en esos temas (o en cualquier otro) si uno no quiere o no le apetece. 
Tampoco hay por qué aguantar "chapas" de verborreas sin fin, teorías conspiranóicas o demás diatribas sociales, pero el hecho de que dar una opinión discrepante cada vez sea mas un deporte de "riesgo" es algo que a todos nos debería preocupar. 


Los adanismos ideológicos, a veces demasiado en boga (parece que muchos y muchas creen haber descubierto la pólvora por si mismos), cansan mucho, lo reconozco. 

El tener que justificar cada dos por tres el porqué de las querencias propias o de los propios pensamientos, puede ser agotador (y la experiencia demuestra que solo es conveniente hacerlo con un reducido círculo de íntimos). 


 Pero me sigue resultando chocante que, en un ámbito más o menos amistoso o incluso en relaciones de cierta confianza, el tocar esos temas todavía pueda producir conflictos que parecen irresolubles y que estos, muchas veces, acaben de mala manera con un distanciamiento total o un "odio" inesperado al nuevo enemigo que piensa diferente (el desprecio al pensamiento ajeno tiene en general malas consecuencias y, emocionalmente, suele acabar en algo tan básico, bruto y fácil de alimentar como el odio) .


¿Será que vivimos en una sociedad con tendencias "flamígeras", deseosa de erradicar lo que nos cuestiona o desagrada? 
¿Será que la tendencia millennial a sentirse ofendido o atacado es contagiosa y se ha instalado incluso en personas de edad provecta? 
¿Será que la radicalidad de las redes sociales ha infectado también la realidad personal de muchos, incluidos boomers sensibles?

Supongo que, como en casi todos los asuntos de cierta trascendencia, la respuesta al enigma NO es unívoca, sino compleja y multifactorial, pero instintiva e intelectualmente, no puedo por menos que experimentar cierta alarma cuando observo que personas -que por lo demás considero inteligentes- se blindan de tal manera por un simple cuestionamiento o discrepancia.
Ese no saber pasar, aparte de poco amable o desconsiderado, creo que es psicológicamente muy perjudicial (y no voy de gurú, solo de observador).

Esas posturas maximalistas me hacen pensar en lo dañino y reductor que puede ser
 un planteamiento fundamentalista, sea cual sea el tema sobre el que verse (y todavía no se ha inventado vacuna para ello, aunque el respeto ayuda a minimizar consecuencias).



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sábado, 8 de junio de 2024

Micro-desahogos (22): Nuevas inquisiciones disfrazadas de justicia.

He publicado en mi página de Facebook este comentario:

"Escucho en las noticias que, por alguna denuncia de hipersensibles, se retiran de algunas bibliotecas del Reino Unido libros clásicos del siglo XIX, algunos tan populares como las novelas de Julio Verne. Por lo que parece, no tienen el "adecuado" lenguaje políticamente correcto e inclusivo que los censores e inquisidores de hoy día pretenden. 

No acabo de entender cómo la mayoría sensata, que realmente es la mayoría, admite vetos, prohibiciones y negaciones de la realidad histórica (sea cual sea) por parte de una minoría que se impone, a pesar de su teórico lenguaje de inclusividad, con modos totalmente fascistoides, argumentando (si es que lo hacen) victimismos históricos, resentimientos pétreos y simplezas mentales. 

La cultura de la cancelación, tan cara a todos los colectivos odiadores, me resulta repugnante. Lo que nació en principio como una reacción lógica y necesaria a abusos y sesgos injustos se ha convertido en un asqueroso remedo de inquisiciones pasadas o de puritanismos rancios y venenosos

Por mi parte, procuraré apoyar, todavía más si cabe, a "cancelados y canceladas" que tengan la valentía de enfrentarse a este paradigma asfixiante que solo conduce a mundos grises, tristes y tarados."

Desde luego, para mí resulta casi imposible de entender el cómo se ha podido llegar a tal estado de cosas y que personas que presumen de ser "progresistas" y avanzadas hagan todo lo contrario de lo que, al menos en teoría, tendrían que hacer y de lo que pretendían sus antecesores intelectuales hace tan solo unas décadas.


Lo de "prohibido prohibir" (frase tópica e ingenua, pero que gozaba de cierto encanto) demostraba en su momento el enorme hartazgo de muchos jóvenes ante represiones, limitaciones e imposiciones. 

Lamentablemente, dicha frase ha pasado a ser ya, visto lo visto, un anacronismo ridículo para los hijos de aquellos progres que, ansiosos por reescribir el mundo a su gusto y en sus limitaciones mentales, criminalizan hoy al que no piensa igual y a todo aquel que quiera vivir su vida a su aire y sin cortapisas o que, simplemente, quiera expresarse como le venga en gana.

Una "batalla cultural" que no se puede ni se debe dar por perdida, a pesar de que el paradigma castrador, represor e inquisidor que predomina en la actualidad, con falsos ropajes de modernidad y "avances" sociales, sea el que se impone de forma acrítica en los medios de comunicación y en un sinfín de foros en los que se cancela y lleva al ostracismo a todo el que no entre en el "juego". 

Eso si (tiene guasa el asunto), todo en nombre de la libertad, ¡faltaría más!.


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Texto: Javier Nebot

viernes, 26 de abril de 2024

Micro-desahogos (21): Frase de Montaigne.


"NUNCA ESTOY MENOS SOLO QUE CUANDO DISFRUTO DE LA SOLEDAD"
Montaigne.

Montaigne fue un tipo muy interesante. 
Supo vivir con relativa calma en tiempos convulsos y "polarizados". Vivió en relativa soledad, aunque no desdeñó la actividad pública y fue buen amigo de sus amigos (cosa que parece fácil pero que no lo es cuando la religión y la política están por medio).
Reflexionó sobre muchas cosas (incluso sobre algunas muy insólitas para su época) y se tomó la molestia de ponerlas por escrito. Lo hizo tan bien que hoy en día se le considera el creador del género ensayo (aunque no fuese el único).

Leer sus escritos hace que uno se sumerja en mundos muy lejanos y pueda observar el pasado con el escudriñamiento psicológico y social con que lo hizo su autor lo que, sin duda, tiene su punto.
 


Muchos autores se han acercado a su figura con enfoques y talentos diferentes.

Stepan Zweig, escritor interesante y también testigo de tiempos muy convulsos (tanto que acabó suicidándose de puro hartazgo), le dedicó un librito amable y que se lee con mucho interés.



En una línea todavía más divulgativa y cercana a la necesidad actual de "consejos doy para poder vivir", la autora Sarah Bakewell nos acerca a la figura del sabio y nos presenta, con lenguaje cómodo y fácil, algunas propuestas interesantes para vivir hoy inspirándose en la vida y obra de Michael Montaigne. 


Yo, les sugiero la frase inicial: aprovechen su soledad y vuélvanla constructiva de la manera que ustedes consideren conveniente. Eso sí, si leen al sabio francés, con toda probabilidad les dará ideas, no sé si tantas como para vivir pero, seguro, que sí como para reflexionar.


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martes, 6 de febrero de 2024

Micro-desahogos (20): Un poco es suficiente.

 "No quiero oro en abundancia, ni muestras de pompa orgullosa,

ni poder regio.

No, sólo cosas corrientes y buenas quiero:

amigos:  pocos, amables, sabios;

una casa de campo, un bosque

donde caminar; libros, viejos y nuevos.

Una vida retirada, aparte,

donde el ocio y el reposo convivan

con el trabajo; un poco de arte;

también, quizá, un poco de fama".

Lytton Strachey (1 de marzo de 1920)



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 Javier Nebot.

miércoles, 16 de agosto de 2023

Micro-desahogos (19): Los "lucimientos" de la Amaral.

 Se me escapan, a estas alturas del siglo, según qué polémicas. Muchas me parecen tramposas por lo que tienen de falso y demasiadas veces de trasnochado reclamo reivindicativo. También, claro, me llama la atención su curioso y rentable impacto mediático.

Una de ellas es la que se está armando en los medios con la "espontánea" exhibición de sus atributos mamarios por parte de la cantante Amaral. Defensa numantina de tal hecho por parte de algunos sectores; críticas -escasas, por lo que veo a pesar de lo que digan por ahí- por parte de otros.

Por lo que a mi respecta, no tengo nada que objetar a que ella u otras mujeres quieran exhibir lo que les parezca oportuno en un ambiente festivo y adulto. Tampoco, desde luego, a que lo hagan los hombres y éstos luzcan torsos, nalgas o incluso, penes en conciertos y eventos similares, si eso lo viven como parte prioritaria de su "expansión creativa" y un elemento esencial, por lo que se argumenta en los medios, para su "dignidad" personal (nunca se me habría ocurrido vincular la dignidad a la exposición cutánea o de las partes íntimas, pero reflexionaré sobre ello). 

Mientras no me lo impongan a mí, que cada uno haga lo que le plazca o le parezca conveniente. 

Yo cuando me desnudo lo hago en un vestuario (lugar que se ha vuelto, curiosamente, en los últimos años, de un puritanismo chocante y visceralmente opuesto a la libertad que luego se reclama en otros púlpitos), o en una playa nudista o mixta o en la intimidad de mi casa, si me place. 

Procuro ejercer mi derecho a la desnudez en ámbitos que, en principio, no incomoden a otros. Pero, por lo que parece, cualquier exhibición pública se torna aceptable y/o aplaudible o no dependiendo de si se utiliza para una reivindicación de determinado tipo (¿recuerdan a la Sra. Maestre y su episodio de exhibicionismo en una capilla -que no en una mezquita- para denunciar no sé qué?).

(9902) Rita Maestre reconoce que se quedó en sujetador en la capilla - YouTube

Si nos ponemos a buscar criterios justificativos: ¿Por qué otras situaciones o reivindicaciones, por lo que parece, son inapropiadas u obsoletas utilizando la misma forma de reclamo?. 

Por poner un ejemplo ¿Ha intentado alguno de ustedes hacer nudismo por la ciudad? Imposible. Es igual que haga mucho calor o que simplemente se desee disfrutar (palabra fetiche de estos tiempos) del aire en el cuerpo o de la sensación de libertad física plena. ¿Restricción totalitaria y castradora o simple prudencia social? ¿Mojigatería urbana, chochería burguesa? En más de una ocasión detuvieron, no hace demasiado tiempo, a un mozo en Donosti al que le gustaba ir en bici en pelotas, y lo hicieron a pesar de sus sinceros deseos higienistas y naturistas. Se impuso un cierto orden público y un cierto "decoro" sobre las ansias de libertad individual (claro que en este caso la noticia abarcó cuatro líneas en una página secundaría, no titulares y telediarios y desde luego todo sonaba más a condena por incivismo que aplauso por su valentía reivindicativa de espacios plurales y diversos).

A pesar de tanta libertad (como pancarta, ya que la real cuesta verla cada vez más) en muchos ayuntamientos playeros de nuestro país se ha puesto de moda este verano sancionar con fuertes multas el pasearse sin camiseta por sus calles (entiendo que sería igualmente sancionable ir sin nada), no se sabe si por un criterio estético (muchas veces de agradecer) o por una numantina defensa del pudor público, un pudor que parece, por lo que se ve, muy relativo según sea el acto social y público en el que se produzca el posible lucimiento de carnes o de partes pudendas y lo que se arguya para ello. 

Leo además en el periódico (El Correo de ayer) que la vicepresidenta segunda y Ministra de Trabajo y Economía Social en funciones, Yolanda Díaz "calificó la actuación de la cantante aragonesa de "más que un gesto", una "reivindicación de unos derechos hoy en juego". "Me ha parecido maravilloso y le doy las gracias a Eva, que nos representó a TODAS las mujeres de este país" (¿seguro Sra. Díaz?).

Yolanda Díaz alaba a Eva Amaral por su desnudo reivindicativo en el Sonorama: "Representó a todas las mujeres" (20minutos.es)

Díaz y Montero alaban la actuación a pecho descubierto de Eva Amaral: «Mucho más que un gesto, un símbolo» | El Comercio: Diario de Asturias

¿Hace augurar tan encendida alabanza gestos similares por su parte? 

¿Tendremos consejos de ministros y ministras con exhibición mamario/reivindicativa

¿Se pondrá de moda en las instituciones de gobierno reivindicar lo que sea no quitándose el zapato como  el Sr. Jrushchov sino lanzando al aire con alegría sujetadores o bragas o calzoncillos? 

En fin, el panorama me parece de una disonancia cognitiva bastante severa. 

Foros en lo que parece obvia y necesaria la desnudez parece que se autocensuran por miedos, comparaciones o pudores sobrevenidos; foros en los que la reivindicación podría hacerse de muchas otras maneras se convierten en reclamo y lucimiento de desnudeces concretas y acaloradamente aplaudidas por algunos y algunas.

En mi ya muy lejana juventud el desnudo, el streaking o, incluso, el practicar sexo en público, era una forma de luchar contra represiones, mojigaterías y morales en exceso coercitivas.

Hoy, cincuenta años después y con muchas batallas ganadas hace décadas, se esgrime por algunos y algunas el mismo derecho como si el tiempo hubiese pasado en balde y la inmensa mayoría no viviésemos con naturalidad lo que pretende vendérsenos como "derechos en juego" (¿vamos camino de convertirnos en Afganistán?). En fin, muchas cosas veré antes de morir...

 ¡Y yo con estos pelos y controlando mis impulsos exhibicionistas (sanos y prudentes)! 

Ver para creer , ciertamente.

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Ocio Inteligente: para vivir mejor: Micro-desahogos. Índice. (ociointeligenteparavivirmejor.blogspot.com)

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Texto: Javier Nebot

domingo, 6 de agosto de 2023

Micro-desahogos (18): No salirse de la "norma": pensar poco y aplaudir al (o la) imbécil.

 "Si hoy ninguna revolución parece posible, tal vez sea porque no tenemos tiempo para pensar. Sin tiempo, sin una inhalación profunda, se sigue repitiendo lo igual. El librepensador se está extinguiendo: "Dado que falta tiempo para pensar y sosiego al pensar, ya no se ponderan los pareceres divergentes: basta con odiarlos. Dada la tremenda aceleración de la vida, espíritu y vista son habituados a una visión y un juicio a medias o falsos, y todos se asemejan a los viajeros que conocen países y pueblos sin bajar del tren. La actitud autónoma y cautelosa del conocimiento es estimada casi como una especie de extravío, el librepensador es desacreditado" " (*).

Las palabras de Nietzsche citadas por el filósofo coreano Byung-Chul Han resultan -como tantas otras escritas por Nietzsche- extrañamente proféticas y certeras aplicadas a estos tiempos en los que el pensamiento se lapida con cualquier excusa y se promueve sin fin, en demasiados foros, una emocionalidad visceral e infantilizada (y muchas veces muy agresiva).


Ya he escrito en esta misma sección sobre mi preocupación por los problemas de comunicación, por la incapacidad de escuchar de muchas personas y por las posturas lapidarias que abundan en medios de comunicación y redes sociales. 
Pero ahora mi preocupación se extiende a la extraordinaria dificultad que se vive, no ya en los circos mediáticos, en la política o en las redes de "desfogues" y pataletas varias, sino en las relaciones interpersonales, cotidianas y habituales.

El cultivo de la visceralidad como herramienta de comunicación puede resultar "divertido" en televisiones y medios de desinformación masiva para atraer la atención de un público más o menos desprevenido (o entregado al espectáculo, como los romanos con sus circos de fieras), pero es algo contagioso y peligroso (una especie de covid emocional): de tanto esparcir a troche y moche esa manera de sentir se ha ido reduciendo tanto el terreno que se deja al pensar, a la reflexión y a la argumentación que ya resulta casi imposible utilizar tales herramientas para intercambiar ideas y opiniones incluso con personas cercanas.

El recurso último a la sacralidad de "es mi opinión" (aunque esta sea una absoluta memez o no tenga ningún fundamento) como argumento último e irrefutable hace muy difícil opinar de cualquier cosa que tenga trascendencia sin llegar a una especie de zafarrancho que implica en muchas ocasiones agrias disputas o desagradables desencuentros.


Tenia razón mi santa madre (¡quien lo iba a decir!) cuando hace mas de cincuenta años me decía aquello de "hijo, nunca hables de política, que solo te va a traer problemas". 
La pobre se volvería a morir de espanto si viviese en estos tiempos y observase que no es que no se pueda hablar de política sin riesgo de que te lapiden, cancelen o te armen un pifostio: hoy no se puede hablar de casi nada porque cuando se discrepa y a pesar de intentar justificar las diferencias de opinión el personal se enerva, o se ofende, o se siente amenazado, reaccionando en muchas ocasiones de forma abrupta y desagradable y, claro, tener una mala digestión o hacerse una diverticulitis por mantener criterios diferentes a lo establecido, por no adorar el paradigma imperante o por salirse de la mediocridad sensiblera y ramplona de muchos y muchas, NO merece la pena (mucho menos a medida que uno cumple años). 
Es mucho mejor callar y hacer del disimulo un arte (aunque cueste, que cuesta).
 Rescatar algunos tópicos de conversación de ascensor, sonreír de manera ambigua de tal manera que no se se sepa si se aprueba o no lo que se está escuchando, volver a tradicionales a temas tradicionales de general aceptación (con cautela para no resbalar). Hay que esperar hasta que los tiempos cambien y las personas que se acaben hartando de tanta estupidez y tanta censura encubierta seamos más que las que aplauden el modo vigente de calentar la neurona y estigmatizar al que piensa diferente (o simplemente quiere pensar y no limitarse a integrar una consigna)
¡Cuánta razón tenía Nietzsche...y mi madre!

(*) El libro que hay que leer es: "Elogio de la inactividad. Vida contemplativa" de Byung-Chul Han.


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Texto: Javier Nebot.

jueves, 19 de mayo de 2022

Micro-desahogos (17): A vueltas con la incomunicación. 4 claves.

 Como bien saben quiénes tienen la amabilidad de leer esta sección del blog, uno de los temas que más me preocupa es el de la incomunicación

Vivimos inmersos en una verdadera sobredosis de mensajes de todo tipo; mensajes que nos llegan, además, por todos los medios posibles pero, a pesar de ello o precisamente por ello, se hace muy difícil el escuchar y el ser escuchado. 

Resulta una paradoja llamativa de estos tiempos el que por exceso de parloteo, ruido al fin y al cabo, muchos acabemos por pensar que la verdadera comunicación es algo imposible...salvo que, en un futuro lejano e improbable, algún genio descubra un gen dormido o alguna extraordinaria mutación que haga posible la telepatía o algo similar. Sería una cualidad maravillosa que nos ahorraría estériles esgrimas verbales, manipulaciones sinfín y enfrentamientos varios (siempre cansinos y desagradables).

Desde luego, hay infinidad de escritos de todo tipo sobre la comunicación (¿sobre qué no hay "infinidad de escritos" en estos tiempos internáuticos?). 

Al igual que con las "inteligencias", los expertos (ese colectivo maravilloso, pero siempre vaporoso y fantasmal al que se reviste de una aureola de sabiduría última e incuestionable, cuasi divina) han desarrollado innumerables tesis sobre los distintos tipos de comunicación, sobre sus características y sobre todas las habilidades necesarias para potenciarlas. 

Esfuerzos muchos de ellos realmente loables aunque, en vista de las dificultades comunicativas que vemos constantemente en los más diversos foros y situaciones, no parece que tan esforzadas propuestas hayan calado demasiado en los ciudadanos de a pie, siempre zarandeados por los medios de (in) comunicación y manipulación masiva, y todavía mucho menos parecen haberlo hecho en esa especie tan peculiar conocida comúnmente como "políticos". 

Sobre ello, como bien saben, ya he tenido oportunidad de desahogarme en esta misma sección en anteriores ocasiones:

Ocio Inteligente: para vivir mejor: Micro-desahogos (5): Incomunicación. (ociointeligenteparavivirmejor.blogspot.com)






Con todo y a pesar de tanto desahogo, el asunto da para mil y un cuestionamientos
Confío en que al ir exponiendo -de vez en cuando- reflexiones y vivencias al respecto, éstas me ayuden y ayuden al lector a atisbar posibles soluciones que, con todo, quiero pensar que todavía existen o, al menos, a elaborar adecuadas estrategias comunicativas.

En un próximo post hablaré de mi experiencia -decepcionante, lo adelanto- en una determinada ong que, a pesar de abanderar la escucha, no era capaz de materializarla en su propio voluntariado, pero ahora me gustaría referirme a unas consideraciones muy interesantes y oportunas cara al tema que nos ocupa que hace en su libro "Curación emocional", el tristemente ya fallecido David Servan-Schreiber.


Es un libro muy interesante por diversos motivos, aunque si lo traigo a colación en este post es, sobre todo, por algunos epígrafes concretos, todos ellos pertenecientes al capítulo 12: 
"La comunicación emocional". 
En dichos epígrafes el Dr. Servan-Schreiber habla de distintos tipos de comunicación y se refiere a la ya hoy famosa "comunicación emocional no violenta" (algo realmente aconsejable y deseable). 

El reconocido médico y psiquiatra francés se centra en las investigaciones llevadas a cabo en el Love Lab de la universidad de Seattle, un instituto que se dedicó a analizar la comunicación entre parejas (aunque sus conclusiones podrían valer sin duda a cualquier tipo de relación personal o íntima).

Algunas conclusiones a las que llegaron parecen, a priori, algo asombrosas, aunque no es mi intención cuestionarlas ahora:
 "El primer descubrimiento del profesor Gottan es que la pareja feliz no existe -de hecho, ninguna relación afectiva duradera- sin conflicto crónico. Más bien es al contrario, y las parejas que no tienen tema de discusión crónico deben ir con cuidado. La ausencia de conflicto es señal de una distancia emocional tal que excluye toda verdadera relación". (pág.211).

En cualquier caso, lo que más me interesa señalar en este post son los criterios de incomunicación que menciona y que, solos o en conjunción, son capaces de arruinar cualquier relación. 

"No hay nada que afecte tanto a nuestro cerebro emocional y a nuestro organismo como cuando nos sentimos emocionalmente alejados de aquellos con los que estamos más apegados...una palabra de más, un rictus minúsculo de menosprecio o disgusto basta para provocar una aceleración del ritmo cardíaco en aquellos a quienes está destinado. 
Una indirecta bien colocada y sazonada con un poco de menosprecio, y la frecuencia cardíaca ascenderá brutalmente a más 110 latidos por minuto. El problema radica en que una vez que el cerebro emocional se pone en alerta de esta manera, anula completamente la capacidad del cerebro cognitivo de razonar de manera racional".

 Servan-Schreiber recoge en su libro las cuatro actitudes que, a juicio del Love Lab, destruyen todas las relaciones a su paso "porque activan el cerebro emocional del otro hasta el punto que éste se torna incapaz de responder de otra manera que no sea con maldad o retirándose, como un animal herido" . Estas actitudes son:

-La crítica: Lanzarse a zaherir al otro en vez de exponer con tranquilidad una queja, constatar un malestar o hacer una petición. 
"Una crítica solamente desencadenará resentimiento, mala voluntad o un contraataque violento"
"Todos sabemos exactamente cómo no nos gusta ser tratados. Por el contrario, nos resulta más difícil precisar cómo nos gustaría serlo, aunque podamos sentirnos agradecidos de inmediato hacia alguien que se dirija a nosotros de una manera emocionalmente inteligente".

Hay personas que, por lo visto, no pueden abrir la boca si no es para criticar. 

Son las que ya conocemos familiarmente como "personas tóxicas". 
Las hay de muchos tipos y de muy diferentes niveles de toxicidad...pero en cualquier caso todas dificultan siempre la comunicación cuando no la hacen radicalmente imposible.



-El menosprecio: "El menosprecio se manifiesta efectivamente a través de insultos, desde los más suaves -algunos dirían hipócritas- a los más clásicos y violentos...El sarcasmo puede resultar gracioso en el cine, pero no lo es en la vida cotidiana". 

Ciertamente, hay matices de ironía que si cuentan con la complicidad de los implicados pueden tolerarse sin problemas, pero todo cambia cuando se abusa de forma zafia de la "franqueza" (¡preparen el escudo cuando alguien empieza con el ya clásico "te lo digo desde el cariño, pero sin acritud"!) y peor todavía, claro, cuando se establecen relaciones de poder y sometimiento que siempre implican mostrar desprecio por el otro porque "¿Cómo razonar o hablar tranquilamente cuando el mensaje que se recibe es que sólo inspiramos desagrado"?. 

Ya saben, lindezas del tipo "eres odioso", "eres gilipollas", "eres una verdadera idiota", "das pena", "das nauseas" etc. 
Agresiones en toda regla. No parece existir mucha conciencia del poder petrificador del verbo SER. Cuando alguien cristaliza sus adjetivos con un "eres", mal asunto porque no se deja ninguna posibilidad al cambio.


-El contraataque y la retirada total: "Cuando se es atacado, el cerebro emocional ofrece dos soluciones: lucha o huida ... Ambas están grabadas en nuestros genes a través de millones de años de evolución".
Son, sin duda, reacciones instintivas. 
Reacciones que, aunque nos ayudaron a sobrevivir en un mundo realmente hostil, se pueden volver hoy en día, en demasiadas ocasiones, en nuestra contra. 


Además, el modelo fight o flight perpetúa un estilo comunicativo de enfrentamiento y agresión y
rara vez se llega de esa forma a unas saludables "tablas", más bien todo lo contrario: Se impondrá el más fuerte o el que haya demostrado más habilidad en su ataque y eso implica, necesariamente, un vencido herido "y esa herida no hace más que ahondar la brecha emocional y agravar la dificultad de vivir juntos" (o de mantener cualquier relación).

La opción de la retirada total tampoco es una solución efectiva, al menos a largo plazo. 
El autor de "Curación emocional" considera, en función de los datos del mencionado laboratorio de Seattle, que "la retirada total es una especialidad masculina que tiene el don de exasperar especialmente a las mujeres. Suele indicar la última fase de la desintegración de una relación, se trate de un matrimonio o de una colaboración profesional. Tras semanas o meses de críticas, de ataques y contraataques, uno de los contendientes acaba por abandonar el campo de batalla, en todo caso emocionalmente".

¿Remedios? 
Dos "básicos" aventurados por un acreditado especialista en comunicación no violenta, Marshall Rosenberg :

-Sustituir todo juicio -es decir, toda crítica- por una observación OBJETIVA. "Cuanto más preciso y objetivo sea nuestro mensaje, más posibilidades existen de que lo que decimos sea interpretado por el otro como una tentativa legítima de comunicación en lugar de una crítica potencial".

-Evitar todo juicio respecto del otro para concentrarse por completo en lo que se siente. Es evidente que si uno habla de lo que siente, nadie puede discutirlo...pero hay que ser honesto, y auténtico tanto en la expresión de lo realmente sentido (de la propia vulnerabilidad), como en el esfuerzo por evitar la posible manipulación emocional del otro.





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